'Alto contenido en' y 'fuente de': cómo interpretar la información de los alimentos
Aunque parezcan lo mismo, la realidad es que no lo son, razón por la que conviene saber a qué se refieren cuando hablamos de vitaminas, proteínas o fibra
A priori, para una persona que no esté demasiado versada en el tema, los conceptos ‘alto contenido en’ y ‘fuente de’ podrían parecer sinónimos. Sin embargo, se trata de categorías de etiquetado de distintos productos que vemos a diario y que, como veremos, no son lo mismo.
Puede pasar con las proteínas, con la fibra y con las vitaminas y minerales. No porque no haya alimentos que no tengan un alto contenido en grasa o sean fuente de hidratos de carbono, sino porque a nivel etiquetado no se trata de motivos de los que presumir. O, al menos, de los que presumir tanto, razón también por la que estos supuestos no se registran en las normativas comunitarias.
Todo lo contrario que sucede con la fibra alimentaria, especialmente cuando se enriquecen determinados alimentos para aumentar esta cantidad. También sucede a menudo con las proteínas, de las que ya te hemos hablado en THE OBJECTIVE al distinguir entre proteínas de alto valor biológico o bajo valor biológico. Una misma evidencia que, cuando se habla de etiquetas, también apunta al uso de estos conceptos para las vitaminas y minerales.
De esta manera, pueden venir así etiquetados un sinfín de productos. La mayoría de ellos los vemos a diario en el supermercado y en el mercado. Esto sólo nos chiva una cosa: la mayoría de los productos con este tipo de declaraciones nutricionales no son los más recomendados de nuestra dieta. Más bien al contrario, habitualmente son alimentos procesados que necesitan recurrir a estos mensajes para parecer algo más saludables.
Como es lógico, a nadie se le ocurriría ir preconizando que la naranja es fuente de vitamina C o que el hígado de ternera tiene un alto contenido en hierro. Sin embargo, si se quisiera, podrían hacerlo, pero resulta tan evidente que van a venir cargados de ciertos beneficios que hasta resultaría irrisorio.
‘Alto contenido en’ y ‘fuente de’: qué son y en qué se diferencian
Distintos reglamentos, tanto nacionales como comunitarios, se encargan de estipular de qué hablamos cuando nos referimos a alto contenido en o fuente de. Insistimos en que pueden parecer sinónimos, pero no lo son. También puede haber un producto que tenga sólo una de las características o que, por ejemplo, pudiera tener ambas al mismo tiempo.
El hecho de tenerlas o no dejarlas de tener no tiene por qué significa además que se trate de un alimento más o menos recomendable. Esto se debe a que un alimento puede tener un alto contenido en determinado nutriente y, sin embargo, no ser tan recomendable, pero se ve mucho más fácilmente con determinados ejemplos.
Además, no se trata de una regla inamovible en cuanto a las cantidades de determinado nutriente, como veremos a continuación. Por ejemplo, cojamos el caso de la fibra. En este sentido, pueden ser alimentos con alto contenido en fibra o alimentos que son fuente de fibra.
Para el primer caso debe incluir como mínimo 6 gramos de fibra por cada 100 gramos de producto o, en su defecto, 3 gramos de fibra por cada 100 kcal. En el caso de la fuente de fibra, debe ser al menos 3 gramos de fibra por cada 100 gramos de producto o 1,5 gramos de fibra por 100 kcal.
En el caso de la proteína, que también suele presumir, se considera fuente de proteínas cuando éstas aportan el 12% del valor energético del producto. Por su parte, el alto contenido en proteínas se da cuando las proteínas suponen al menos el 20% del valor energético del alimento.
La excepción de las vitaminas y minerales
Distintos es el caso cuando medimos vitaminas o minerales, donde el concepto es más ambiguo y queda a la interpretación de la Directiva 90/496/CEE. Si se interpreta, veremos que en la práctica se entiende como fuente de vitaminas a aquellas que superen al menos el 15% de la cantidad diaria recomendada. Esta cantidad, siempre entendida en 100 gramos o en 100 mililitros, o en el caso de hablar de envases, cuando éste suponga una única porción.
En el ejemplo de hablar de alto contenido en vitaminas o minerales, la cosa vuelve a cambiar. Ya en la práctica se considerará un alto contenido aquel que tenga al menos un 30% de la cantidad diaria recomendada. De nuevo, como es evidente, sobre una medida estándar de 100 gramos o de 100 mililitros.