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Los cinco beneficios de la kombucha

La kombucha se ha vuelto cada vez más popular gracias a sus múltiples ventajas para la salud

Los cinco beneficios de la kombucha

Kombuchas caseras | Pixabay

La kombucha, una bebida fermentada ancestral, ha ganado popularidad en los últimos años debido a sus numerosos beneficios para la salud.

¿Qué es esta bebida?

La marca española BioKombucha cuenta en un artículo para Yodona que las primeras referencias sobre el consumo de esta bebida se remontan al año 221 a.C. en China.

Es una mezcla de negro y verde con un toque burbujeante y un sabor que combina lo dulce y lo ácido. Se produce a través de un proceso químico en el que interviene una colonia de hongos gelatinosos y bacterias llamada Scoby.

La kombucha contiene una variedad de vitaminas como B1, B2, B3, B6, B12, ácido fólico, C, D, E y K, así como enzimas, levaduras, polisacáridos, ácidos orgánicos importantes y minerales como hierro, zinc, calcio, magnesio y potasio. Además, incluye una cantidad mínima de cafeína y alcohol, que no excede el 0,5%.

¿Cuáles son los beneficios de la kombucha?

Según explican en la farmacia FarmaZara, la kombucha posee propiedades antioxidantes, desintoxicantes, antisépticas y adelgazantes, lo que le brinda una amplia gama de beneficios. Algunos de los más notables son:

  1. Regula la flora intestinal: al ser una bebida probiótica, protege el sistema digestivo de microorganismos dañinos, mejorando la digestión y la función intestinal.
  2. Fortalece el sistema inmunológico: las bacterias y levaduras presentes en la kombucha refuerzan las defensas del cuerpo, previniendo posibles infecciones.
  3. Reduce el colesterol: además de elevar los niveles de colesterol bueno (HDL), contribuye a una mejor salud cardiovascular en general.
  4. Mejora la salud hepática y renal: favorece el correcto funcionamiento tanto del hígado como de los riñones.
  5. Ayuda en la pérdida de peso: con apenas 30 calorías por cada 100 mililitros, promueve la pérdida de peso.

Ingredientes y cómo prepararla

Aunque hay muchas marcas que ofrecen kombucha en el mercado, también es posible hacer esta bebida en casa.

Kombucha casera

Sin embargo, se necesita tener un poco de paciencia, ya que implica un proceso de fermentación similar a otros alimentos fermentados.

  • Té (25 gramos). Puedes elegir té verde o negro, preferiblemente orgánico y sin aditivos. Es mejor usar hojas sueltas en lugar de bolsitas de té.
  • Azúcar (250 gramos). Utiliza azúcar blanca regular.
  • Scoby. Este es el «sobrehongo» compuesto por bacterias y levaduras que fermentará el té y lo convertirá en kombucha.
  • Kombucha inicial. Un poco de kombucha que ya esté fermentada y que contenga el Scoby.
  • Agua mineral (3 litros).

Para una segunda fermentación opcional, también necesitarás:

  • Frutas, semillas, canela en rama, cáscaras u otros ingredientes de tu elección para agregar sabor.

Paso a paso

Para hacer kombucha, necesitarás un frasco de tres litros, una tela o malla con una goma para cubrir el frasco, una olla, tres botellas de litro con tapa de cierre metálico y un colador.

Asegúrate de que todo el equipo esté bien limpio y desinfectado antes de usarlo.

  1. Hierve un litro de agua.
  2. Retira el agua del fuego y agrega el té. Deja reposar durante 10 minutos.
  3. Cuela el té y viértelo en el frasco de 3 litros.
  4. Agrega el azúcar al té caliente y remueve hasta que se disuelva por completo.
  5. Añade los dos litros restantes de agua al frasco y deja reposar hasta que la mezcla alcance la temperatura ambiente.
  6. Una vez que el té azucarado esté a temperatura ambiente, coloca el Scoby en el frasco junto con una taza de kombucha antigua (té iniciador).
  7. Cubre el frasco con la tela y asegúrala con la goma.
  8. Coloca el frasco en un lugar oscuro y bien ventilado, como una despensa o alacena.
  9. Deja fermentar la kombucha durante tres o cuatro semanas.

Después de algunos días, notarás que se forma un nuevo Scoby en la parte superior del té. A medida que pasa el tiempo, la kombucha se vuelve más ácida y sus beneficios aumentan.

Para probarla, puedes usar una pajita limpia después de tres semanas. Si aún está dulce, espera una semana más antes de probarla de nuevo.

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