Qué riesgos reales supone una ola de calor para la salud (y cómo evitarlos a tiempo)
Calambres, quemaduras, agotamiento, deshidratación… Las formas en las que una ola de calor puede devastarnos son más que variadas
El mercurio no da tregua en toda la península ibérica. Nadie se escapa de una ola de calor que, con matices, solo en las afortunadas Canarias evitan. Toda la España continental, incluyendo Ceuta y Melilla, se encuentra bajo la inclemencia de la segunda ola de calor de un verano que aún no ha aterrizado.
Promete, no cabe duda, pues hemos visto que los 40º centígrados ya se han superado con solvencia en buena parte de la mitad sur española, con Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Murcia en ese disparadero que, como es lógico, también afecta —y mucho— a nuestra salud.
Aún con la pretensión de estar acostumbrados a estos cambios de temperatura, la realidad es que necesitamos una adaptación paulatina a estos incrementos, algo que no ha sucedido en la primavera atípica que hemos vivido, la cual no ha sido especialmente calurosa. Hasta ahora, los primeros compases de junio, donde la persistencia de este par de olas de calor ha sido más acusado de lo habitual.
Generalmente duran dos o tres días como máximo, pero el último envite tiene visos de colonizar una semana entera de altas temperaturas y altísima insolación. Momento en que la salud empieza a resquebrajarse y que, además de los consejos habituales, conviene no excederse en la exposición al sol o a las altas temperaturas.
Una vez comprendido que hemos de evitar la actividad física en las horas centrales del día (entre las 12:00 y las 17:00, aproximadamente), también hemos de permanecer atentos a las señales de la deshidratación. Por desgracia no es el único riesgo y aviso que nuestro metabolismo y organismo reciben.
Los riesgos de una ola de calor para la salud
También, si no hay más remedio, cubrirnos con gorros y ropa que permita repeler lo máximo posible este calor, además de permitir la transpiración. Una realidad que debemos equilibrar también con la ingesta de líquidos para evitar esa deshidratación, aumentando la protección a los más vulnerables. Hablamos de ancianos, de embarazadas de menores y, por qué no, de nuestras mascotas.
Además, hay que recordar que aunque siga siendo un fenómeno natural no tan devastador como otros, sigue suponiendo un daño poderosísimo a los ecosistemas y también a la salud de las personas o animales silvestres, también relativamente desamparados en estas circunstancias.
Trasladado a nuestra vida cotidiana, una ola de calor supone un ataque frontal a nuestra salud en según qué causas que conviene no perder de vista y cuyas señales es necesario saber interpretar. Tal y como advierte el portal de la Comunidad de Madrid, ciertas patologías se asocian de manera directa con los golpes de calor durante una ola de calor.
- Dermatitis
- Dolor de cabeza
- Edemas
- Quemaduras
- Insolación
- Calambres
- Síncope por calor
Curiosamente, la mayor parte de estas vienen asociadas a lo que la deshidratación puede provocar, no siendo tan abundantes las consecuencias de una elevada exposición al sol. Son poderosas, evidentemente, como las propias quemaduras solares o la dermatitis, además de la propia insolación, pero en lo tocante a mantenernos hidratados descubrimos todas las demás.
Dolor de cabeza
No hace falta que haya una ola de calor para que nos duela la cabeza más de la cuenta en verano. De hecho, es habitual que personas que no sufren cefalalgias durante el resto del año sí padezcan migrañas con cierta frecuencia en verano. Para entender el porqué de su aparición en una ola de calor tenemos que fijarnos en dos factores.
El primero es la vasodilatación, tanto de venas como arterias, que supone un aumento de la presión y puede provocar estos dolores de cabeza. La segunda parte tiene que ver con la deshidratación, pues ciertas partes de nuestro cerebro, necesitan esa una presencia abundante de líquidos. Al no haberlos, los vasos sanguíneos se contraen y aparece el dolor de cabeza. Irónico pues que un mismo fenómeno pueda ocasionar dolor de cabeza por dos motivos distintos.
Calambres
Los calambres suelen aparecer en una ola de calor como consecuencia del síncope por calor. En este caso volvemos a topar con la deshidratación como enemiga. Según explican desde MSD Manuals hay que tener claro que tampoco solucionamos todo con la ingesta de agua. De hecho, una ingesta masiva de agua tras una sudoración excesiva puede ser peor remedio que la propia deshidratación.
Avisan de que «los calambres producidos por el calor son espasmos musculares agudos debidos a la suma de ejercicio prolongado, sudoración abundante y reposición excesiva de agua en situaciones de calor extremo». Este último extremo supone la dilución de las sales minerales que hay en nuestro cuerpo, sumada a la exudación que de éstas se produce a través del sudor. Por este motivo, conviene no solo hidratarse, sino también consumir bebidas isotónicas que permitan la reposición de electrolitos y sales minerales.
Edema por calor
Otro de los fenómenos habituales durante una ola de calor es la aparición de edemas. Además, debido a la posición sedentaria que adoptamos —el calor lastra nuestra actividad normal—, manos y pies tienden a hincharse durante estos acontecimientos. Vuelve a ser cuestión de la expansión de los vasos sanguíneos, por lo que por gravedad la sangre se acumula en manos, piernas y pies. No es una sintomatología especialmente grave, pero sí puede ser molesta.
También tiene que ver el equilibrio de las sales en este cambio, ya que el aumento del nivel de sal —como consecuencia de esa concentración de sales— supone atraer más líquido a manos, pies y piernas, acarreando la consecuente hinchazón y molestia mientras dura la ola de calor. Además, es muy frecuente que suceda más a personas que viajan desde climas fríos a climas más templados o calientes, por la falta de esa adaptación.
Dermatitis y quemaduras
Pequeños granos, ya sean rojos o blanquecinos, suelen acontecer como dermatitis durante las olas de calor. Pecho, cara, cuello, espalda o frente, que son las zonas más expuestas a la luz solar y también las más condicionadas por la presencia de sudor suelen ser las más agraviadas. En cualquier caso, además, la solución nunca pasa por frotar ni tampoco por, necesariamente, humedecer la zona con agua fría aunque suponga un alivio esporádico.
Puede cursar picor, y aunque es más común en los niños, puede aparecer en cualquier persona pues se trata de una exceso de sudoración que provoca la irritación de la piel. En el caso de las quemaduras, también muy frecuentes, podríamos limitar su aparición con la no exposición al sol y con el uso de factor de protección solar elevado.
En cualquier caso, se debe recordar que estas insolaciones suponen un envejecimiento celular acelerado, lastrando la calidad de la piel. Ejemplos de ello lo encontramos en el desarrollo del escote español, así como en el aumento del riesgo de posibles carcinomas por una incorrecta exposición al sol. Para ello, además de contar con protección previa, también es conveniente recurrir a cremas hidratantes a utilizar después de la exposición.