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Protección solar: cinco mitos de tomar el sol que son falsos y poco saludables

Ni el quemado de hoy es el moreno de mañana y, por supuesto, el hecho de estar moreno constituye una barrera de protección real para tomar el sol sin crema solar

Protección solar: cinco mitos de tomar el sol que son falsos y poco saludables

Una mujer joven toma el sol en una playa | ©Freepik.

Calienta motores el verano y, como decía la canción, «cuando calienta el sol aquí en la playa». Los Hermanos Rigual, el trío Los Panchos o Luis Miguel hicieron apología musical del sol de verano. Sin embargo, es más conveniente que se haga cierta apología de la protección solar antes de ponernos en marcha.

Son muchos los mitos que persiguen a tomar el sol y muchos de ellos son perjudiciales para nuestra salud. De hecho, la realidad es que cualquier grado de ‘estar moreno’ es ya perjudicial para nuestra salud. Eso no significa que haya diferentes niveles, evidentemente, pero sí que comprendamos que estar moreno no es algo deseable para nuestra salud.

Luego podemos tocar con los perfiles estéticos o cosméticos, viéndonos mejor —o peor— en función de cuánto tomemos el sol y cuán morenos nos pongamos. Conviene así recordar que, en el pasado, estar moreno era un símbolo a evitar, pues era la demostración de que una persona debía faenar al sol. De esta manera, las pieles blancas se asociaban a las clases más pudientes, pues no debían estar a la intemperie.

Quizá en Europa estas costumbres hayan pasado a mejor vida. No obstante, en algunos países de Asia como Japón o China todavía son frecuentes. Es habitual ver así a personas asiáticas tapándose con sombrillas y parasoles, evitando contactos directos con el sol. Lo curioso es que, si nos paramos a pensar, sería lo recomendable aunque parezca llevar al extremo la protección solar. Especialmente cuando descuidamos cinco partes del cuerpo (muy sensibles) que siempre olvidas proteger del sol

De hecho, es muy popular que creamos en falsas tendencias beauty o cosméticas que además hablen de las bondades de ponerse moreno. Ya podemos decir que, radicalmente, ponerse moreno no tiene ninguna ventaja para nuestro organismo y que, por contra, desde el primer bronceado ya le estamos haciendo mal a nuestro cuerpo, como sucede con ejemplos como el escote español.

Protección solar: los mitos de ponerse moreno y tomar el sol

Entre las milongas a las que solemos aferrarnos, más de una nos compromete a nivel dermatológico. Creer que por estar ya morenos no necesitamos protección solar o que hay ciertos momentos del año en los que no necesitamos factor de protección son parte de esas falsedades a las que nos hemos aferrado.

No obstante, quizá la más complicada sea la que suele apuntar a que necesitamos ponernos morenos para estar sanos. Por suerte, nada más lejos de la realidad: no hace falta ponerse moreno para estar sano. Otra cuestión es hablar de la vitamina D, de la que ya te contamos en THE OBJECTIVE que los españoles somos deficitarios y que, como veréis, tiene que ver con tomar el sol, pero siempre dede la precaución.

Mito 1: las pieles oscuras no necesitan protección solar

Esta es una de las falacias más extendidas. Una cosa es que las personas de raza negra o con piel más oscura no necesiten la misma protección solar y otra muy distinta es que no necesiten protección solar. Da igual de donde hablemos, la realidad apunta a que cualquier tipo de piel debería hacer uso de la protección solar para prevenir el envejecimiento de la piel.

Sí, es cierto que su grado de tolerancia a los rayos ultravioletas y a las quemaduras es más alto que el que puede tener una persona de raza blanca o de piel clara. Sin embargo, esto no significa en caso alguno que tener una piel oscura nos proteja por sí misma de las inclemencias de las radiaciones solares, como avala esta investigación.

Mito 2: estar moreno protege de las quemaduras

Otra de las medias verdades largamente extendidas. No, como sucede con las pieles oscuras, la realidad es que estar moreno no protege de la radiación solar ni de las quemaduras. El hecho de estar moreno no previene las quemaduras ni tampoco actúa como factor de protección solar más allá de unos pocos minutos.

Una mujer con una quemadura solar en la cara
No hace falta llegar al grado de quemadura solar para sufrir daño celular. ©Freepik.

Por este motivo, buscar un moreno base para luego enfrentarnos al sol de las vacaciones es un error porque, de entrada, ya estamos dañando la piel. Lo único que sucede, como explican en, es que la piel luce algo más oscura porque redistribuye la melanina para autoprotegerse.

Mito 3: hoy quemado, mañana moreno

No sólo es una temeridad, sino que además es una falacia. Sucede lo mismo que en el caso anterior: la piel luce más oscura porque redistribuye la melanina para protegerse. ¿A costa de qué? A costa de distintos grados de quemadura en función de la radiación solar recibida que, como es evidente, daña las células de la piel y contribuye a acelerar el envejecimiento celular.

Muy habitual en personas que tienen que aprovechar pocos días de sol, esta costumbre es especialmente perjudicial para las pieles más sensibles al sol. Además, se solapa con otra de las falsas creencias: pensar que mientras no haya quemaduras, no habrá problemas de piel.

Mito 4: sin quemadura no hay daño

Una mujer se aplica protección solar en crema
Conviene usar factores de protección elevados de, al menos, 50. ©Freepik.

Antes apuntado y ahora resumido. La realidad es que, por poco que sea la insolación, se produce daño celular. No hay necesidad de llegar a grados de quemado para que nuestra piel se esté resintiendo. Es decir, no hay insolación saludable. Hay grados, evidentemente, y en función de eso más o menos gravedad.

No obstante, confiarnos y pensar que no hay daño dérmico ni daño celular por no haber llegado al grado de quemadura es un error. Lo cierto es que se aumenta el envejecimiento celular y que, aunque no lo parezca por no producirse la quemadura, también aumentan los riesgos de melanoma, pues el bronceado predispone a los cánceres de piel.

Mito 5: sólo los rayos UVB son perjudiciales

Una mujer dentro de una cabina de bronceado
Los rayos que se reciben en las cabinas de bronceado también deben ser evitados. ©Freepik.

Hay dos tipos de rayos ultravioleta: los UVA y los UVB. Es cierto que son los segundos, más relacionados con la radiación solar, los que tienen peor prensa. Los primeros, por contra, son más abundantes en las cabinas de bronceado.

No obstante, la realidad es que ambos son perjudiciales para nuestra piel porque aumentan el envejecimiento de la dermis, generan sequedad y arrugas y, en resumidas cuentas, son poco deseables. De hecho, los salones de bronceado y este tipo de cabinas de bronceado también están vinculadas a la aparición de distintos tipos de cánceres de piel.

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