Cómo cuidar tus párpados: qué es la higiene palpebral y por qué importa a tu salud ocular
Muchas veces pasan desapercibidos, pero son la primera barrera de protección de los ojos
El uso de pantallas es una constante en nuestras vidas. Pasamos horas mirando el móvil, el ordenador o la televisión, y el precio de esta exposición prolongada no se paga solo en cansancio ocular, sino en un aumento de patologías visuales que antes no eran tan frecuentes. El ojo seco, la blefaritis (inflamación de los párpados) y el síndrome de fatiga visual son algunos de los trastornos que cada vez afectan a más personas. Estos problemas, lejos de ser menores, pueden influir en la calidad de vida y el rendimiento diario, especialmente si no se tratan de forma adecuada. Por eso, cuidar los párpados es más relevante de lo que parece.
Afortunadamente, existen prácticas de higiene ocular que pueden contribuir a prevenir algunos de estos problemas. Entre estas prácticas, la higiene palpebral —el cuidado específico de los párpados— ocupa un lugar importante y, sin embargo, es poco conocida y rara vez se incorpora a nuestras rutinas de cuidado personal. La higiene palpebral no solo tiene que ver con un aspecto estético; es, en realidad, una práctica esencial para preservar la salud ocular y evitar que el entorno urbano, las pantallas o ciertos hábitos dañen esta delicada parte del cuerpo. Tanto como para tener sus propias enfermedades.
Más allá de la apariencia de unos párpados bien cuidados, lo que está en juego es su función protectora. Los párpados juegan un papel clave en la defensa de los ojos frente a agentes externos y, en consecuencia, su buen estado contribuye a que nuestra vista se mantenga sana. Descuidarlos puede agravar o incluso provocar problemas oculares, así que veamos cómo el cuidado palpebral puede mejorar nuestra salud visual en un mundo cada vez más digitalizado.
Por qué debes cuidar tus párpados
Los párpados son los guardianes de nuestros ojos. Están diseñados para protegerlos de partículas de polvo, bacterias y demás agentes externos que pueden dañarlos. Al parpadear, los párpados actúan como un escudo que humedece la superficie del ojo y distribuye una fina capa de lágrimas para mantenerlo lubricado. Este simple mecanismo, que muchas veces pasa desapercibido, es esencial para la salud ocular y para la visión. Sin párpados saludables, el ojo se expone más a las irritaciones, el enrojecimiento e incluso a infecciones. Además, huelga decir que el envejecimiento también los resiente, como ya hemos explicado en THE OBJECTIVE.
En los últimos años, los problemas de los párpados han ido en aumento debido a factores como el estrés, la contaminación y, sobre todo, el uso excesivo de pantallas. Condiciones como la blefaritis y el ojo seco están directamente relacionadas con el deterioro de la salud palpebral. La blefaritis, por ejemplo, es una inflamación de los bordes de los párpados que suele estar asociada a una producción excesiva de sebo en las glándulas ubicadas en esta zona, lo que facilita la proliferación de bacterias y la acumulación de impurezas. Detalles que hacen que el cuidado de los párpados sea primordial.
Además, el acto de parpadear, aunque natural, se ve alterado cuando fijamos la vista en una pantalla durante largos períodos. En vez de parpadear entre 15 y 20 veces por minuto, como sería normal, cuando miramos una pantalla tendemos a reducir esa frecuencia, lo cual deja al ojo más expuesto y aumenta el riesgo de sequedad ocular. Este hábito, sumado a la falta de higiene palpebral, convierte a los párpados en una zona más vulnerable, que necesita cuidados específicos para mantener su función protectora.
Higiene palpebral: cómo se cuidan los párpados
La higiene palpebral consiste en una serie de prácticas sencillas que ayudan a mantener los párpados libres de impurezas y bacterias, evitando la obstrucción de las glándulas que los rodean. Estas glándulas, llamadas glándulas de Meibomio, son las encargadas de segregar la sustancia oleosa que lubrica el ojo. Una obstrucción de estas glándulas puede dar lugar a inflamaciones, como la ya mencionada blefaritis, y a la formación de orzuelos, entre otras patologías como el síndrome del párpado flácido. Algunas de ellas, como se sabe, se podrían controlar mejor con un cuidado de párpados y la higiene palpebral.
Para realizar una correcta higiene palpebral, se recomienda limpiar suavemente los párpados a diario con una solución específica, o bien, con agua tibia y un algodón limpio. Estos productos ayudan a retirar el exceso de sebo, restos de maquillaje o polvo acumulado durante el día. Es importante realizar esta limpieza de forma suave, sin frotar en exceso, ya que los párpados son una zona sensible. Las personas que usan lentillas o que trabajan durante horas frente a una pantalla deberían prestar aún más atención a esta rutina de limpieza. Por eso, quien mayor riesgo de sufrir problemas oculares también debería cuidar más sus párpados.
Además del cuidado externo, la hidratación interna es clave. Consumir alimentos ricos en omega-3, como el pescado azul o las nueces, puede ayudar a mejorar la salud de las glándulas palpebrales y a prevenir la sequedad ocular. También es importante beber suficiente agua y descansar los ojos regularmente, apartando la vista de la pantalla cada 20 minutos para permitir que el ojo y los párpados recuperen su humedad natural.