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Cuanto más mayor soy, más siento el frío: este el verdadero motivo según los expertos

La ingesta de medicaciones crónicas disminuye la sensación térmica corporal en las personas mayores

Cuanto más mayor soy, más siento el frío: este el verdadero motivo según los expertos

¿Por qué las personas mayores sienten más frío? | (Canva)

A medida que envejecemos, experimentamos una mayor sensibilidad al frío. Este hecho se debe a varias causas que van desde cambios fisiológicos hasta la aparición de enfermedades crónicas. Por eso, comprender estos factores es esencial para adoptar medidas que mejoren la calidad de vida en la tercera edad.

Y es que, la mayor sensibilidad al frío de las personas mayores es el resultado de una combinación de factores fisiológicos, patológicos y ambientales. Reconocer estas causas permite implementar medidas efectivas para mejorar el bienestar y la calidad de vida durante el envejecimiento.

Persona mayor arropada con una manta: (Canva)
Persona mayor arropada con una manta: (Canva)

Cambios fisiológicos asociados al envejecimiento

El proceso de envejecimiento conlleva una serie de transformaciones en el organismo que afectan a la normal regulación de la temperatura corporal. Una de ellas es la disminución de la masa muscular, conocida como sarcopenia. Puesto que, los músculos generan calor durante la actividad física, por lo que una reducción en la masa muscular implica una menor producción de calor, aumentando la sensación de frío.

Otro factor relevante es la ralentización del metabolismo. Con la edad, el metabolismo se vuelve más lento, lo que implica una menor producción de energía y, por ende, de calor corporal. Esta disminución metabólica contribuye a una mayor sensibilidad al frío en las personas mayores.

El impacto de las enfermedades

La prevalencia de enfermedades crónicas aumenta con la edad, y muchas de ellas interfieren en la regulación térmica del cuerpo. Por ejemplo, patologías cardiovasculares pueden afectar la circulación sanguínea, dificultando la distribución uniforme del calor y provocando una sensación de frío en las extremidades.

De esta forma, enfermedades como la diabetes puede dañar los nervios periféricos, alterando la percepción de la temperatura y aumentando la susceptibilidad al frío. Los trastornos endocrinos, como el hipotiroidismo, también son comunes en la gente mayor y afectan a la regulación de la temperatura corporal.

Las enfermedades aumentan la sensación de frio en las personas mayores: (Canva)
Las enfermedades aumentan la sensación de frio en las personas mayores: (Canva)

La influencia de los medicamentos

Las personas mayores suelen estar bajo tratamientos farmacológicos para diversas afecciones. Y es que, algunos medicamentos pueden influir en la percepción del frío. Por ejemplo, los betabloqueantes, utilizados para tratar hipertensión y otras enfermedades cardíacas, pueden disminuir la circulación periférica, aumentando la sensación de frío en manos y pies.

También los sedantes y ciertos antidepresivos pueden deprimir el sistema nervioso central, afectando la capacidad del cuerpo para regular su temperatura.

La recomendación de los expertos

Además de los cambios fisiológicos y las enfermedades, factores ambientales y conductuales pueden contribuir a la mayor sensibilidad al frío en la vejez, ya que las personas mayores pueden ser menos propensas a realizar actividad física regular, lo que disminuye la producción de calor corporal.

La nutrición también juega un papel crucial. Una dieta insuficiente en calorías o nutrientes esenciales puede reducir la energía disponible para la producción de calor. La deshidratación, común en personas mayores debido a una menor sensación de sed, puede afectar la regulación térmica, ya que el agua es fundamental para la distribución del calor en el cuerpo.

Cómo combatir el frío

Para contrarrestar la mayor sensibilidad al frío en la tercera edad, se pueden adoptar diversas estrategias como realizar ejercicios adecuados a la capacidad de cada individuo ayuda a mantener la masa muscular y a generar calor corporal. Una dieta rica en nutrientes y adecuada en calorías proporciona la energía necesaria para la producción de calor.

Además, de beber suficiente agua ayuda a mantener la función metabólica y la regulación térmica. Es importante recordar hidratarse incluso cuando no se sienta sed. También, utilizar varias capas de ropa permite conservar el calor corporal y adaptarse a cambios de temperatura. Por eso, vestirse con prendas de lana y el algodón es recomendable por su capacidad aislante.

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