Pérdida de un ser querido: claves para afrontarla, según la psicóloga Cristina Caballero
El duelo, como subraya la experta en psicología, no se supera: se transita, se resignifica y se integra en la vida

Cristina Caballero Lázaro, Psicóloga General Sanitaria | Cedida
Perder a un ser querido es uno de los desafíos emocionales más complejos a los que puede enfrentarse una persona. El dolor, la tristeza y la confusión que emergen tras una pérdida familiar forman parte de un proceso natural y necesario: el duelo. Sin embargo, transitarlo no siempre es sencillo ni lineal. Cristina Caballero Lázaro, Psicóloga General Sanitaria, ofrece a THE OBJECTIVE una guía clara y compasiva para atravesar este camino con herramientas emocionales y prácticas que favorecen una recuperación saludable y respetuosa con los tiempos individuales.
Aceptar, expresar y sentir
“El primer paso es dejarse sentir”, afirma Caballero Lázaro. Reprimir el dolor solo posterga el proceso natural de asimilación de la pérdida. Permitirse estar triste, llorar y experimentar emociones intensas es esencial para evitar bloqueos emocionales que, a largo plazo, pueden traducirse en síntomas físicos o psicológicos. Identificar y nombrar los sentimientos también proporciona claridad. Es habitual sentirse abrumado, fuera de control o perdido ante una nueva realidad. Por ello, la psicóloga recomienda hacer pausas para revisar el estado emocional, reconocer los altibajos y no exigirse una estabilidad inmediata.
Otro aspecto fundamental es respetar el ritmo propio, sin comparaciones con otros duelos cercanos. No hay un calendario universal del duelo, y cada persona tiene derecho a vivirlo a su manera, con días buenos y otros más difíciles. Además, rodearse de apoyo es clave. “Los demás pueden consolarnos, contenernos y darnos perspectiva, pero debemos decirles cómo ayudarnos”, recuerda Caballero. Y, al mismo tiempo, reservar tiempo en soledad para reorganizar la vida, mirar recuerdos, escribir o simplemente estar, sin distracciones ni presiones.
Herramientas prácticas
Las acciones concretas pueden ser anclas poderosas. Caballero recomienda, por ejemplo, fijarse un único objetivo al mes, por pequeño que parezca. Esto ayuda a combatir la sensación de estancamiento y contribuye a reconstruir la identidad en la nueva etapa vital. Otros recursos útiles incluyen:
- Deshacerse progresivamente de pertenencias del ser querido.
- Crear un álbum con fotos significativas.
- Reorganizar los espacios de la casa para disminuir la carga emocional.
- Escribir diarios o listas de momentos vividos, sin juicios.
- Establecer tiempos concretos para pensar en la pérdida, evitando la rumiación constante.
- Escribir una carta de despedida, permitiendo que coexistan emociones agradables y desagradables.
En todo momento, Caballero recuerda que si el dolor se vuelve abrumador, es fundamental buscar ayuda profesional y evitar la automedicación o la toma de decisiones importantes bajo el peso de la tristeza.
Aceptación del dolor: un paso imprescindible
Aceptar no significa resignarse, sino reconocer la pérdida como parte de la vida. Según la psicóloga, muchas personas se quedan atrapadas en la negación emocional, actuando como si la pérdida no hubiera ocurrido. Sin embargo, las emociones reprimidas acaban manifestándose de otras formas: tensión, ansiedad, fatiga o aislamiento. Para fomentar la aceptación, es útil hablar sobre lo vivido, escribir sobre ello, conectar con recuerdos o símbolos que remitan a la persona fallecida y, sobre todo, dosificar las emociones, permitiéndose sentir sin desbordarse.
Factores que condicionan el duelo
Caballero Lázaro subraya que variables como la edad, el tipo de vínculo y el entorno familiar influyen profundamente en cómo se vive el duelo. En niños, pueden surgir reacciones como irritabilidad o regresiones. Los adultos, por su parte, pueden sentirse atrapados entre la exigencia social y el dolor. Y en personas mayores, el aislamiento o la acumulación de pérdidas agravan la experiencia.
El tipo de relación también pesa. Las pérdidas de hijos o parejas son especialmente complejas, así como aquellas donde existían vínculos conflictivos. Incluso cuando se trata de familiares menos cercanos, el dolor puede ser intenso, aunque socialmente no siempre se valide. En cuanto al entorno familiar, este puede actuar como red de apoyo o, al contrario, como fuente de presión para reprimir el sufrimiento. En algunos casos, se entiende el dolor como un homenaje permanente, lo cual dificulta la aceptación.

¿Cuándo buscar ayuda profesional?
El duelo no es una enfermedad, pero puede complicarse, asegura. Algunos indicadores de alerta son:
- Sensación de soledad o incomprensión prolongada.
- Estancamiento en el proceso, sin señales de mejora.
- Deseo de borrar todo rastro del ser querido rápidamente.
- Alteraciones persistentes del sueño, la alimentación o la conducta.
- Reacciones físicas sin causa médica aparente.
- Sugerencias del entorno para buscar apoyo profesional.
Caballero distingue varios tipos de duelo problemático: el cronificado, el retrasado, el exagerado, el enmascarado y el reprimido. Todos ellos requieren intervención psicológica para evitar consecuencias más graves, como la depresión o el deterioro de las relaciones personales.
El valor de los rituales
Los funerales, las ceremonias simbólicas o las cartas de despedida no eliminan el dolor, pero lo canalizan. “Estos rituales validan el duelo, lo hacen visible y ayudan a cerrar ciclos”, explica la psicóloga. También fortalecen el sentimiento de comunidad y apoyo, especialmente en los momentos más vulnerables. En niños, es importante usar un lenguaje claro y evitar eufemismos. Ver a sus adultos expresar sus emociones les enseña que sentir es natural y necesario.