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Contaminación acústica: qué es y cómo protegerte de ella incluso en una gran ciudad

Coches, animales, electrodomésticos, obras, aviones… Los estímulos y el ruido urbano pueden pasarnos factura más pronto que tarde en muchos sentidos

Contaminación acústica: qué es y cómo protegerte de ella incluso en una gran ciudad

Una mujer se tapa los oídos en casa. | ©Freepik.

La contaminación acústica es un fantasma. Totalmente invisible, pero nada silenciosa. De hecho, es uno de los problemas que Naciones Unidas identifica incluso con un número elevado de muertes en la Unión Europea. Hasta 12.000 son los fallecidos que este organismo atribuye de forma directa a la contaminación acústica, un drama aceptado en el Primer Mundo que, sin embargo, no tendría que ser tal.

Se estima de nuevo que una de cada cinco personas que vive en una ciudad de la Unión sufre problemas de salud derivados de la contaminación acústica. Los enemigos son fáciles de identificar, pero sus consecuencias pasan a veces desapercibidas. Lo cierto es que podríamos pensar que su afectación se limita a la audición.

Por desgracia, nada más lejos de la realidad. La contaminación acústica a afecta a muy diferentes niveles, algunos incluso que creeríamos difíciles de creer. De hecho, la propia ONU apunta a dos colectivos especialmente diferenciados que, sin embargo, son los más afectados. Entre las enfermedades que puede generar, además de ansiedad, estrés o depresión, también se vincula a hipertensión, diabetes u obesidad.

Sitúan en la gente joven y, al mismo tiempo, en los ancianos, como las personas que más sufren la contaminación acústica. Una realidad que tiene visos de perpetuarse en el tiempo y que nos afecta en casa y fuera de ella. Razón por la que conviene ver cómo podemos intentar minimizar su impacto en lo que depende de nosotros, o no, como es el caso del ruido urbano, que ya te explicamos en THE OBJECTIVE.

Qué es la contaminación acústica

Un hombre se tapa los oídos ante la contaminación acústica
La contaminación acústica puede afectar tanto a la salud física como a la salud mental. ©Freepik.

Sabemos qué es, pero quizá no le ponemos cara. Como resume el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, se considera contaminación acústica «la presencia en el ambiente de ruidos o vibraciones, cualquiera que sea el emisor acústico que los origine, que impliquen molestia, riesgo o daño para las personas». También para el desarrollo de las actividades o bienes, además de por sus efectos sobre el medio ambiente.

Como es lógico, la contaminación acústica tiene un componente de subjetividad. Lo que a uno puede parecer molesto, para otro quizá no lo sea, pero se puede también resumir como un sonido no deseado con una molestia intrínseca que irá más allá. Por eso, la contaminación acústica y el ruido ambiental también se deben medir en términos psicológicos y fisiológicos.

Por eso, la catalogación de ruido también se vincula a la energía sonora y al tiempo de exposición, así como a las características del propio sonido. También al propio receptor y su tolerancia o situación, así como su actividad o ciertas expectativas que tenga en torno al propio ruido.

De esta manera, se cataloga, según la OMS, como ruido a aquellos sonidos que superan los 65 decibelios. Sus orígenes, como es evidente, pueden ser variados, siendo más abundantes los estímulos en las grandes ciudades o, al menos, más constantes. Eso no significa que en ciudades pequeñas o pueblos no suceda, pero sí que lo hace en menor medida.

Por poner varios ejemplos, podemos sintetizar el ruido y la contaminación acústica en ciertos enemigos recurrentes. El tráfico rodado o el aéreo son un ejemplo. También las obras y edificaciones, la restauración o el ocio nocturno, pero también los animales. A ello hay que sumar el propio ruido del hogar, sobre todo el que se genera en la cocina a través de los electrodomésticos.

Cómo combatir la contaminación acústica

El primer fortín que debemos construir es el de nuestro hogar. Fuentes habituales de ruido son los sistemas de climatización, razón por la que conviene adecuarlos a sistemas de calidad con bajos niveles acústicos. También, si hablamos de entornos urbanos, que busquemos sistemas de ventilación inteligente que limiten los ruidos exteriores.

Como es evidente, la instalación de estos equipos o de los electrodomésticos que más ruido produzcan se debe hacer en lugares alejados de los dormitorios. Además, se debe minimizar el uso de estas disrupciones a última hora del día, sea la hora de acostarse o de relajarse, para no empeorar la calidad del sueño.

En un sentido parecido, conviene también minimizar el riesgo de vibraciones a través de la fijación a elementos estructurales que limiten ese traqueteo o la instalación de silenciadores o atenuadores del ruido. Algo que también se puede hacer a través de diferentes aislantes como puertas o ventanas, pero también en la propia construcción, recurriendo a materiales como podría ser la lana de roca, que ejerce de aislante del frío, del calor y del ruido.

Sin embargo, las construcciones en España suelen ser deficitarias en materiales que aíslen el ruido. Dentro de las casas además se puede apostar por usar moquetas y alfombras, que también reducirán el impacto sonoro.

Cómo protegerse en espacios abiertos

Una mujer con auriculares de cancelación de ruido se protege de la contaminación acústica
Los auriculares de cancelación de ruido son una buena alternativa para reducir el ruido exterior. ©Freepik.

Distinta es la situación fuera del hogar, donde los remedios son muchos menos. El más funcional sería el uso de tapones para los oídos, algo habitual en trabajadores de la construcción o músicos.

Son maleables y se elaboran con diferentes tipos de materiales que se adaptan a los oídos, reduciendo los decibelios externos. Cera, silicona o poliuretano son los materiales más frecuentes en su elaboración, permitiendo una buena adaptabilidad. También hay tapones personalizados, diseñados a medida, pero son más caros. Sin embargo, cualquier uso intensivo de estos tapones tiene también sus inconvenientes y sus posibles perjuicios, aunque será menos que los que genere la contaminación acústica.

Una alternativa más o menos reciente son los auriculares con cancelación de ruido. Gracias a un sistema de micrófonos integrados, detectan el ruido exterior y mandan una señal de cancelación igual, aunque opuesta, a los auriculares. De esta manera, bloquean en gran medida las fuentes de sonido externas, produciéndose el fenómeno de compensación de sonido.

La ventaja está en que funcionan bien con los ruidos de baja frecuencia —como trenes, aviones, motores u obras—, no tanto con los que se producen en un ambiente tranquilo. No obstante, tienen una desventaja y es que se produce un nivel de aislamiento alto que puede hacernos perder señales acústicas que impliquen peligro como el propio tráfico.

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