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Comer en el trabajo: seis errores insanos que solemos cometer

Comer rápido, no beber agua, o comer delante del ordenador son pésimas ideas para que nuestra comida no siente bien

Comer en el trabajo: seis errores insanos que solemos cometer

Un hombre come arroz en su puesto de trabajo | ©Freepik.

Desde que nos despedimos de la pandemia hemos recuperado ciertas costumbres que creíamos olvidadas. La de comer en el trabajo es una de ellas, pero este pequeño gesto cotidiano puede tener más perjuicios para nuestra salud de los que a priori podríamos creer.

Ya no se trata de ver cuál es el menú que estamos teniendo en casa o en el trabajo, y tampoco de comprobar si la cantidad de proteínas, grasas e hidratos de carbono es la adecuada para llevar una dieta equilibrada. A todos a un puesto fijo, poco tiempo para comer, las prisas y las entregas…

Es triste constatar que comer en el trabajo, más allá de un momento de asueto y de calma para nosotros mismos (que es lo que debería ser), se convierte en una contrarreloj perniciosa que lo único que provoca es más estrés y ansiedad en el empleado.

Viviendo de tupper, viviendo de menú del día o simplemente tirando por el típico bocadillo que encontramos en el bar de la esquina, las opciones de comer en el trabajo son muchas y muy variadas, pero no siempre especialmente nutritivas ni saludables. Sin embargo, hay pequeños gestos que incluso con comidas saludables y nutritivas, pueden convertirse en errores que arrastren nuestra productividad y nuestra salud.

Evidentemente, no todos los trabajos son iguales ni la forma de comer en el trabajo es la misma siempre. Incluso en esas típicas incursiones que hacemos a otros restaurantes durante la jornada laboral pueden ser el origen de ciertos errores que no deberíamos estar cometiendo. En cualquier caso, veamos qué errores cometemos los españoles cuando vamos a comer en el trabajo más allá de que nuestro tupper no sea ni el más sano ni el más equilibrado.

Comer en el trabajo: seis errores insanos que cometemos

Una mujer habla por teléfono mientras come
Deberíamos conceder a la hora de comer en el trabajo el tiempo que merece. ©Freepik.

El diccionario y el refranero español están llenos de frases con cierto sentido. El clásico «vísteme despacio que tengo prisa» nos viene que ni pintado para avalar que comer con prisa nunca va a ser una buena idea. Estoy en el trabajo, sea en casa o sea en la parada del autobús no va a ser una buena idea.

Otro clásico como es «zapatero, a tus zapatos» nos vendría perfectamente al pelo para explicar porque deberíamos centrarnos en comer en vez de estar haciendo otras tareas cuando se supone que deberíamos estar en ese momentito de pausa. Todos estos consejos son además extrapolables al teletrabajo.

Comer demasiado rápido

Por mucho que nos pese, la comida debe masticarse para ser lo más digerible posible para que lo que estamos ingiriendo se convierta en nutrientes, sea lo más fácil para nuestro estómago y para nuestro sistema digestivo.

Deberíamos masticar la comida hasta que el bolo alimenticio sea lo suficientemente asimilable por nuestro esófago como para no molestar y como para facilitar esa tarea al estómago. Si engullimos, en vez de masticar, lo único que conseguimos es aumentar el riesgo de atragantarnos, de sufrir reflujo gastroesofágico, o de forzar a una hipotética hernia de hiato.

No prestar atención a lo que comemos

Una mujer se distrae con el teléfono móvil mientras come en su hora de trabajo
Distraernos de la comida puede suponer que le mandemos información errónea del cerebro. ©Freepik.

Es inevitable que comer en el trabajo no suponga generalmente un gran deleite gastronómico. Eso lo tenemos más o menos claro, pero eso no quiere decir que no prestemos atención a lo que estamos comiendo. No por el hecho de disfrutar más o menos de la comida, que también, sino porque no estaremos centrando nuestro objetivo en lo que debemos hacer: comer y nutrirnos.

Al no prestar esa atención, lo que conseguimos es que nuestro cerebro siga haciendo otro tipo de actividades y no esté centrado en el hecho de saciarse y de comprender que el estómago se está llenando. Además, si esto lo alternamos con comer demasiado rápido, provocaremos que nuestro estómago realmente no tenga tiempo de transmitir esa información de saciedad.

Es por eso que muchas veces después de comer en el trabajo de forma muy precipitada, volvemos a tener hambre a las pocas horas. Por este motivo conviene que no estés jugando con el teléfono móvil, realizando llamadas, mandando mensajes instantáneos o, peor aún, trabajando todavía mientras comes.

Comer de pie

Comer de pie solo está bien pensado cuando estamos en un cóctel o en una boda y estamos picoteando algo antes de entrar a cenar. Comer de pie en el trabajo es una mala idea por varios motivos: el primero de ellos es que perdemos esa consciencia de que estamos comiendo, lo que puede que a corto y medio plazo nos origine más hambre porque tenemos la sensación de que no hemos comido nada.

No es lo único que puede ocurrir. También puede suceder que al comer de pie estemos apostando por una comida que no es ni tan saludable ni tan nutricionalmente recomendada como deberíamos esperar, ya que es muy frecuente que caigamos en tentaciones de snacks, picoteos, aperitivos o comida rápida que lo único que vayan a hacer es llenarnos de forma puntual y a las pocas horas volvamos a tener hambre.

No beber mientras comemos

Una madre ofrece un vaso de leche a su hija con unas galletas
Beber mientras comemos nos ayuda a ser más digeribles nuestras comidas. ©Freepik.

Aunque no es una condición sine qua non para comer en el trabajo o comer en casa, siempre es conveniente que cuando estemos comiendo ingiramos algún tipo de líquido, especialmente agua. No se trata de abrir la veda durante la hora de la comida en el trabajo para dedicarnos a la cerveza o el vino, Sino de comprobar que cuando ingerimos agua (no otras bebidas que sean carbonatadas, azucaradas o alcohólicas), nos puede venir bien para fomentar la motilidad, para aumentar la sensación de saciedad y también para lubricar el tracto intestinal.

Beber agua durante las comidas nos va a venir bien para favorecer esa digestión y también para que en la primera fase de la ingesta, es decir, la masticación ayudemos a la formación del bolo alimenticio. Es muy frecuente que cuando comemos en el trabajo obviemos el hecho de beber, pero es un error que es muy fácilmente subsanable. Además, como hemos explicado en otras ocasiones, es conveniente que la bebida que giramos cuando comemos no sea fría. Tampoco ha de ser caliente ni ardiendo, pero con que esté a temperatura ambiente será suficiente.

Este pequeño matiz de temperatura simplemente obedece a una sensación y una necesidad de nuestro cuerpo: cuando empezamos a comer nuestro organismo se centra en mandar sangre al estómago, responsable de la digestión. Si lo que hacemos es añadir líquidos que reducen nuestra temperatura corporal, nuestro organismo se ve obligado a hacer un esfuerzo extra de enviar sangre para mantener la temperatura con lo cual ralentizamos ligeramente la digestión.

Comer en el puesto de trabajo

Un hombre se prepara para comer en el trabajo
Comer en el trabajo delante de la pantalla y no desconectar es una mala idea. ©Freepik.

Es posible que pases en el puesto de trabajo, si eres un trabajador eficiente y aplicado, más de siete u ocho horas al día. Si además de esas siete u ocho horas, pasas la hora que te corresponda para comer en el trabajo también sentado en un puesto de empleo es bastante posible que eso acabe generándote estrés, ansiedad y cierto malestar y sensación de quemazón.

La hora de comer, no es solo un momento destinado a nutrirnos, sino también a socializar, a distraernos y a salir un poquito de la rutina cotidiana que el trabajo marca. Comer en el trabajo delante del ordenador es una mala idea porque nos da la sensación de que no dejamos de hacer todo el rato la misma tarea.

Comer solo

Una mujer manifiesta su desencanto y frustración en el puesto de trabajo
Conviene aprovechar los momentos de soledad cuando comemos para dedicarlos a nuestro propio descanso. ©Freepik.

Trivializar y socializar en el trabajo son dos elementos fundamentales para no amargarse y para que el trabajo no se acabe haciendo bola. Si además de trabajar muchas horas, de no movernos de nuestro puesto de trabajo, de comer rápido y de no beber, lo hacemos comiendo solos, estamos generando un caldo de cultivo peligroso para que el trabajo nos acabe amargando más de la cuenta.

La hora de comer realmente no está solo indicada para ese momento de deglutir, sino para aumentar la interacción entre los empleados y favorecer una comunicación que no siempre será de la misma manera en el puesto de trabajo. Comer solo es una mala idea, tanto en el trabajo como fuera de él, aunque de forma puntual es posible que no quede más remedio. Lo conveniente en estos casos es, cuando podamos comer solos, ser conscientes de este momento de calma y disfrutarlo.

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