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Esta lesión del codo persigue a deportistas y trabajadores de oficina por igual

Gestos repetitivos o movimientos vigorosos continuos, ya sean en el trabajo o en nuestro tiempo libre, pueden estar detrás de este incómodo e incapacitante dolor

Esta lesión del codo persigue a deportistas y trabajadores de oficina por igual

Una mujer jugando al tenis. | Freepik.

Puede resultar irónico que exista una misma lesión (la epicondilitis) que puede estar presente en personas que hacen mucho deporte y, a la vez, en personas con hábitos de vida sedentarios que rara vez se mueven de su silla. Sin embargo, hay una lesión en el brazo que coexiste en ambos mundos y que puede perseguir a personas muy musculadas y a otras en aquellos que apenas están tonificados.

Si eres de los que echan muchas horas delante del ordenador con el ratón para arriba y para abajo; o de aquellos que habitualmente juegan al pádel o al tenis, probablemente sepas de qué te estamos hablando. Sí, es cierto que no es un trabajo especialmente físico el de estar en una oficina. Sin embargo, puede llegar a ser muy mecánico y muy repetitivo, razón por la que la sobrecarga en ciertos músculos del antebrazo y en la eminencia ósea que les da soporte hace que acabe convirtiéndose en un dolor reiterativo y recurrente . Salvo que sea tratado con antiinflamatorios, fisioterapia o corticoides, rara vez cesa si se mantiene la actividad.

De hecho, tradicionalmente se había conocido a esta patología, consistente en la inflamación de esas protuberancias óseas en la parte inferior del húmero como codo de tenista, aunque su nombre técnico es epicondilitis, pero con el aumento del trabajo digital y de oficina ha empezado a tener también el apelativo de codo de programador.

Por desgracia, es una patología mal diagnosticada a menudo, ya que se puede confundir con una sobrecarga muscular y, sobre todo, que no siempre se da en el epicóndilo (que es la parte lateral de estas protuberancias óseas), sino también en la epitróclea (que es la parte medial del esa esas eminencias óseas), razón por la que la otra opción es la epitrocleitis o, como popularmente se conoce: codo de golfista.

Un hombre joven jugando al tenis
Popularmente a la epicondilitis será conocido como codo de tenista. | Freepik

A ese diagnóstico ingrato se añade el carácter repetitivo de las actividades, incluso fuera del ámbito deportivo o profesional, razón por la que las molestias no suelen ceder con facilidad y se multiplican también en el tiempo libre. Para saber cuándo puede estar una epicondilitis agarrotando nuestro brazo hay una serie de síntomas que son comunes y fácilmente apreciables. De hecho, ejercitar otras partes del cuerpo como el cuello o evitar malas posturas de espalda, como la que se produce al montar en bici, son también prácticas para minimizar la aparición de estos dolores, como ya te explicamos en THE OBJECTIVE.

  • Dolor al repetir el movimiento.
  • Pérdida de movilidad en la articulación.
  • Dolor en la parte exterior y lateral del codo.
  • Dolor excesivo al levantar peso con la mano hacia abajo.
  • Adormecimiento de la zona.

Todos estos síntomas se suceden debido a esa inflamación que no es más que una tendinitis de los músculos del antebrazo (sobre todo del tendón del músculo extensor radial corto, por tanto es clave en la extensión y flexión del brazo). A ello se suma que esta inflamación y el recorrido de este tendón van casi en paralelo al nervio radial, motivo por el que, en casos graves de epicondilitis, ese adormecimiento es más notable debido a la presión que el tendón ejerce sobre el nervio, creando un atrapamiento nervioso.

Aunque se singulariza en este par de profesiones, la realidad es que la epicondilitis merecería muchos más apellidos, pues es un músculo muy involucrado en actividades laborales o deportivas que exigen un uso reiterado del músculo del antebrazo y que además también suele ser muy vigoroso. Por este motivo, otras profesiones como pintores o carpinteros lo sufren a menudo. En otro ámbito, pero no tanto por el vigor sino por la repetición del movimiento, enfermeros, cocineros o peluqueros también ven como la epicondilitis es habitual en su día a día.

Cómo poner freno a la epicondilitis

Frecuente en fases agudas en personas jóvenes y con mucha actividad deportiva, la epicondilitis cambia en su manifestación a medida que envejecemos, siendo un dolor crónico y continuado en la madurez, principalmente si se deriva de actividades cotidianas laborales. Por este motivo, conviene poner freno a su aparición y comprender el origen de estos malestares.

Una mujer con epicondilitis mientras usa el ordenador
Movimientos reiterativos como el uso del ratón de un ordenador también están detrás de esta dolencia. | Freepik

Por esta razón, los especialistas aconsejan que el primer paso sea la modificación de aquellos gestos o rutinas que favorecen o perpetúan la aparición. Especialmente cuando se trata de gestos que son más abundantes cuando existe un dolor agudo o una merma de las capacidades, ya que así solo se conseguirá aumentar el dolor y el malestar.

En ese sentido, si la fase es aguda, lo que se aconseja es reposo y solo absoluto si hay una fase de gran dolor. En cualquier caso, después debería procederse a recibir un tratamiento de fisioterapia combinado con ejercicios de recuperación. Lo mismo que sucede en el grado educacional a través de informar qué patología es, por qué aparece y cómo evitar que se agrave. En ese mismo sentido, se deben recomendar higienes posturales y conocer qué posiciones del codo evitar, además de realizar actividades manuales con la palma hacia arriba en detrimento de aquellas con la palma hacia abajo (pronación).

Como es evidente, la epicondilitis o codo de tenista no es flor de un día ni una dolencia que desaparezca en dos o tres días, especialmente cuando se cronifica en pacientes mayores. Por ese motivo, se hace mucho hincapié en una fisioterapia que comience con el estiramiento de esta musculatura contracturada y que, cuando el dolor desaparezca o no sea tan notable, se empiece a fortalecer esa musculatura para que esté preparada para afrontar ese gesto.

Un hombre pinta una pared con un rodillo
Movimientos vigorosos como el de pintores o carpinteros pueden provocar la aparición de esta lesión. | Freepik

Además, es habitual que se recomiende el uso de bandas de epicondilitis, que son una especie de tiras que se colocan alrededor del brazo y a apenas un centímetro del epicóndilo para aliviar los síntomas, ya que interrumpen la transmisión de fuerzas de los tendones. Como apunte, esas bandas se deben usar mientras se realizan las actividades, no durante el reposo.

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