Medicina convencional vs. medicina frecuencial: las diferencias según Laura Gámez
Este campo es bastante diverso y abarca múltiples enfoques para entender y tratar la salud humana
A lo largo del tiempo, han surgido distintas perspectivas que buscan complementar o contrastar los métodos tradicionales.
Por ello, surge un diálogo fascinante entre enfoques clásicos y alternativas innovadoras, desafiando nuestras nociones sobre cómo cuidamos de nuestro bienestar.
Laura Gámez, quantum biophysics graduate y psicóloga especializada en salud integral, explica las diferencias entre la medicina convencional y la frecuencial.
Diferencias entre medicina convencional y frecuencial
La medicina convencional, también conocida como medicina alopática, se basa en un enfoque mecanicista y reduccionista. Esto implica que:
- Ve el cuerpo como una máquina segmentada: cada sistema o parte del cuerpo se analiza de forma aislada. Si alguien presenta un problema en un órgano, el tratamiento se enfoca exclusivamente en esa zona específica.
- Prioriza lo físico: el diagnóstico y el tratamiento se centran en el cuerpo físico, dejando de lado aspectos emocionales, mentales o espirituales.
- Método científico tradicional: utiliza pruebas empíricas y fármacos diseñados para tratar síntomas y patologías específicas.
Si bien este enfoque ha salvado innumerables vidas gracias a avances como antibióticos, cirugías y vacunas, su limitación radica en no abordar al ser humano como un todo integrado.
La propuesta de la medicina frecuencial
La medicina frecuencial, como explica Laura Gámez, parte de un principio fundamental de la física cuántica: somos energía y frecuencia.
Este enfoque considera que nuestra salud y bienestar están profundamente conectados con la vibración energética de nuestro cuerpo.
Visión holística: a diferencia de la medicina convencional, la frecuencial aborda al ser humano como un todo:
- Físico: el estado del cuerpo y sus órganos.
- Psíquico y mental: las emociones, pensamientos y patrones de comportamiento.
- Espiritual: la conexión con uno mismo y con el entorno.
- Relacional: las interacciones con otras personas y el medio ambiente.
Frecuencia y vibración: según esta perspectiva, un cuerpo que vibra de forma armónica es menos propenso a enfermar. Cualquier alteración en la frecuencia energética del cuerpo puede manifestarse como enfermedad.
Métodos integrativos:
- Utiliza tecnologías como resonadores biofrecuenciales, terapia de sonido y luz, y técnicas de reequilibrio energético.
- Complementa su enfoque con prácticas como la meditación, la alimentación consciente y la psicología positiva.
La ciencia detrás de la medicina frecuencial
La física cuántica ha revolucionado nuestra comprensión del universo, demostrando que todo está compuesto por energía, incluso lo que percibimos como materia sólida. Bajo esta premisa, los desequilibrios energéticos en el cuerpo podrían ser la raíz de muchas enfermedades.
Estudios recientes:
- Investigaciones en biofotones (partículas de luz emitidas por células vivas) sugieren que la salud está directamente relacionada con la coherencia de la energía en el cuerpo.
- El uso de frecuencias específicas, como en la terapia con sonidos, ha demostrado efectos positivos en la reducción del estrés y la mejora del sistema inmunológico.
¿Son enfoques excluyentes?
Laura Gámez enfatiza que no se trata de elegir entre uno u otro, sino de integrar lo mejor de ambos. Mientras que la medicina convencional es crucial para emergencias y patologías críticas, la frecuencial puede ser una herramienta poderosa para prevenir enfermedades, mantener el bienestar y complementar tratamientos tradicionales.
El futuro de la medicina: integración y conciencia
La medicina frecuencial nos invita a repensar nuestra relación con el cuerpo y la salud, reconociendo la importancia de la energía y la frecuencia en nuestro equilibrio vital. Como concluye Laura Gámez: «un cuerpo que vibra adecuadamente es un cuerpo que no va a enfermar»
Esto no solo alude a la importancia de mantener un equilibrio físico, sino también a la necesidad de cuidar nuestras emociones y pensamientos, ya que estos generan patrones energéticos que pueden fortalecer o debilitar nuestro organismo.
Al adoptar esta perspectiva, no solo buscamos tratar los síntomas cuando ya han aparecido, sino también transformar nuestra relación con el bienestar, avanzando hacia una salud integral y sostenible.