Los alimentos que debes evitar antes de ir a dormir
La comida rápida o los frutos secos son algunas de las comidas que pueden empeorar la calidad del sueño
Una pizza hecha | Pixabay
Es bien sabido que algunos alimentos ayudan a tener un mejor descanso, igual que hay otros que producen el efecto contrario. Por ello, es importante tener en cuenta cuáles son esas comidas que es mejor evitar antes de dormir, ya que pueden empeorar el insomnio.
El problema suele ser que, al llegar a casa cansados, lo más normal es elegir lo primero y más rápido que haya en la cocina. Sin embargo, esta práctica puede llegar a experimentar molestias digestivas u otras incomodidades que impidan dormir bien.
Por ello, es muy importante tener hábitos alimenticios saludables, evitando lo máximo posible el consumo de algunos alimentos que influyen en el sueño. Estas son algunas de las pautas a tener en cuenta.
Los alimentos muy calóricos afectan al sueño
La comida rápida como las pizzas, las hamburguesas, los embutidos, las patatas, la bollería, los cereales o los alimentos ultraprocesados son los principales a evitar antes de dormir. Así lo han explicado los expertos de Food Network a la CNN, ya que son comidas muy calóricas que, por tanto, pueden producir acidez estomacal. Pero, según explica a NIUS Rubén Bravo, nutricionista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad, hay otros alimentos que parecen saludables que también hay que evitar por la noche.
Los primeros son los frutos secos. Aunque son un aperitivo muy saludable, hay que controlar las cantidades de ingesta porque son muy calóricos. Por ejemplo, unos 100 gramos de frutos secos, lo que equivale a un puñado en los cinco minutos de descanso, pueden llegar a suponer unas 500 calorías. Por ello es mejor evitarlos por la noche.
Otro caso es el de las bebidas altas en azúcares, como los zumos de frutas o los refrescos. Beberlos por la noche supone que no se quemen y, por tanto, acaban almacenadas en forma de grasa. Además, este tipo de bebidas son estimulantes, por lo que hacen orinar bastante. Esto llevará a despertar en mitad de la noche, interrumpiendo el sueño.
Por último, y esto es algo más de lógica, hay que evitar los alimentos con alto contenido de cafeína: café, té o bebidas energéticas. Además de estas, que son las primeras que vienen a la mente, hay que evitar también las comidas picantes, ya que pueden irritar el estómago y provocar acidez, así como los alimentos fritos y grasos. Estos son difíciles de digerir y pueden provocar indigestión, lo que también afectará a la calidad del sueño.
Beneficios de comer frutos secos
Aunque los frutos secos no sean recomendables por la noche, consumirlos a lo largo del día puede aportar multitud de beneficios para el organismo. Algunos de ellos son:
- Ayudan a controlar el azúcar en sangre: tienen una serie de nutrientes que pueden ayudar para reducir los niveles de azúcar en sangre, lo que también mejoraría la sensibilidad a la insulina.
- Fortalecen el sistema inmunológico: esto es porque contienen antioxidantes y otros nutrientes que pueden ayudar a reforzar el sistema inmunológico y prevenir enfermedades.
- Contribuyen a la pérdida de peso: los frutos secos son un alimento rico en proteínas y fibra, lo que puede ayudar a mantenerse saciado, ya que reduce el apetito y contribuir a la pérdida de peso.
- Mejoran la salud del cerebro: los frutos secos tienen nutrientes como la vitamina E y el ácido fólico, por lo que pueden ayudar a mejorar la función cerebral y a prevenir enfermedades neurodegenerativas.
- Ayudan a reducir el estrés: ya que sus compuestos pueden ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, además de mejorar el estado de ánimo.
- Mejoran la salud ósea: minerales como el calcio, el magnesio y el fósforo son importantes para la salud de los huesos y están muy presentes en los frutos secos.
- Mejoran la salud de la piel: contienen nutrientes como la vitamina E y el zinc, que pueden ayudar a mantener la piel saludable y a prevenir el envejecimiento prematuro.
- Son ricos en antioxidantes: estos pueden ayudar a proteger el cuerpo contra el daño celular, además de prevenir enfermedades crónicas.
