Los hábitos que tienen las personas que logran perder peso
Lo más difícil a la hora de adelgazar es romper aquellas costumbres que tenemos instauradas y que atentan contra nuestra figura
Lo más difícil de perder peso es comenzar el camino y lo siguiente es, sin duda, mantenerlo. No abandonar el proceso de adelgazamiento –ya sea en forma de dieta, de ejercicio….– es muy complicado, sobre todo porque requiere mucho esfuerzo y un cambio de hábitos que ya tenemos instaurados.
Más allá de sustituir ciertos alimentos o platos de nuestra alimentación, lo que es verdaderamente complicado es eliminar estas costumbres que nos llevaban a comer de más. Una puede ser, por ejemplo, picar mientras vemos la televisión por la noche; otra, el refrigerio calórico de media mañana en forma de bollo; otra, la pizza de los fines de semana; la copa de alcohol con los amigos… Un sinfín de hábitos que, a fuerza de repetición, hemos incorporado a nuestra vida con profundidad.
El poder de los hábitos
«Aunque cada día tomamos cientos de decisiones sobre lo que vamos a comer, la mayoría no aparecen en el radar de la conciencia. Suceden casi automáticamente, sin reflexión, deliberación o conciencia siquiera. Sin embargo, quizá podamos usar esta ingesta inconsciente en nuestro beneficio si aprovechamos el poder de la formación de hábitos. Se dice que la mayoría de las veces hacemos lo que hacemos la mayoría de las veces. Muchos de nuestros hábitos de alimentación son eso, hábitos. Y cuanto más ocupados o distraídos estamos más probable es que nos dejemos llevar por la fuerza de la costumbre. Para eso está», advierte al respecto el doctor Michael Greger en su libro Comer para no engordar (Ed. Paidós).
«Los hábitos son como subrutinas reflejas que el cerebro usa como mecanismos para liberar recursos mentales. Y eso puede jugar en nuestra contra, cuando se trata de malos hábitos, o a nuestro favor, si se trata de buenos hábitos», añade. Por eso, debemos ponérnoslo lo más fácil posible e ir cambiando, poco a poco, los hábitos que consideramos dañinos tanta para nuestra salud como para nuestra figura.
Cuando tenemos un hábito, lo hacemos de manera inconsciente, así la sensación de estar ‘haciendo un esfuerzo’ se reduce al mínimo porque, simplemente, hacemos lo de siempre. Y es bueno que así sea.
Siguiendo con uno de los ejemplos antes mencionados, pongamos que tú eres de picar snacks por las noches mientras ves tu programa favorito. Dejas de hacerlo de pronto, y la primera semana el cuerpo te pide a gritos que vayas a por los frutos secos. La segunda ya menos, y te conformas con una mandarina. Y la tercera ya apenas te acuerdas de que hacías eso. ¿Resultado? Pasado un mes, habrás cambiado ese hábito por otro mucho mejor.
Cómo cambiar un hábito de forma sencilla
Dirás: «Pues dejar de hacerlo». Sí, pero es más complicado. En el ejemplo del párrafo superior, no hemos contado con la fuerza de voluntad tan baja que tenemos al caer la noche, así que lo mejor sería que evitásemos ver la televisión a esas horas y cambiar esa costumbre por otra, así nuestro cerebro no relacionará comer con ver la pequeña pantalla.
«La estrategia más sencilla es intentar evitar los estímulos situacionales. Los alcohólicos y los drogadictos en recuperación conocen demasiado bien el poder que tienen los estímulos sociales o ambientales para desatar el ansia de consumir y las recaídas. Quizá eso explique por qué hay personas a las que les resulta más fácil dejar de fumar cuando están de vacaciones o cuando, por el motivo que sea, están alejados de sus circunstancias cotidianas habituales. Por lo tanto, siempre que logramos evitar las situaciones que actúan como estímulos (por ejemplo, yendo al trabajo por otro camino para evitar la pastelería), aprovechamos los cambios contextuales para evitar el dúo estímulo-respuesta habitual», recomienda Greger con acierto.
Lo que hacen las personas que logran perder peso
Si nuestro objetivo es perder peso, debemos cambiar aquellos hábitos que juegan en nuestra contra. Marta García Pérez, psicóloga y psicoterapeuta especializada en Psicología de la alimentación de la obesidad con más de nueve años de experiencia, los enumera en su libro Comer sin prejuicios: pilares para convertir la comida en tu mejor aliada (Ed. Lunwerg). Son los siguientes:
Encuentran una motivación intrínseca para perder peso
«Cuando la motivación va más allá de nuestro aspecto físico y nos mueve una meta intrínseca (por ejemplo, sentirnos con más energía, dormir mejor, movernos con mayor facilidad, sentirnos en armonía con la comida…) es más fácil poder realizar cambios duraderos en nuestra relación con la comida, además de construir un interés genuino por los nutrientes que nuestro cuerpo recibe y no solo por las calorías que ingerimos», detalla García.
Ven el proceso siempre con perspectiva
Decidir desde el autocuidado implica haber observado los pensamientos con perspectiva, es decir, con cierta distancia que nos permita tomar la decisión que creemos que es la más adecuada, independientemente de lo que nuestra mente nos esté contando en ese momento. «También implica darse permiso para sentir las emociones que nos están acompañando en ese momento y, por ende, intentar tomar la decisión que más nos conviene a medio o largo plazo, así como tener en cuenta nuestros valores y lo que creemos que es más justo para nosotras mismas», revela la psicóloga.
Ponen límites continuamente
Los que logran perder peso han aprendido a poner límites, a decir no a ciertos alimentos o cantidades, y no porque estén a dieta, no porque no deban, sino porque «al prestar atención a su diálogo interno y a sus emociones confían en que decir que no es la mejor opción, teniendo muy presente que también pueden decir que sí, sin culpa ni juicio». Los límites son muy importantes y, al igual que se los ponemos a otras personas, debemos ponerlos también en nuestra alimentación.
Cuidan su alimentación a largo plazo
Obviamente, para perder peso hay que mejorar nuestra dieta, por ello, uno de los hábitos que tienen las personas que han logrado adelgazar es la de tomar mejores decisiones alimentarias, tanto de compra como a la hora de ingerir según qué alimento o producto.