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Una experta en neurocoaching explica el motivo por el que necesitas bajar el volumen al aparcar el coche

Lo que parece un reflejo automático, en realidad, una estrategia de nuestro cerebro para gestionar mejor la atención

Una experta en neurocoaching explica el motivo por el que necesitas bajar el volumen al aparcar el coche

Dos mujeres en un coche | Canva

Si alguna vez te has sorprendido reduciendo el volumen de la música mientras intentas aparcar, no eres el único. Es un gesto casi automático que muchas personas hacen sin cuestionárselo. Pero, ¿qué hay detrás de este comportamiento tan extendido? La respuesta está en el funcionamiento de nuestro cerebro y su manera de gestionar la atención y las distracciones. Y es que este acto, que parece un simple hábito, en realidad tiene una base científica sólida. La neurociencia cognitiva ha demostrado que la capacidad de atención de nuestro cerebro es limitada y que, en situaciones que requieren un alto nivel de precisión, tendemos a reducir cualquier estímulo que pueda interferir con la tarea principal. La conducción, especialmente cuando se trata de maniobras complejas como el aparcamiento, es un claro ejemplo de ello.

Según explica Victoria Bayón, neurocoach especializada en optimización cerebral, nuestra mente no es tan buena como creemos en hacer múltiples tareas a la vez. “Cuando aparcamos, necesitamos precisión y control, y la música, aunque parezca inofensiva, ocupa parte de nuestra capacidad de atención”, señala.

El papel de la corteza prefrontal

Para comprender mejor este fenómeno, es importante conocer el papel que juega la corteza prefrontal, la región del cerebro encargada de la toma de decisiones, la planificación y la concentración. Esta parte del cerebro actúa como un “director de orquesta” que filtra la información relevante y suprime las distracciones cuando es necesario. Bayón explica que la corteza prefrontal tiene una capacidad limitada para procesar información de manera simultánea. “Cuando intentamos realizar una tarea que requiere un alto grado de precisión, como aparcar en un espacio estrecho o calcular distancias mientras giramos el volante, el cerebro se ve obligado a priorizar y eliminar cualquier distracción innecesaria”.

En otras palabras, bajar el volumen de la música al aparcar es un mecanismo de autorregulación del cerebro. No se trata solo de comodidad, sino de un proceso neurocognitivo que nos permite enfocar todos nuestros recursos mentales en la tarea de estacionar correctamente el vehículo.

Vehículo
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La atención es un recurso limitado

La atención es un bien escaso en nuestro cerebro. Aunque muchas personas creen que pueden hacer varias cosas a la vez, numerosos estudios han demostrado que el ser humano no es realmente multitarea, sino que cambia rápidamente de una actividad a otra, lo que puede afectar su rendimiento. Cada estímulo externo, ya sea el sonido de la radio, una conversación en el coche o el ruido ambiental de la calle, ocupa una parte de nuestra capacidad de procesamiento. “Imagina que la atención es como un vaso que se llena con cada estímulo. Si hay demasiados sonidos o distracciones, ese vaso se desborda y nuestra concentración disminuye”, explica Bayón.

Cuando estamos conduciendo, parte de nuestra atención se divide entre varias tareas: mantener una velocidad adecuada, observar el tráfico, controlar los espejos y tomar decisiones en fracciones de segundo. Sin embargo, cuando llega el momento de aparcar, el esfuerzo cognitivo se intensifica, ya que se requiere precisión y coordinación motora. Al bajar el volumen de la música, nuestro cerebro puede concentrarse mejor en medir distancias, visualizar espacios y realizar los movimientos necesarios con el volante.

Factores adicionales que influyen en la concentración

Existen otros elementos que pueden afectar nuestra capacidad de concentración al aparcar:

  1. El nivel de fatiga: un cerebro cansado tiene más dificultades para filtrar distracciones y mantenerse enfocado en una sola tarea.
  2. El nivel de estrés: la ansiedad y la tensión pueden hacer que nuestro cerebro se sature más rápido, dificultando la toma de decisiones.
  3. La complejidad del entorno: aparcar en una calle estrecha con mucho tráfico, o en un estacionamiento con poca visibilidad, requiere un esfuerzo cognitivo aún mayor.
  4. La experiencia del conductor: los conductores novatos necesitan más concentración para estacionar correctamente, mientras que los más experimentados pueden hacerlo con menos esfuerzo.

Estos factores explican por qué, en determinadas circunstancias, incluso los conductores más hábiles sienten la necesidad de minimizar estímulos externos para mejorar su rendimiento.

Un mecanismo aplicable a otros ámbitos

Lo interesante es que este mecanismo no solo se aplica a la conducción. La misma lógica se puede extrapolar a muchas otras actividades que requieren un alto nivel de concentración. Por ejemplo:

  • Estudiar o trabajar en entornos silenciosos permite que el cerebro se enfoque mejor en la tarea sin distracciones.
  • Reducir notificaciones y ruidos mientras tomamos decisiones importantes ayuda a optimizar la claridad mental.
  • Hacer ejercicio con la música adecuada puede mejorar el rendimiento, ya que ciertos ritmos pueden motivarnos sin interferir con nuestra capacidad de concentración en el movimiento.

Bayón destaca que conocer estos mecanismos puede ayudarnos a optimizar nuestra productividad y bienestar. “Si somos conscientes de cómo funciona nuestra mente, podemos usar estrategias para mejorar nuestro rendimiento en diferentes ámbitos de la vida”, concluye.

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