'Winter Arc': qué es la tendencia de TikTok que invita a ponerse en forma antes de fin de año
Descubriendo un pretendido estoicismo espartano para el siglo XXI con luces pero también sombras
Al ser humano le encantan las rutinas. También le encanta elegir un día concreto para llenarse de buenos propósitos. Nos pasa en verano, cuando empezamos a hacer planes para aprovechar el tiempo. Nos pasa en septiembre, a la vuelta de vacaciones y, necesariamente, nos pasa a principios de año. La perpetua invitación del ‘año nuevo, vida nueva’ tiene ahora un nuevo competidor, alentado por las redes sociales, especialmente TikTok, que se ha llenado del hashtag #WinterArc, pero ¿qué es realmente el Winter Arc?
Convertido en un nuevo acicate para ponernos en marcha, son infinidad de publicaciones las que florecen a costa del Winter Arc. Como en tantos otros buenos propósitos, parece que la pretensión es cambiar de un sedentarismo casi extremo a convertirse en poco menos que un Iron Man. Sabemos que esa realidad está completamente fuera del alcance y, sobre todo, que hay que leer una ingente cantidad de letra pequeña.
La esencia del Winter Arc es atacar a la procrastinación y a postergar nuestra toma de decisiones. Hacernos, como rezaría el letánico poema Invictus de William Ernest Henley: «Soy el amo de mi destino / Soy el capitán de mi alma». Sin embargo, el Winter Arc ni es para todo el mundo ni, sobre todo, exige que lo ataquemos en una época del año concreta.
Qué es el Winter Arc
La pretensión del Winter Arc, literalmente ‘arco de invierno’, apunta a no postergar el cambio físico y mental que queramos experimentar y fiarlo al Año Nuevo. La premisa es sencilla: ¿por qué espera al 1 de enero si, por ejemplo, le puedes ganar varios meses de ventaja y empezar en octubre?
Distinto cantar es que se haya bautizado así a un movimiento que, oficialmente, invita a comenzar la transformación en el mes de octubre, sometiéndonos a este cambio en apenas tres meses. Los fundamentos son sencillos: más deporte, más ejercicio, mejores hábitos alimenticios, una mayor calidad del sueño… Nada irreal y, como es evidente, nada que no deseáramos para nosotros mismos. Y conceptos de los que hemos hablado activamente en THE OBJECTIVE sobre bienestar.
Rozando el estoicismo, los popes que proliferan en redes sociales sobre el Winter Arc invitan a un comportamiento casi ascético. Propio de una disciplina que haría palidecer a un espartano, el Winter Arc, por ejemplo, pontifica sobre la hora a la que se debe despertar (y cuantas horas dormir), a la cantidad de ejercicio a realizar e, incluso, alimentar el culto a la mente y no solo al cuerpo.
De hecho, entre algunos de los postulados de ciertos promotores del Winter Arc se incluyen también cambios como una menor interacción en redes sociales, la reducción del consumo de pornografía –en el caso de que se haga– o que, incluso, se prescinda de mantener citas con otras personas.
La letra pequeña del Winter Arc
Diferentes personas, diferentes condiciones. Adaptar rutinas y dinámicas de personas que tienen obligaciones completamente distintas a las nuestras y hacerlas propias es del todo irreal. De hecho, lo que se apunta a menudo es que lo que es bueno para una persona puede no serlo necesariamente para otros.
Además, parte de los problemas de la adherencia a este cambio de actitud está en que, como es lógico, no tiene siempre una misma raíz. Algunos promotores se centran en lo dietético, insistiendo en beber más agua, en consumir colágeno o en mantener dietas ricas en proteínas. Otros hacen más hincapié en aumentar la cantidad de ejercicio, además de enfatizar en el hecho de aumentar el número de pasos recorridos al día. Muchos, también, ponen el foco en madrugar más y en dormir al menos siete horas al día. Algo de lo que se hacen eco en el portal estadounidense Mashable.
Del mismo modo, también hay un pretendido matiz cultural del Winter Arc en ese culto a la mente y a la productividad. Leer más, escribir un diario, prescindir del teléfono móvil figuran entre las pretensiones de los adalides del Winter Arc. Así hasta, en general, crear una suerte de decálogo de cambios.
No obstante, aunque aferrarse al Winter Arc no es necesario ni obligatorio, sí conviene verlo como una posibilidad de mejorar áreas concretas de nuestra vida. Es innegable que las premisas del método son loables. Sin embargo, la trampa está en la imposibilidad de no adaptarlas a nuestras propias exigencias y, sobre todo, a pretender lograr el cambio a corto plazo y en todos los sentidos. Ver el reflejo de las redes sociales –las mismas de las que el Winter Arc invita a salir– y la insatisfacción que pueda generar no conseguir los logros prometidos podría aumentar la frustración, como explican en The Guardian.