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Estas son las medusas más peligrosas de nuestra costa: cómo identificarlas y qué hacer

Aunque no todas son peligrosas, sí hay determinadas especies que merece la pena conocer para no llevarse sorpresas

Estas son las medusas más peligrosas de nuestra costa: cómo identificarlas y qué hacer

Una medusa en el fondo del mar. | ©Freepik.

Las medusas, conocidas por sus períodos de aparición estacional, son una presencia común en las costas españolas, especialmente entre la primavera y el final del verano. Durante el resto del año, muchas especies permanecen en forma de pólipo en el fondo marino o como huevos de resistencia en el plancton. Una amenaza que, como ya te contamos en THE OBJECTIVE con los insectos y sus picaduras de verano, planea sobre nuestras vacaciones.

Al ser organismos planctotróficos, se concentran en áreas ricas en plancton, cerca del talud continental, donde también se reproducen. La producción de medusas es muy variable y fluctúa mucho de un año a otro, aunque en las especies mediterráneas suele coincidir con los inicios de la primavera. Su presencia en las playas depende de determinadas condiciones meteorológicas como lluvias, vientos y corrientes marinas, llegando a formar enjambres que alcanzan concentraciones de decenas por metro cúbico.

También conviene saber que no todas las medusas son igual de abundantes. Tampoco son todas igual de virulentas, pues es cierto que hay medusas inofensivas. No obstante, las que no tienen riesgo para el ser humano son la menor parte, siendo la mayor parte de las que aparecen en nuestras cosas medusas perjudiciales.

Aparte de ello, es habitual pensar que las medusas no juegan ningún papel en el ecosistema y que mejor harían si desaparecieran. Nada más lejos de la realidad para estos organismos cnidarios prehistóricos que, incluso, son más antiguos que los dinosaurios. De hecho, se estima que la conformación de las primeras medusas se produjo hace 600 millones de años.

Pero, como decimos, cumple funciones dentro del ecosistema marino. Al alimentarse del plancton, mantiene también a raya la presencia de estas microalgas y, a su vez, también se alimenta de alevines y pequeños peces, controlando así la sobreabundancia de estos. Situada en la pirámide trófica marina en una escala bastante baja, las medusas también son parte habitual de la dieta de las tortugas. Por este motivo, es habitual que existan casos de ahogamiento de tortugas por alimentarse de bolsas de plástico, a las que confunden con su codiciadas medusas.

Por qué ahora hay más medusas que antes

La presencia de grandes bancos de medusas en las costas españolas durante el verano no es un fenómeno aislado en el Mediterráneo ni en otros mares del mundo. Estos episodios han sido particularmente notorios durante los meses de verano en los últimos años.

Una carabela portuguesa
El aumento de la temperatura del agua y la falta de precipitaciones favorecen su proliferación. ©Freepik.

La proliferación de enjambres y su acercamiento a la costa parecen haber aumentado, con varios factores climáticos y ambientales influyendo en este fenómeno. La disminución del régimen invernal de lluvias y el aumento de la radiación solar están relacionados con el incremento de medusas en las playas durante el verano. Esto sucede porque hay menos aportes de aguas dulces continentales y, por ende, una menor diferencia de salinidad entre las aguas costeras y las de mar abierto.

Otro factor relevante es la contaminación por hidrocarburos. En áreas donde se han producido vertidos de petróleo, se ha observado un aumento en las poblaciones de medusas. Esto se debe a que las bacterias que degradan los hidrocarburos sirven de alimento a copépodos, los principales alimentos de las medusas. De manera similar, los fenómenos de eutrofización costera en lugares como el Mar Adriático y el Mar Menor, donde los aportes de nutrientes orgánicos e inorgánicos han favorecido la proliferación de medusas.

La sobrepesca también juega un papel crucial en el incremento de las poblaciones de medusas, aunque no necesariamente en su llegada más frecuente a las costas. La disminución de las poblaciones de peces, que compiten con las medusas por el mismo alimento (plancton), favorece el desarrollo de estas últimas. En el Mar de Bering, por ejemplo, las poblaciones de medusas del género Chrysaora se han incrementado hasta diez veces debido al colapso de sus pesquerías. También en Namibia, una especie del mismo género ha visto aumentar su densidad. En ese caso, pasando de una relación de diez peces por medusa a tres medusas por pez.

Identificación de las medusas más peligrosas en nuestras costas

Una medusa llamada carabela portuguesa
Las carabelas portuguesas, sin ser las más frecuentes, sí son de las más peligrosas. ©Freepik.

Según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, las medusas más frecuentes de nuestras cosas son las siguientes: Pelagia noctiluca, Rhizostoma pulmo, Cotylorhiza tuberculata, Aurelia aurita y Chrysaora hysoscella. Aparte de esas especies, que son escifomedusas, hay otros grupos que también cierta presencia en nuestras aguas. En ese caso, citan a la Velella velella, la Aequorea forskalea, Carybdea marsupialis, Mnemiopsis leidyi y la carabela portuguesa (Physalia physalis).

No obstante, es importante comprender que no todas son peligrosas y que no todas se encuentran en la misma proporción. También hay que comprender que el tipo de mar, por aguas más o menos cálidas, no determina por sí mismo que existan más especies de medusas. Tampoco que pudieran ser más peligrosas. Aun así, hay tres que merece la pena remarcar para que sepamos que existen con abundancia y que son potencialmente dañinas.

Acalefo radiado o compás (Chrysaora hysoscella)

En este caso hablamos de una medusa de color blanco amarillento y con un diseño radial sobre la umbrela. Su aspecto recuerda a un conjunto de compases, de ahí el nombre. Puede llegar a medir hasta 30 centímetros y suelen aparecer en enjambres en aguas frías y abiertas. Tal y como sucede en las playas de Asturias, Cantabria, Galicia y País Vasco.

Su picadura tiene una peligrosidad elevada debido a la aparición de lesiones eritematosas y edema que producen heridas que pueden tardar en desaparecer. Aunque el hábitat más extendido es el Cantábrico, también se ha documentado su presencia muy puntualmente en el Mediterráneo. Como decimos, es una medusa frecuente y de peligrosidad elevada.

Medusa luminiscente (Pelagia noctiluca)

Si tuviéramos que dar el título de reina de la costa a una medusa sería a esta. La medusa luminiscente es de las más abundantes de nuestras costas y, aunque es de tamaño pequeño –no suelen pasar de los 20 centímetros–, su ‘picadura’ es muy dolorosa y persistente. Tanto como para provocar problemas respiratorios, cardiovasculares y dermatológicos que se pueden prolongar durante meses. Se reconoce fácilmente por su color rosado brillante o por la evolución de éste hacia tonos marrones claros.

Por este motivo, su peligrosidad se cataloga como alta y su frecuencia también como muy alta, siendo visita habitual en las playas de todo el litoral mediterráneo. Costa Brava, Islas Baleares, el litoral valenciano y la vertiente mediterránea de la costa andaluza son sus terrenos predilectos.

Avispa de mar (Carybdea marsupialis)

Sin ser extremadamente frecuente, conviene conocer a la avispa de mar. Su origen es tropical y subtropical, pero en la última década han aparecido enjambres en el Mediterráneo. No frecuentes, pero han aparecido. Parte del problema está en que esta medusa de color azulado y blanquecino, ligeramente transparente, vive a poca profundidad, lo cual hace que convivir con ella pueda ser frecuente. Hablamos de profundidades de, en torno, los 20 metros. Es pequeña, pues no mide más de seis centímetros, pero su picada en personas con determinadas patologías podría ser potencialmente mortal. Es por eso que su peligrosidad se tipifica como muy alta.

Cómo prevenir las picaduras de medusa y cómo tratarlas

Es recomendable usar crema solar, ya que además de proteger contra los rayos solares, puede aislar la piel de tentáculos de medusas. Ante una proliferación de medusas, evita entrar al agua, incluso en la orilla, y consulta al servicio de vigilancia de la playa si tienes dudas. No toques medusas muertas ni fragmentos, ya que su poder urticante persiste hasta 24 horas.

Si ves medusas sin señalización, avisa al puesto de vigilancia más cercano. La zona de rompiente es especialmente peligrosa por la posible concentración de fragmentos urticantes. Además, las personas que permanezcan mucho tiempo en el agua deben usar prendas protectoras como gafas, trajes de neopreno o lycra.

Tras una picadura de medusa, los primeros cuidados se centran en inactivar los cnidocitos adheridos, extraer restos, mitigar el dolor y desinfectar las lesiones. No se debe rascar ni frotar la zona afectada. Lavar con agua marina, nunca con agua dulce, y quitar los restos con pinzas o con las manos protegidas.

Luego se debe aplicar frío durante 15 minutos para aliviar el dolor, evitando el contacto directo del hielo con la piel. No usar amoniaco, vinagre ni orina. Los niños, ancianos y personas alérgicas pueden necesitar atención especial. En caso de síntomas graves, acudir al hospital. Desinfectar la herida con alcohol yodado dos o tres veces al día entre 48 y 72 horas y protegerla con pomadas antihistamínicas hasta su cicatrización para evitar infecciones.

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