¿De qué debo protegerme en una situación traumática?

En momentos de gran dificultad, como los que surgen tras una experiencia traumática, nuestra mente y cuerpo pueden reaccionar de maneras inesperadas.

Es fundamental reflexionar sobre cómo cuidar de nosotros mismos para preservar nuestro equilibrio emocional y físico.

En un artículo para el ABC, Belén Colomina, psicóloga experta en mindfulness y meditación, asegura que protegernos no solo implica mantenernos a salvo del entorno externo, sino también atender nuestras necesidades internas con sensibilidad y compasión.

Autocuidado después de la DANA

La situación generada por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) ha dejado un impacto emocional significativo en muchas personas.

Incluso quienes no han vivido esta experiencia de forma directa pueden estar experimentando ansiedad, culpa, miedo, agotamiento, pesadillas o dificultad para dormir.

Según Colomina, estos síntomas reflejan cómo los eventos traumáticos generan emociones intensas que requieren atención. Y el autocuidado emocional es crucial para gestionar estos estados de forma saludable

Prácticas de autocuidado emocional

«Incorporar estas prácticas en tu día a día puede marcar una gran diferencia», explica la experta. Para Belén Colomina es esencial dedicar tiempo para meditar, relajarte y recordarte la importancia de vivir el presente con amabilidad.

Este enfoque no solo alivia el malestar, sino que también fortalece tu mente y cuerpo para afrontar los retos que puedan surgir.

1. Expresa y comparte tus emociones

Hablar sobre lo que has vivido o sentido en un espacio seguro, acompañado de personas que te brinden escucha activa y empatía, es una de las formas más efectivas de procesar el dolor. Evita juzgarte y permítete liberar la tensión emocional.

2. Reconoce y acepta tus emociones

No reprimas ni niegues lo que sientes. Aceptar tus emociones y darles un tiempo para ser procesadas es clave para superar la situación. Encuentra un espacio tranquilo donde puedas explorar tus sentimientos sin presiones.

3. Pon límites saludables

La sobreexposición a noticias o redes sociales puede intensificar la ansiedad. Establece límites amables, pero firmes para protegerte del desgaste emocional. Date permiso para desconectar cuando lo necesites.

4. Practica técnicas de relajación y mindfulness

Ejercicios como la respiración diafragmática, la meditación o el mindfulness te ayudan a reducir los niveles de ansiedad y a mantenerte en el presente. Estas prácticas no solo son útiles en momentos de crisis, sino que también fortalecen tu bienestar emocional a largo plazo.

5. Conecta con una red de apoyo

Las conexiones sociales juegan un papel fundamental en el manejo del sufrimiento. Hablar con amigos, familiares o grupos de apoyo puede aliviar la carga emocional y fomentar la resiliencia.

6. Realiza actividades gratificantes

Encuentra momentos para disfrutar de actividades que te relajen y te hagan sentir bien, como leer, pasear o hacer ejercicio. Estas pausas conscientes ayudan a reorientar tus pensamientos hacia estados más positivos.

7. Sé amable contigo mismo

Evita ser excesivamente exigente con tus emociones o progreso. Cada persona tiene su propio ritmo para sanar. Cultiva un diálogo interno compasivo que te permita avanzar sin comparaciones ni autoexigencias.

8. Busca ayuda profesional si lo necesitas

Cuando la ansiedad o el desgaste emocional son persistentes y abrumadores, acudir a un psicólogo puede ser un paso fundamental. Los profesionales de la salud mental pueden brindarte herramientas específicas para gestionar tus emociones y ofrecerte un espacio seguro donde sanar.

¿Por qué es tan importante el autocuidado?

El autocuidado es esencial porque nos permite preservar nuestro equilibrio emocional, físico y mental, especialmente en momentos de estrés o adversidad.

Marian Rojas, psiquiatra y autora, subraya que «cuidarse no es un acto de egoísmo, sino una manera de garantizar que podemos dar lo mejor de nosotros mismos«.

A través del autocuidado, fortalecemos nuestra capacidad para gestionar el estrés, regulamos nuestras emociones y desarrollamos una mayor resiliencia ante las dificultades, lo que impacta positivamente en nuestra salud integral.

Además, el autocuidado nos ayuda a prevenir el desgaste físico y emocional. Según Rojas, las personas que se dedican tiempo para recargar energías y cuidar de su bienestar experimentan una mayor claridad mental y un mejor manejo de las relaciones interpersonales.

Este proceso no solo beneficia a quien lo practica, sino también a su entorno, ya que permite establecer vínculos más saludables y fomentar un estado emocional equilibrado y positivo.