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Más sueño y más horas: la receta para tener adolescentes inteligentes, según un estudio

Dormir bien, tanto en tiempo como en calidad, podría ser la diferencia entre un buen rendimiento académico y uno malo

Más sueño y más horas: la receta para tener adolescentes inteligentes, según un estudio

Un adolescente con el teléfono en la cama. | ©Freepik.

Dormir bien nunca ha sido solo cuestión de sentirse descansado al despertar. La ciencia ha demostrado que un sueño reparador está íntimamente relacionado con una vida más larga y con una mejor salud general. Evitar enfermedades crónicas o al menos minimizar su impacto está directamente ligado a la calidad del descanso que conseguimos a diario. Pero hay algo más: el buen sueño también potencia el desarrollo cognitivo e intelectual en todas las etapas de la vida, no solo en la infancia.

Esta conexión entre descanso y rendimiento mental ha sido refrendada recientemente por la Universidad de Cambridge, en Reino Unido. Sus investigadores han centrado su atención en la población adolescente, un grupo donde el sueño a menudo se ve comprometido por múltiples factores. Huelga citar los horarios escolares, actividades extraescolares y un uso creciente de dispositivos electrónicos entre ellos. Su estudio revela que la cantidad y calidad del sueño no son factores menores. De hecho, ser piezas esenciales para el buen funcionamiento cerebral en esta etapa clave del desarrollo.

Lejos de tratarse de una recomendación más, la evidencia que ofrece esta investigación subraya la importancia de entender el sueño como un verdadero aliado del aprendizaje y la inteligencia. Dormir más horas y mantener un ritmo adecuado de sueño no solo mejora la salud física, sino que también fortalece habilidades cognitivas como la memoria, la atención y la resolución de problemas. Y esta regla no solo aplica a los adolescentes, sino a cualquier edad.

La importancia cognitiva de un buen sueño

La calidad del sueño influye de forma directa en nuestro cerebro, en cómo procesa la información, cómo se consolida la memoria y cómo nos enfrentamos a la resolución de tareas complejas. Los estudios muestran que dormir bien favorece la plasticidad neuronal, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar en función de las experiencias. Tanto en niños como en personas mayores, mantener una rutina de descanso saludable se traduce en mejores funciones ejecutivas y menor riesgo de deterioro cognitivo. Algo que, como veremos, también afecta al sueño de los adolescentes.

Dormir mal o durante pocas horas no solo aumenta la irritabilidad o el cansancio diurno. Hay una relación clara entre la falta de sueño crónica y el desarrollo de enfermedades como el alzhéimer, la demencia o ciertos trastornos del estado de ánimo. Un cerebro privado de descanso suficiente funciona de manera más lenta, comete más errores y presenta dificultades para gestionar nuevas informaciones, afectando negativamente al rendimiento global de las personas.

Para asegurar un buen sueño, los expertos recomiendan seguir pautas sencillas pero efectivas. Establecer un horario regular para acostarse y levantarse es una de esas rutinas eficaces. También lo es el reducir el uso de pantallas al menos una hora antes de dormir. Además de crear un entorno tranquilo y oscuro en el dormitorio son estrategias clave. También se aconseja evitar comidas copiosas o estimulantes como la cafeína en las horas previas al sueño. Incorporar rutinas relajantes, como la lectura o ejercicios de respiración, ayuda a preparar el cuerpo y la mente para descansar mejor.

La relación entre adolescentes inteligentes y un buen sueño

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A menos horas de sueño y menor calidad de éste, menos desempeño cognitivo, según el estudio. ©Freepik.

El reciente estudio realizado por la Universidad de Cambridge, en colaboración con el Fudan University Institute en China, ha analizado a más de 3.200 adolescentes de entre 9 y 12 años. A través de evaluaciones de sueño y rendimiento académico, los investigadores han podido establecer patrones claros. En ellos apuntan, principalmente, a la duración y calidad del sueño y el desarrollo cognitivo. Los adolescentes que dormían más horas y lograban un descanso profundo mostraban mejores resultados en pruebas de memoria, lenguaje y resolución de problemas.

Además, el estudio destaca que aquellos adolescentes que se iban a dormir más temprano y mantenían un horario de sueño consistente obtenían mejores puntuaciones en las pruebas de inteligencia. Este grupo presentaba también un mayor volumen cerebral en áreas relacionadas con el pensamiento crítico y el aprendizaje. En contraste, quienes dormían menos horas o sufrían interrupciones frecuentes en el sueño mostraban una disminución en sus capacidades cognitivas. También de una mayor propensión a tener dificultades académicas.

El hallazgo es contundente: no basta con dormir más tiempo, sino que es imprescindible lograr un sueño de buena calidad. Los expertos subrayan que forzar a los adolescentes a mantenerse despiertos para estudiar más horas podría ser contraproducente. En lugar de ello, fomentar hábitos saludables de descanso podría convertirse en la mejor estrategia para potenciar su desarrollo intelectual y garantizar un aprendizaje más efectivo y duradero.

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