Alergia primaveral: cinco errores (y sus remedios) para reducir los efectos
El sol, un día ventoso, la ropa tendida, hacer deporte… Estos pequeños gestos cotidianos pueden complicar una alergia en cuestión de minutos
De los más de 47 millones de personas que habitan España, hasta un 20% sufren alergias primaverales relacionadas con el polen. Los enemigos comunes son de sobra conocidos: olivo, ciprés, platanero, gramíneas, al ballico y a diferentes tipos de hierba.
En el mismo sentido, la sintomatología que amarga el día a día a muchos de estos alérgicos está más que bien diagnosticada y, en muchos casos, tratada. Presente tanto en adultos como en menores de edad, influye no solo nuestra propia predisposición alérgica, sino también que importan factores climatológicos.
Días especialmente calurosos o ventosos suelen ser los mejores aliados para que las crisis alérgicas se disparen. También sucede cuando estamos en zonas especialmente secas, pues la humedad ambiental suele minimizar los efectos de las alergias polínicas. Incluso la hora del día puede suponer un martirio más o menos grande, pues los momentos más crudos de la jornada son las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde.
La tregua llega a partir del mediodía y también cuando cae la noche. Sin embargo, es muy recurrente que los alérgicos sufran los peores episodios por la noche. Aquí es donde entran el carrusel de errores que lastran el bienestar primaveral y que, con ciertas pautas, podemos minimizar.
Cuáles son los síntomas de la alergia primaveral
De sobra conocidos por los que sufren año tras año estas inclemencias, los síntomas de la alergia primaveral son fáciles de distinguir de otras patologías. Es relativamente habitual que en otros períodos del año se puedan confundir con catarros o resfriados, pero en primavera no son tan frecuentes.
Aferrados a las vías respiratorias y también apareciendo a nivel ocular, las alergias primaverales, aún combatibles, siguen siendo muy incómodas. Se caracterizan por ser molestas e inhabilitantes, sobre todo en ciertos casos que pueden venir asociadas al asma alérgico, complicación habitual de este trance estacional. Entre las consecuencias, según explica Clínica Mayo, podemos citar las siguientes.
- Rinitis alérgica, que genera congestión y goteo nasal, además de la inflamación de las mucosas nasales.
- Estornudos frecuentes e incontrolados, con numerosa reiteración.
- Reacciones relacionadas con la conjuntivos como el lagrimeo, el enrojecimiento ocular o el picor.
Errores comunes que agravan la alergia primaveral
Una excesiva ventilación doméstica, una mala higiene tras volver a casa, ciertos hábitos como hacer deporte al aire libre o, incluso, no prestar atención al tiempo, pueden complicar estas crisis. Las soluciones están al alcance de la mano y, sobre todo, conviene siempre salir de dudas sobre nuestras alergias.
Las diagnosis, tanto con los prick test como con análisis de sangre, permiten conocer de primera mano a qué somos alérgicos y el grado en que las sufrimos. En ese caso, también supone abrir una veda a que descubramos a este enemigo silencioso que puede estar particularmente presente en nuestro hábitat.
Una ventilación excesiva de la casa
Lo que podemos entender como una forma de limpiar y purificar el ambiente del hogar puede convertirse en una trampa. Ya hemos mencionado que los días ventosos son especialmente crueles con los alérgicos, y si abrimos la puerta —y las ventanas— a este aire cargado de polen, podemos llenar nuestra casa de estas partículas.
En el caso de que no haya más remedio que ventilar con las ventanas abiertas, el mejor modo de controlar el polen es hacerlo más allá del mediodía y procurando no generar demasiadas corrientes. Básicamente y aunque suene raro, el mejor momento para ventilar será más allá del mediodía.
Ejercicio al aire libre
Resulta tentador resistirse a una mañana soleada de primavera y no querer correr. Lo sabemos, pero si nuestra alergia es beligerante, deberíamos apostar por el deporte indoor. Al practicar deporte, necesitamos un mayor aporte de oxígeno e incluso abrimos otras vías, como la boca.
Este gesto, aparentemente inocuo, puede ser una trampa para la alergia primaveral, ya que nos exponemos a una mayor cantidad de polen y, por tanto, a sus riesgos. En tal caso, la mejor opción será siempre hacer deporte a cubierto y, si esto no es posible, que lo hagamos a media tarde o, cuanto menos, no muy cerca de parques y zonas arboladas.
Una mala higiene nocturna
Si ‘el amor está en el aire’, como decía la canción, el polen hace lo propio. Pensemos en un día largo donde salgamos a la calle y estos casi invisibles enemigos nos rodeen. Al volver a casa, nuestro pelo, cuerpo y ropa estará cubierto de ello en mayor o menor medida y, sin darnos cuenta, lo metemos en el hogar y complicamos nuestra alergia primaveral.
Esto provoca que las reacciones alérgicas por la noche puedan ser más vehementes si, por ejemplo, no nos duchamos al volver a casa. Todo ese polen acumulado en piel y pelo podría pasar a las almohadas, sábanas y otros tejidos domésticos. Al permanecer allí y estar en notable contacto con nuestras mucosas, puede amargarnos el descanso.
Tender la ropa al aire libre
Seguramente la primavera sea la mejor opción del año para utilizar la secadora si no vivimos en un clima húmedo. En su defecto, recurramos a tender la ropa dentro de casa. Sucede lo mismo que cuando hacemos deporte o ventilamos: multiplicamos la exposición polínica.
Si el día es especialmente ventoso o seco, nuestra ropa se secará en poco tiempo, pero se cargará de estas partículas que luego pasarán a nuestras camisetas, camisas o sábanas. La opción, la secadora o los tendederos domésticos dentro de casa. Si esto no fuera posible, procuramos tender la ropa en las horas del día con menos presencia de polen.
Ir desprotegidos
Seguramente no le tengamos mucha estima a las mascarillas, pero si nuestras alergias son especialmente cruentas no son una mala solución para minimizar los riesgos. También sucede con las gafas de sol o incluso las gafas de ver, ya que protegen a los ojos, sobre todo en momentos de mucho viento, factor que agrava la alergia primaveral.
Pasa lo contrario con las lentillas, que desprotegen los ojos y atrae y acumula alérgenos del aire. Esto también sucede con el polen, razón por la que, si sentimos que las lentillas molestan más de la cuenta, conviene evitarlas en esos días.