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Así debes elegir el yogur más saludable: cuatro claves en las que fijarte

Estos son los secretos para comprender cuál es el tipo de yogur que más beneficios tiene para tu cuerpo y mente

Así debes elegir el yogur más saludable: cuatro claves en las que fijarte

Una mujer sujeta un yogur en la mano. | ©Freepik.

Te plantas en el lineal del supermercado y ante ti se abren decenas de opciones de yogur distintos: con bífidus, de sabores, cremosos, desnatados, enriquecidos, para niños… Pero ¿cuál es el yogur más saludable y en que tu salud pediría si pudiera hablar? Este dilema persigue a muchas personas a la hora de enfrentarse a ciertos lácteos y buscar alternativas relativamente sanas sin sentirse culpables.

Más allá de la batalla nutricional que lleva varios años rondando y por la cual los yogures (como otros lácteos) están en un pequeño brete donde ya no están considerados como productos necesarios dentro de una pirámide nutricional saludable, estos alimentos han debido evolucionar para llegar a un mayor número de público y al mismo tiempo intentar ser opciones más recomendables.

Por suerte, a poco que sepamos leer, vamos a tener en la lista de ingredientes y la información nutricional de nuestro yogur casi todo lo que debamos saber para ver cuál nos puede resultar más beneficioso. Lo que sí es evidente es que, de por sí, vamos a hablar de un lácteo que va a tener una buena cantidad de proteínas y por tanto de calcio, un macronutriente y un mineral fundamentales para el desarrollo muscular y ocio. Razón por la que suelen estar bastante vinculados a la toma durante la infancia y en la tercera edad.

Sin embargo, conviene fijarse en otras pequeñas trampas que a veces disfrazadas en forma de hidratos de carbono nos pueden sorprender. Esto es fundamental a la hora de dárselos a nuestros hijos, ya que podemos encontrar algunas opciones que pensemos aparentemente saludables y luego, cuando demos la vuelta al envase, veamos que no son tan beneficiosas.

Cómo elegir el yogur más saludable en cuatro pasos

Yogur natural con una cuchara de madera.
Las alternativas más sanas siempre van a pasar por aquellos que no tengan azúcares añadidos. ©Freepik.

Un yogur no necesita azúcares añadidos ni para estar bueno ni en su composición. Lo primero que debemos tener claro es que, como cualquier lácteo, un yogur va a tener una cantidad bastante baja de hidratos de carbono. Este hecho debe además venir vinculado a una cantidad baja de azúcares. Si encontramos demasiados carbohidratos y demasiados azúcares, estaremos ante una opción poco recomendable.

Sin embargo, podemos encontrar que la trampa de los azúcares añadidos no venga como tal explicada. Sino que venga dentro de otro tipo de ingredientes que realmente están subiendo la cantidad de azúcar, pero disfrazada: siropes, jarabes de glucosa, jarabe de fructosa, concentrado de zumo de frutas, azúcar de caña, miel… Aunque alguna de estas alternativas pueda resultar aparentemente más saludable, no deja de ser una incorporación de azúcares añadidos. En cualquier caso, la mejor opción siempre va a pasar por aquellos que no tengan azúcares añadidos.

En este sentido, nunca está de más no perder de vista que productos ricos en azúcares añadidos están detrás de problemas de salud bastante graves como pueden ser la obesidad, el síndrome metabólico (del cual ya te explicamos en THE OBJECTIVE en qué consiste y qué riesgos añadidos tiene), enfermedades de riñón y de hígado, diabetes e incluso fallos cardíacos.

Como es lógico, también conviene comprender qué tipo de yogur nos resulta particularmente más beneficioso en función de nuestros requerimientos nutricionales. Por ejemplo, no es lo mismo la persona que necesita un yogur griego porque quiere subir de peso, mientras que haya personas que quieran recurrir a las proteínas de calidad y a su calcio, pero no necesitan tanta grasa.

De hecho, esta es una de las razones por las que a menudo los yogures griegos suelen ser muy valorados y no por ello quiere decir que sean menos recomendables al tener más grasa. Durante su proceso de elaboración, se extrae más cantidad de lactosa y de suero, en detrimento de la grasa de la propia leche, lo que los hace más cremosos y también más calóricos. Por el contrario, los yogures convencionales tienen más proteínas y menos grasas. Además, tienen más calcio.

La cuestión es clara: si necesitamos perder peso, yogures bajos en grasa; si lo que queremos es ganar algo de peso de masa muscular, yogures más proteicos. En cualquier caso, tengamos en cuenta que las grasas que incluyen este tipo de productos están vinculadas a un menor riesgo de enfermedades de corazón, a un mejor control del azúcar en sangre e incluso a una reducción de la grasa corporal.

Un yogur griego.
Más graso, más calórico y con menos proteínas, pero más saciante: así es el yogur griego. ©Freepik.

Además, el yogur suele tener una cierta buena fama para mimar nuestra salud gastrointestinal debido a los probióticos que contiene. Ese tipo de sustancias que al convertir el azúcar de la leche en ácido láctico acaban apareciendo de forma natural en este producto. Estos cultivos naturales están cargados de beneficios nutricionales, que pueden ser prácticos a nivel inmune, reducen los riesgos de depresión y también minimizan el impacto del síndrome del colon irritable.

En cualquier caso, para que estas bacterias buenas lleguen a nuestra vida necesitamos tener constancia de que el yogur no está pasteurizado después de la adición de probióticos. Si esto sucede, este tratamiento térmico exterminará a toda bacteria viviente en nuestro yogur, no haciendo prisioneros entre bacterias buenas y malas y no alimentando así a nuestra microbiota.

Yogur de alternativas veganas: ¿nos viene bien?

Dos yogures con avena, frutas del bosque, sirope y otras semillas.
Cualquier tipo de alternativa se puede tunear para hacerla nutricionalmente más interesante. ©Freepik.

Son muchas las personas que, por cuestiones éticas o sociales, e incluso por razones de salud, no consumen productos derivados de los animales. Ser vegetariano o ser vegano no quiere decir que tengamos que renunciar por los yogures. En este sentido, es bastante habitual ver ya nuestros lineales algunas sugerencias que apuntan en este sentido y que suelen elaborarse con soja.

En cualquier caso, igual que pasa con las carnes plantbased y con otro tipo de productos, es conveniente que siempre tengamos claro que no son sustitutivos de los productos animales en su totalidad. Esta clase de yogures seguramente tengan una menor cantidad de grasa, pero también una menor cantidad de proteínas y de calcio. Por tanto, como decíamos al principio, fijémonos siempre bien en la información nutricional y en los ingredientes de cada producto para elegir lo que más nos convenga.

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