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Qué comer durante una ola de calor: ocho alimentos y dos claves a través de la dieta

Hay formas de mantenerse a tono sin andar sufriendo con la cuchara a cuestas

Qué comer durante una ola de calor: ocho alimentos y dos claves a través de la dieta

Una ensalada. | Freepik

Tan puntuales al verano como los chiringuitos y las canciones, las olas de calor se suceden a lo largo de los meses de junio, julio y agosto. Su aparición, aparejada a un aumento puntual de las temperaturas, acaba teniendo consecuencias imprevistas para nuestro organismo, incluyendo el suplicio de comer durante una ola de calor. Como es evidente, siempre se recomienda no realizar actividad física en las horas de más calor, además de protegerse convenientemente del sol en caso de tener que salir a la calle.

Sin embargo, también hay que cuidarse por dentro y comprender cómo alimentarnos en estos episodios que coquetean con los 40º centígrados. El aumento de las temperaturas lleva en el mismo pack otros incrementos. Más cansancio y más fatiga, aumento de los riesgos cardiovasculares, del dolor de cabeza (que aumentan en verano, como ya te explicamos en THE OBJECTIVE) o de la presión arterial que convierten en un auténtico incordio estas situaciones, además de amenazar directamente a nuestra salud.

Por si fuera poco, también caemos en cierta inapetencia. Las altas temperaturas, cercanas a nuestra temperatura corporal, invitan al ‘organismo’ a no comer tanto porque no necesitamos tantas calorías para mantener nuestra temperatura basal. De esta manera, el apetito o las ganas de comer se reducen. Si en esa ecuación añadimos otras incógnitas —bastante conocidas, todo sea dicho— como cambios en las rutinas y modificaciones en el ritmo de vida complican el sentarse a la mesa. Más aún si luego lo trasladamos a las complicaciones e inapetencias a la hora de comer durante una ola de calor.

Especialmente si los platos que pretendemos incorporar son pesados o calientes. Razón por la que conviene saber qué comer durante una ola de calor. Lo curioso, como es evidente, es que las diferencias no son abismales respecto al resto de recomendaciones veraniegas, pero sí conviene comprender un par de claves que resultarán prácticas.

Qué comer durante una ola de calor: la cesta de la compra

Una sandía, fruta ideal para comer durante una ola de calor
Conviene no dejar de lado los macronutrientes durante una ola de calor. | Freepik

Uno de los inconvenientes más habituales de la alimentación veraniega es que dejamos de lado ciertos macronutrientes. La búsqueda de elementos ligeros supone abandonar buena parte de las proteínas o grasas cotidianas. Todo lo contrario —en la teoría— de lo que sucede con elementos verdes como frutas u hortalizas. Sin embargo, también podemos abrir la puerta a legumbres, que tienen también proteínas, grasas e hidratos de carbono, en platos frescos como el hummus. Perfectos, en este caso, para comer durante una ola de calor.

O lo que suponen también las ensaladas de pasta. No obstante, para evitar una sensación de demasiada pesadez, las dietas veraniegas suelen ser ligeras e hidratantes. Por ello, conviene prescindir de comidas copiosas o particularmente grasas. De hecho, los alimentos más difíciles de digerir —como las proteínas— implican que nuestro estómago esté más tiempo ‘carburando’ para su digestión. Razón de más por la que conviene comer más despacio, facilitando la digestión de elementos nutricionalmente más densos, lo cual nos puede echar una mano si pensamos en comer durante una ola de calor.

No obstante, hay proteínas más fáciles de asimilar, incluso en el caso de las proteínas de alto valor biológico. El huevo, el pescado blanco —en detrimento del azul— o el pollo se digieren con más facilidad que la carne de ternera, de cerdo o que el pescado azul. Junto a ello, comprendamos ese papel proteico de las legumbres y también del marisco, que también es fácil de digerir.

Cómo mantener los nutrientes

Una ensalada de pasta
Las ensaladas de pasta son una buena forma de meter hidratos de carbono en la dieta veraniega. | Freepik

Lo único a apuntar en este caso, además del precio, es que tengamos precaución con el ácido úrico. No obstante, el marisco en platos frescos —como un salpicón— puede ser una buena forma de meter proteínas en la dieta.

Del mismo modo, conviene prestar especial atención a alimentos que incorporen una buena cantidad de agua a la dieta. De esta manera conseguiremos mantenernos hidratados. Por eso, ciertas cremas frías o sopas como el gazpacho o el salmorejo pueden ser buenas opciones para comer durante una ola de calor.

En cualquier caso, no se trata de prescindir de macronutrientes, sino de seguir buscando el equilibrio nutricional. Tal y como aconseja el plato saludable de Harvard. Por eso, es común que caigamos en cierta desnutrición —que se puede apoyar en la fatiga y en la propia anemia— en verano al no ingerir los suficientes nutrientes.

Comer también es una cuestión de temperatura

Un bol con gazpacho
Platos como el gazpacho permiten aumentar la ingesta de líquidos de manera sencilla. | Freepik

Dilema largamente extendido el de comer frío o comer caliente en verano. Es posible que la tentación y cierto sentido común nos recomiende alimentos fríos al comer durante una ola de calor. Curiosamente, esto no tiene por qué ser así. De hecho, se trata de un efecto placebo refrescante, pero a la hora de la digestión la cosa cambia.

Aunque sea de forma mínima, nuestro cuerpo ‘templa’ la comida fría que ingerimos, suponiendo un extra de consumo de calorías para ‘calentar’ esa comida. Al producirse esto, nuestra temperatura corporal aumenta y, por tanto, también aumentará la sudoración. Es una especie de círculo vicioso, pero también virtuoso, pues sudar nos refresca. En cualquier caso, este gasto extra de energía es mínimo. Por tanto, no es apenas comparable al gasto que necesitarían las digestiones de platos más grasos y contundentes.

No obstante, recordemos que en ciertas culturas de climas cálidos como las zonas desérticas del Sáhara o en las costas brasileñas, el remedio para el calor es consumir bebidas muy calientes. ¿Por qué? Pues precisamente porque aumentan la sudoración y con eso consiguen bajar la temperatura corporal a través de tés, infusiones o cafés al mismo tiempo que reintegran líquidos. ¡Ojo! Esto no quiere decir que sólo deban ser tés, café o agua, pues cuando sudamos también perdemos sales minerales y electrolitos. Razón por la que deberíamos también reintegrarlos.

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