Diplopía: qué es, por qué aparece la visión doble y cómo se trata esta patología de la vista
Aunque no es muy conocida, su aparición puede deberse a causas subyacentes muy peligrosas
La vista es una de nuestras herramientas sensoriales más valiosas. Sin embargo, también es una de las que más fácilmente se ven afectadas por diferentes patologías. Cada vez es más común que personas de todas las edades acudan al oftalmólogo por síntomas de visión doble, lo que suele ser un signo de una condición visual conocida como diplopía.
Aunque esta anomalía ha sido siempre tratada en oftalmología, su prevalencia en consultas ha aumentado en los últimos años. Lo cual en parte se justifica por el incremento de casos derivados del uso prolongado de pantallas y la fatiga ocular. La diplopía, que puede aparecer de forma súbita o progresiva, puede tener causas que van desde problemas musculares en los ojos hasta afecciones neurológicas más serias. Complicaciones de la salud ocular que, como hemos contado en varias ocasiones en THE OBJECTIVE, pueden tener mucho que ver con nuestros hábitos de vida.
La visión doble, o diplopía, no debe ser ignorada. Mientras que, en ocasiones, se presenta de forma momentánea y puede estar vinculada a la fatiga visual o el consumo de ciertos medicamentos, la aparición frecuente de este síntoma puede ser el primer indicio de una afección más compleja. Es fundamental que los afectados consulten a un especialista para recibir un diagnóstico adecuado y descartar problemas graves que puedan estar generando la distorsión visual.
¿Qué es la diplopía y cuáles son sus tipos?
La diplopía se define como la percepción simultánea de dos imágenes de un mismo objeto. En personas sanas, los ojos trabajan de forma sincronizada para enviar al cerebro una única imagen unificada. Sin embargo, cuando algo interfiere en este proceso, el cerebro recibe dos imágenes desfasadas, lo que genera la visión doble.
Existen dos tipos principales de diplopía: la binocular y la monocular. La diplopía binocular se presenta cuando ambos ojos están abiertos y suele estar relacionada con problemas en la coordinación de los músculos oculares. En cambio, la diplopía monocular, que ocurre en un solo ojo y persiste aunque el otro esté cerrado, suele ser menos común. Por este motivo se asocia más a problemas en la estructura del ojo, como una catarata o alteraciones en la córnea.
Además, la diplopía puede ser horizontal, si las imágenes se perciben una al lado de la otra, o vertical, cuando aparecen una encima de la otra. En algunos casos, puede presentarse incluso de forma diagonal. Todo ello depende en gran medida de la causa subyacente y de cómo afecta a la función de los músculos oculares.
Determinar si es momentánea o persistente también es fundamental. La diplopía transitoria, que dura apenas unos minutos o aparece ocasionalmente, suele estar relacionada con factores de fatiga o hipoglucemia. Por su parte, la diplopía crónica exige un estudio más exhaustivo para detectar si hay condiciones subyacentes como el párkinson. Cuando es persistente, no solo se afecta la claridad visual, sino que también genera una incomodidad significativa. Sobre todo porque el cerebro se esfuerza continuamente por intentar integrar las dos imágenes desfasadas.
¿Por qué se produce la visión doble?
La aparición de visión doble está relacionada con varias causas. Algunas de las cuales son benignas y otras pueden ser signos de problemas neurológicos o sistémicos. Una de las causas más comunes es el estrabismo, una condición en la que los músculos oculares no se alinean correctamente. Cuando esto sucede, los ojos apuntan en direcciones ligeramente distintas y, por ende, generan dos imágenes distintas. En la infancia, el cerebro suele adaptarse a este problema suprimiendo la imagen de un ojo. Sin embargo, en adultos, este mecanismo de compensación es menos eficaz, y la diplopía puede convertirse en un problema significativo.
Otra causa frecuente es la parálisis de algún nervio craneal que controla los músculos oculares. Esta parálisis puede deberse a infecciones, traumatismos o incluso a complicaciones de enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión. En estos casos, la diplopía puede surgir de forma repentina, y a menudo se acompaña de otros síntomas, como dificultad para mover el ojo en ciertas direcciones. La miastenia gravis, una enfermedad autoinmune que afecta los músculos, también es una causa destacada de diplopía, ya que produce una fatiga rápida de los músculos oculares.
Asimismo, las condiciones que afectan directamente al ojo, como las cataratas o el queratocono, también pueden provocar diplopía. En el caso de las cataratas, la opacidad del cristalino impide que la luz entre adecuadamente en el ojo, generando imágenes desdobladas, especialmente cuando se ve con un solo ojo. También, los problemas de refracción como el astigmatismo severo, que produce una curvatura irregular en la córnea, pueden generar una visión doble. Identificar el origen específico de la diplopía es el primer paso para decidir si el tratamiento debe centrarse en corregir una afección en el ojo o abordar problemas neuromusculares o sistémicos.
Tratamientos y opciones para la diplopia
El tratamiento de la diplopía depende principalmente de la causa subyacente y del tipo que sea. En casos de diplopía binocular causada por estrabismo, una opción común es la terapia con prismas en las gafas, que ayuda a desviar la luz y a alinear las imágenes para que el cerebro pueda fusionarlas.
También existen ejercicios oculares que mejoran la coordinación muscular y, en algunos casos, se recomienda la cirugía para corregir el alineamiento de los músculos oculares cuando otros tratamientos no han tenido éxito. En casos de parálisis de los músculos, los oftalmólogos pueden recomendar tratamientos para fortalecer los músculos y mejorar la movilidad del ojo afectado. Algo que, en general, ayuda a gestionar la patología.
Para la diplopía monocular, que suele estar relacionada con problemas de refracción o cataratas, el tratamiento va desde el uso de lentes especiales hasta la cirugía de cataratas para recuperar una visión clara. En estos casos, al corregir el defecto estructural, la visión doble generalmente desaparece por completo. Para aquellos pacientes con queratocono, el uso de lentes de contacto rígidas es una solución habitual. El principio se basa en mejorar la superficie corneal y reducir la visión doble.
En algunos casos en los que tiene un origen neurológico o autoinmune. Tal y como sucede en la miastenia gravis, donde el tratamiento implica el uso de fármacos específicos para controlar la enfermedad de base. De tal modo, también se consigue mejorar los síntomas visuales. Los corticosteroides o inmunosupresores son ejemplos de medicamentos que se utilizan para reducir la inflamación y fortalecer el sistema inmunitario.
Aunque algunos pacientes pueden experimentar una mejoría rápida, en otros la recuperación es gradual y requiere de un seguimiento constante con el especialista. La tecnología y los avances en oftalmología permiten que los tratamientos para la diplopía sean cada vez más personalizados, adaptándose a la causa y al tipo de visión doble que presenta cada paciente.