Cómo saber si eres intolerante a la fructosa: los síntomas más comunes para descubrirlo
La intolerancia a la fructosa es más común de lo que creemos, y puede explicar por qué nos sentimos tan mal después de comer ciertos alimentos
La fructosa es un azúcar natural que se encuentra en las frutas, en algunas verduras y en la miel, y ciertas personas no pueden absorberla adecuadamente. Esto se conoce como intolerancia a la fructosa y es más común de lo que muchos pensamos.
Esta patología puede ser de dos tipos: herditaria o dietética. A continuación, vamos a ver cada una y, lo más importante, los síntomas que indican que, lamentablemente, somos intolerantes a la fructosa.
1) Intolerancia hereditaria a la fructosa (se observa en bebés)
La intolerancia hereditaria a la fructosa es un trastorno genético. La padecen las personas que carecen de la proteína o enzima necesaria para descomponer la fructosa, lo que implica que cuerpo no pueda digerirla. Y se observa en bebés.
La causa más común de este tipo de intolerancia se produce cuando la enzima llamada aldolasa B, que se encuentra en el hígado y ayuda a convertir la fructosa en energía, no hace su trabajo. Cuando las personas a las que les ocurre esto comen alimentos que contienen fructosa o sacarosa, su cuerpo no puede convertir el azúcar almacenada en glucosa, lo que hace que el nivel de azúcar en la sangre se desplome y que las toxinas se acumulen en el hígado.
Los síntomas más comunes, detallados por el doctor Dan Brennan en WebMD, son:
- Ictericia.
- Retraso en el crecimiento.
- Vómitos.
- Hinchazón.
- Disminución de fosfato y glucosa en la sangre.
- Aumento de la fructosa en la orina y la sangre.
- Náuseas.
- Dolor abdominal.
- Aversión a la fruta o a los alimentos dulces.
«La mayoría de las personas con esta forma hereditaria de intolerancia comienzan a mostrar signos cuando son bebés. Rara vez se diagnostican nuevos casos en adultos», detalla Brennan, que añade las graves complicaciones asociadas con esta intolerancia, como son:
- Gota.
- Insuficiencia hepática.
- Sangrado.
- Baja azúcar en la sangre.
- Muerte.
2) Intolerancia dietética a la fructosa (en adultos y más común)
El otro tipo se conoce como intolerancia dietética a la fructosa, que no es causado por una enzima sino porque las células de los intestinos simplemente no pueden descomponer la fructosa de los alimentos.
«Su causa es el déficit de un transportador intestinal específico, que es necesario para su absorción en el intestino delgado. Por ello, la fructosa no absorbida llegará hasta el colon, donde es fermentada por las bacterias intestinales con la producción de gases como el metano, hidrógeno y dióxido de carbono, así como ácidos grasos de cadena corta y agua», asegura la doctora Carina Gimeno Uribes.
Nuestros cuerpos tienen un límite en la cantidad de fructosa que podemos ingerir y digerir. Este límite varía de una persona a otra, y también puede verse afectada por:
- Enfermedad celíaca.
- Enfermedad de Crohn.
- Gastroenteritis.
- Inflamación.
- Estrés.
- Uso de antibióticos.
Esta intolerancia, al contrario que la hereditaria, se desarrolla cuando se es adulto.
Los síntomas más comunes son:
- Flatulencia (gases).
- Hinchazón abdominal.
- Dolor tipo cólico (retortijones).
- Diarrea fuerte.
¿Cómo saber si tenemos esta intolerancia?
Si tras leer los síntomas nos damos por aludidos, lo mejor es acudir al médico para que nos haga las pruebas de laboratorio, como:
- El test del hidrógeno espirado o prueba del aliento, que consiste en una toma de muestra de aire del paciente mediante la espiración dentro de un dispositivo médico que contiene un sensor de detección de hidrógeno.
- La prueba de malabsorción del sorbitol, que «es un poliol empleado como edulcorante en diferentes alimentos, que se encuentra de forma natural en muchos alimentos junto a la fructosa», afirma la doctora.
En el caso de que tengamos un bebé y creamos que tiene intolerancia hereditaria, el médico podrá someterle a:
- Pruebas de azúcar en la sangre.
- Análisis de orina.
- Prueba genética.
- Biopsia de hígado.
- Pruebas de enzimas.
Los alimentos que deben evitarse
La persona que sufre una intolerancia a la fructosa debe evitar ciertos alimentos, como son, detalla Gimeno en Topdoctors:
- Frutas como manzana, pera, ciruela, cereza, melocotón, higos, uva y ciruela pasa, dátiles y albaricoques.
- Se debe reducir el consumo de mermeladas y de carne de membrillo.
- Los chocolates.
- Miel.
- Turrón de jijona.
- Bollería.
- Zumos comerciales.
- Jarabes.
- Chicles o gominolas.
Qué alimentos deben consumirse
El doctor Brennan recomienda ingerir frutas y verduras que se encuentren en el extremo inferior del espectro de fructosa. Por ejemplo:
- Frutas cítricas como limones, limas y naranjas.
- Aguacates.
- Fresas, arándanos y moras.
- Plátanos.
- Lechuga.
- Judías verdes.
- Melón.