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Dolor de cabeza: por qué aumentan en verano y cómo prevenirlos

El sol, el alcohol, los olores intensos, la deshidratación… Los enemigos se multiplican durante las vacaciones

Dolor de cabeza: por qué aumentan en verano y cómo prevenirlos

Una mujer con dolor de cabeza durante las vacaciones | Freepik

Dolor de cabeza, migraña, cefaleas, cefalalgias… Cuatro nombres que para muchos españoles son demasiado frecuentes a diario. Para otros, quizá no tanto. Sin embargo, comprueban que durante el verano el dolor de cabeza se multiplica. Más frecuente, más pesado y, sobre todo, más difícil de explicar.

Así sucede en los meses de más calor, donde no siempre encontramos justificación al porqué de este malestar cotidiano que, además, sacude hasta el 90% de la población. Son datos de la Sociedad Española de Neurología, que además hace una necesaria distinción entre cefaleas primarias y secundarias. En las primeras, las cefaleas por tensión se llevan la palma, seguidas de cerca por las migrañas. En el segundo caso, las reinas son las cefaleas por resaca, a poca distancia de las cefaleas por fiebre.

Nombres que nos suenan a todos, por desgracia. Más aun durante los meses de verano, como explica una investigación de la Universidad de Harvard, que avala que el aumento de las temperaturas podría estar detrás del dolor de cabeza más frecuente que sufrimos en verano.

Las causas del dolor de cabeza en verano

Una mujer se despierta con dolor de cabeza
El calor nocturno también suele venir acompañado de dolor de cabeza. | Freepik

El calor y la subida de las temperaturas es uno de los peores enemigos para nuestra cabeza. Especialmente si, como suele suceder, nos exponemos a la insolación directa. Más aún en los momentos de más radiación solar y, por extensión, a los de temperaturas más elevadas.

Esto también se consolida con el cambio en las presiones atmosféricas, también frecuente en verano. En ambos casos, altas temperaturas, calor y modificaciones en la presión atmosférica irían de la mano. El motivo es que dilatan las arterias —lógicamente, también las de la cabeza— y generan esa mayor presión que desembocaría en vasos sanguíneos ensanchados y el riesgo pertinente de dolor de cabeza.

También sucede debido a la insolación, incluyendo el agotamiento por calor. Los síntomas de la insolación, debido a esa exposición prolongada a los rayos solares, son los mismos que se producen con un golpe de calor. Dolor de cabeza, debilidad, mareos, calambres e incluso ciertos síntomas neurológicos como la somnolencia o la desorientación son frecuentes.

El doble riesgo del alcohol

A ello hay que añadir un cuarto factor, también muy vinculado al verano: la deshidratación. Es aquí también donde vamos a ver el concurso de ciertos hábitos, como el del aumento del consumo de alcohol. Huelga decir que el aumento de las temperaturas va asociado a una mayor sudoración. Por este motivo, deberíamos recuperar líquidos e hidratación con más constancia que en otras épocas del año.

Además, no se trata sólo del hecho de ingerir líquidos para evitar el dolor de cabeza. También de tomar productos que permitan la reposición de electrolitos y sales minerales. En ciudades como México DF es popular la ingesta del denominado ‘suero’, que no es más que una mezcla de agua, zumo de limón y sal. Algo que también se consume a menudo en Catania, en la isla italiana de Sicilia, aunque bajo el nombre de seltz. Por eso, no se trataría sólo de tomar agua, sino también de reintegrar esos minerales como el sodio en nuestro organismo.

Rehidratarse con cabeza

Entre esas citaciones, retomemos el papel del alcohol. Como es bien sabido y ya te explicamos en THE OBJECTIVE, el alcohol es un elemento diurético. Por tanto, favorece la diuresis y la expulsión de orina. Cuando lo ingerimos, bloquea el trabajo de la conocida como hormona antidiurética o arginina vasopresina (también llamada argipresina), favoreciendo la excreción de orina.

Una mujer con dolor de cabeza mientras trabaja
Conviene rehidratarse con productos que también repongan electrolitos y aporten minerales. | Freepik

Entraríamos así en un círculo vicioso entre la ingesta de líquidos que, sin embargo, no están hidratándonos, ya que aumentan las ganas de ir al servicio y, por tanto, de seguir eliminando sales minerales que no estamos reponiendo. Por este motivo, concebir como refrescantes o hidratantes determinados productos alcohólicos como pudiera ser la cerveza es un error. No sólo por la resaca directa, sino por generar ese dolor de cabeza extemporáneo.

Cinco claves para evitar el dolor de cabeza en verano

El primer paso es no exponernos en demasía ni al sol ni a la luz. Eso supone los momentos en los que vayamos a playas, piscinas o hagamos excursiones, limitando al máximo la exposición en las horas centrales del día. Es decir, las que más insolación supongan y más radiación solar directa impliquen.

También conviene evitar fragancias y/o perfumes muy potentes, como también sucede con ciertos olores de protectores solares, pues hay personas con ciertos grados de hipersensibilidad a olores demasiado intensos, por lo que evitarlos en verano podría ser una solución. Como es lógico, también es fundamental que nos mantengamos hidratados, prestando atención no sólo al hecho de consumir agua.

En un sentido parecido, hemos de recordar que, aunque nos cueste, debemos mantener ciertas rutinas alimenticias. Productos frescos como el gazpacho, la mazamorra o el salmorejo nos pueden venir bien, porque aportan hidratación, vitaminas y minerales. En cualquier caso, conviene no caer en la desidia alimenticia por el calor, pues el agotamiento y la fatiga también se vinculan al dolor de cabeza.

También, entre las evidencias, encontramos el hecho de evitar hacer ejercicio en circunstancias de calor elevado, sea interior o exterior, pues del mismo modo supone elevar la sudoración. También implica aumentar la presión sanguínea y dilatar tanto venas como arterias, dos razones que ya hemos comprobado anteriormente que se relacionan con el dolor de cabeza.

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