Estos son los cinco hábitos diarios que reducen el riesgo de desarrollar demencia
Establecer estos hábitos es vital para reducir el riesgo de aparición de este trastorno neurodegenerativo
La demencia afecta a millones de personas en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, actualmente hay más de 55 millones de afectados de este trastorno en todo el mundo. Asimismo, cada año se diagnostican casi diez millones de casos nuevos.
Este trastorno —que no enfermedad—, que suele aparecer a partir de los 65 añsos, está asociado a un deterioro crónico y generalmente irreversible de la capacidad cognitiva es uno de los grandes enemigos de una población envejecida. Además, es evidente que además hay un patrón concomitante —como indica la Sociedad Española de Neurología— vinculado al alzhéimer.
En este sentido, establecer determinados hábitos de vida saludables es vital para reducir el riesgo de aparición de este trastorno neurodegenerativo, caracterizado por la pérdida progresiva de funciones cognitivas.
Estos son los cinco hábitos diarios que reducen el riesgo de desarrollar demencia
La adopción de hábitos saludables no solo contribuye a una vida más plena y activa, sino que también puede aminorar el riesgo de desarrollar demencia.
Así, hay hábitos diarios que pueden combatir la demencia y reducir su impronta cotidiana. No obstante, como apuntan desde MSD Manuals, se trata de un deterioro cognitivo habitualmente irreversible. Sin embargo, podemos hacer, desde ya mismo, todo lo que esté en nuestra mano para evitar padecerlo.
Actividad física regular
Caminar, nadar o practicar ejercicio aeróbico, aumenta el flujo sanguíneo en la cabeza, promoviendo la salud cardiovascular. Esto no solo mitiga la aparición de enfermedades como la hipertensión y la diabetes, sino que también estimula la liberación de factores de crecimiento que favorecen una neurogenesis, la formación de nuevas conexiones neuronales, fortaleciendo la resiliencia cerebral y rebajando el riesgo de demencia.
Cualquier ejercicio aeróbico supone una mayor oxigenación muscular y, por tanto, una mayor carga de nutrientes al cerebro, lo que genera el llamado factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF por sus siglas en inglés) y que es primordial para la reparación y mantenimiento de las neuronas, así como de la formación de nuevas conexiones.
Dieta rica en antioxidantes y ácidos grasos omega-3
Una dieta sana puede ser una buena herramienta para frenar el desarrollo de la demencia. Así lo han demostrado estudios que refuerzan que la dieta mediterránea podría ayudar a combatir la demencia, así como comer pescados azules, verduras y legumbres y aceite de oliva.
Una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras, frutos secos y pescados grasos, tiene beneficios directos para la mente. «Los antioxidantes protegen las células del estrés oxidativo, mientras que los ácidos grasos omega-3 son componentes esenciales de las membranas celulares, contribuyendo a la salud y la función cerebral a largo plazo», asegura Sara Rueda, nutricionista de bluaU de Sanitas.
Sueño de calidad
Las personas que tienen patrones de sueño muy irregulares pueden tener un mayor riesgo de demencia que aquellas con patrones más regulares, según un estudio publicado en Neurology, la revista médica de la Academia Americana de Neurología. Los investigadores precisan que estos resultados no prueban que la irregularidad del sueño cause demencia, sino que solo muestra una asociación.
«Las recomendaciones sobre la salud del sueño suelen centrarse en dormir la cantidad recomendada, de siete a nueve horas por noche, pero se hace menos hincapié en mantener horarios regulares de sueño –afirma el autor del estudio, el doctor Matthew Paul Pase, de la Universidad Monash de Melbourne (Australia)–. Nuestros hallazgos sugieren que la regularidad del sueño de una persona es un factor importante a la hora de considerar el riesgo de demencia de una persona».
Estimulación mental continua
Mantener la capacidad de razonamiento a través de la lectura, el aprendizaje de nuevas habilidades o la participación en actividades intelectuales ayuda a construir reservas cognitivas. Estas reservas actúan como un amortiguador contra el deterioro cognitivo, proporcionando al cerebro una mayor capacidad para compensar los daños que puedan surgir con el tiempo, mitigando así el peligro de demencia.
Así, sería recomendable, por ejemplo, tocar instrumentos musicales o aprender idiomas. En ambos casos se aportan diferentes caminos, tanto en la prevención como ya con la manifestación sintomática de la demencia, contribuyendo las dos actividades a ralentizar esos síntomas. Así lo comprobó este estudio de la International Journal of Alzheimer’s Disease realizado en personas gemelas, el cual demostró que las que tocaban un instrumento tenían un 64% menos de probabilidades de desarrollar demencia.
Gestión efectiva del estrés
Sufrir este estado mental de forma crónica trae consigo efectos perjudiciales en la salud cerebral. «Llevar a cabo prácticas como la meditación, la respiración profunda o el yoga son eficaces para reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y promover la relajación», agrega Andrea Trujillo, psicóloga del citado centro.