Esto es lo que le puede pasar a tu próstata si retrasas la eyaculación a menudo
Considerado un gesto de masculinidad, este acto de gallardía puede cobrarse en la próstata del hombre a una víctima inocente
Considerado un gesto de buen rendimiento sexual, retrasar las eyaculaciones han cobrado justa fama entre el género masculino como una forma de controlar la eyaculación precoz. Sin embargo, la próstata puede quejarse si esto se realiza a menudo, aunque no es ella la única parte del aparato uretrogenital del hombre que protesta si esto se convierte en una tónica habitual.
Los propios testículos o el epidídimo también se pueden llegar a ‘quejar’ cuando el hombre sufre la conocida como eyaculación retardada, como ya te explicamos en THE OBJECTIVE, ya que el aparato reproductor se somete a un estrés sin fin que, dicho de manera muy naif, significaría generar un cierto efecto cuello de botella en una zona que es además especialmente sensible al aumento del riego sanguíneo.
De hecho, es la próstata quien puede mandar la voz de alarma mientras intentamos controlar la eyección del semen, pues durante la masturbación puede aparecer esta inflamación de ciertos órganos (como es la próstata) o de estructuras (como es el epidídimo) que acaben cursando dolor, sobre todo cuando se tiene esa preocupación de acabar demasiado pronto, sometiendo al aparato reproductor a una tensión inhabitual a modo de entrenamiento que pudiera tener un efecto contraproducente.
Por este motivo, aunque patologías como la prostatitis, de la que os vamos a hablar a continuación, no es conveniente forzar la maquinaria uretrogenital hasta ciertos extremos que acaban desembocando en esa inflamación de la próstata que se puede dar tanto en personas jóvenes como en personas mayores. De hecho, además de no importar el rango de edad, también puede incluso afectar a personas que tienen una vida sexual muy activa como a aquellos que apenas mantienen relaciones.
En cualquier caso, se trata de puntualizar además la existencia de dos caminos hacia esta inflamación, pues, aunque puede aparecer por diversas razones, hay algunas que están mucho más vinculadas con el retardo de la secreción del semen, mientras que otras tienen orígenes bacterianos que son normalmente más fáciles de diagnosticar y cuyos síntomas también varían.
Prostatitis: el quejido de la próstata más allá de la edad
Es habitual que los hombres empiecen a reiterar ciertas dificultades relacionadas con la próstata pasado los 45 años a costa de la conocida como hiperplasia benigna de próstata, que es un engrosamiento de este órgano (situado debajo de la vejiga y rodeando la uretra), lo cual suele ir aparejado a dificultades al orinar. Esto se debe a que ‘estrangula’ a la uretra y reduce su calibre, haciendo más dolorosas y largas las micciones, además de más recurrentes.
En otro sentido, la próstata es fundamental en la salud reproductora del hombre pues genera líquido prostático, básico para proteger los espermatozoides, y también por actuar de ‘semáforo’, ya que durante el acto sexual es el órgano que impide que semen y orina puedan mezclarse.
Conociendo su tarea, es importante que sepamos qué es la prostatitis y sus posibles orígenes, pero principalmente comprender por qué en adultos jóvenes puede producirse por una procedencia incierta, tal y como se explica desde MSD Manuals.
- Prostatitis bacteriana aguda.
- Prostatitis bacteriana crónica.
- Prostatitis crónica (síndrome de dolor pélvico crónico), que puede ser inflamatoria o no inflamatoria.
- Prostatitis inflamatoria asintomática.
Las dos primeras son las que desvinculamos de retardar la eyección seminal y el orgasmo, pues se producen por patógenos urinarios como la Klebsiella, Proteus, Escherichia coli y posiblemente por Chlamydia. Estas bacterias han de eliminarse mediante antibióticos pautados por un profesional y que tienen riesgo de cronificarse (el segundo caso) si no se erradican todas esas bacterias. Si bien es cierto que estas infecciones están más vinculadas a una higiene insuficiente o a prácticas sexuales de riesgo.
Además, sus síntomas también difieren de las dos últimas, como apuntan desde MSD Manuals, pues pueden cursar fiebre, además de producir escalofríos, malestar y mialgias. Del mismo modo, la próstata se vuelve más sensible al dolor de forma focal o difusa, e incluso devenir en sepsis generalizada.
La razón que da la próstata para no retardar las eyaculaciones
Por su parte, el tercer ejemplo, que es el que más se vincula a ese retardo eyaculatorio es el que aparece únicamente con dolor como síntoma principal. Generalmente aquí se va a apreciar un cierto nivel de irritación u obstrucción urinaria que desemboca en polaquiuria (necesidad de orinar muchas veces) y de tenesmo (orinar poco o por debajo de lo habitual), debido a ese engrosamiento de la próstata que aprisiona la uretra.
Es por esto por lo que el dolor también se puede irradiar a partir de la zona del periné, pero que llegaría al caso de la punta del pene a modo de escozor, además de a la zona lumbar y a los propios testículos, los cuales también pueden sufrir de forma directa este retardamiento a costa de la hipertensión del epidídimo, una afección que en inglés se conoce como blue balls y que se ha traducido al castellano literalmente como síndrome de los huevos azules.
En este caso, lo que sucede es que el epidídimo, una estructura situada en la parte superior de los testículos que se encarga de dar movilidad y fertilidad a los espermatozoides. Cuando la excitación prolongada genera una cantidad de sangre elevada en la zona genital se produce una vasocongestión que, al no liberarse los espermatozoides durante un clímax que no se produce —pues este se alarga—, producen ese atasco en la zona genital que general dolor y enrojecimiento al mantener la erección.
Todo ello genera ese malestar inguinal más o menos potente en varones jóvenes, aunque los varones maduros no están exentos de ello, y que suponen alguno de los riesgos puntuales de retardar las eyaculaciones y que, si se convierte en una tónica habitual, podría desembocar en problemas de fertilidad a medio y largo plazo.