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Comer acompañado: tu organismo lo pide por estas tres importantes razones

La compañía en la mesa, aunque parezca un tema menor, puede hacernos más bien del que creemos

Comer acompañado: tu organismo lo pide por estas tres importantes razones

Una comida familiar | Freepik

Quizá no escuches demasiado a tu organismo a la hora de comer. No hablamos tampoco de ser generosos compartiendo platos, pero sí de entender que comer acompañado, aunque parezca un gesto de lo más trivial, puede tener beneficios para tu salud. No de forma directísima, evidentemente, pero sí hay literatura científica que avala que, a la hora de comer, el mejor solo que mal acompañado no aplica.

Entendido dentro de unos límites, evidentemente. Lo cierto es que, en España, como en tantos otros países de nuestro entorno, comer acompañado a diario se torna una rara avis. Diferentes momentos en el trabajo lo pueden posibilitar, pero también es cierto que el tiempo del que se dispone no suele ser mucho. Cosa que también se traslada al hogar en el momento de la cena. No obstante, los patrones han cambiado paulatinamente de cómo comían nuestros abuelos a cómo lo hacemos nosotros.

Irónicamente, en generaciones con menos comida disponible, sus comidas o cenas podían ser más largas. Como veremos, también más beneficiosas en ciertos aspectos para nuestra salud. Descartado de la ecuación el hecho de comer delante de una pantalla, de lo cual hay estudios que demuestran sus inconvenientes, lo cierto es que algo tan trivial como comer acompañado nos puede hacer más bien de lo que parece.

No es, evidentemente, una razón meramente nutricional —aunque importa—. Es más relevante, se cita a menudo, el componente social que comer acompañado acaba generando que, como insistimos, luego acaba trasladado a virtudes también nutricionales.

Los riesgos de comer solo (o distraídos con pantallas)

Una mujer joven come delante del ordenador
Comer delante del ordenador puede provocar que prestemos menos atención a lo que comemos. ©Freepik.

Comer delante de una pantalla y en soledad, bien sea el ordenador, el teléfono móvil o la televisión, nos hace un flaco favor. De hecho, parte de la ironía estaría en que de flaqueza no tiene nada. Diversas investigaciones reportan que comer delante de las pantallas no nos hace ningún bien. Algo de lo que ya te hablamos en THE OBJECTIVE al explicar los fallos más comunes al comer en el trabajo.

Aunque los estudios son relativamente recientes (pues el hábito, en cierta medida, lo es), las conclusiones apuntan en una misma dirección. Lo que sí es cierto es que, en términos generales, se produce una reducción de la alimentación intuitiva y se aumenta el riesgo de los desórdenes alimenticios.

La pérdida de la consciencia a la hora de comer repercutiría en el tipo de alimentos y también en cómo estos se ingieren. Es decir, comer solo y hacerlo delante de una pantalla aumenta el nivel de distracciones, haciendo más rápida la ingesta y, además, al perder el foco en la comida, corremos el riesgo de consumir alimentos menos nutritivos o menos recomendables.

Más dulces y más snacks, como también indicaba este estudio (si bien es cierto que adscrito a la pandemia del covid-19), formaban así parte de dietas cada vez más calóricas. No obstante, hay ejemplos que también apuntan en un sentido contrario: comer solo podría suponer ingerir menos nutrientes de los necesarios.

Los beneficios de comer acompañado

En su caso, como decíamos al principio, comer acompañado va asociado a unas reglas de socialización. No nos extraña, pues el ser humano es un ser social por naturaleza y haber prescindido de este gesto puede traer consecuencias. Si bien puede parecer algo trivial de lo que no hay mucha constancia científica, la evidencia apunta en el otro sentido.

Un grupo de amigos comen acompañados
Aunque comer acompañado implica ciertos beneficios, se debe evitar el efecto mímesis por el que acabemos comiendo alimentos más calóricos. ©Freepik

Hay estudios que avalan que se produce en determinados casos un fenómeno de mímesis al comer acompañados, emulando lo que el otro come. Esto, si se traduce en buenos patrones alimenticios, repercutiría positivamente en nuestra ingesta calórica y de nutrientes.

Razón por la que comer acompañado en familia, incluyendo alimentos más saludables, reforzaría esa realidad doméstica en niños y menores. En cualquier caso, comer acompañado también tiene sus riesgos. Es posible que se coma más cantidad o alimentos menos recomendables, especialmente si compartimos mesa con alguien que pide alimentos más calóricos.

Sin embargo, el patrón más acusado de comer acompañado no sólo se da por lo que comemos, sino por cómo lo comemos. En este sentido, comer acompañados, explican diversos investigadores, aumenta el tiempo de la ingesta, favorece la digestibilidad y aumenta la saciedad. Tres relaciones que podrían explicar parte de los beneficios nutricionales de estas comidas con compañía y repercutir en nuestro peso.

Además, el otro factor diferencial tiene un componente estrictamente social. Comer acompañado favorece nuestra sociabilidad, un factor clave —junto al deporte, la alimentación y el descanso— en nuestra salud en términos generales, según este estudio de la Universidad de Oxford.

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