Carolina Yuste, a sus 33 años: «El concepto de éxito es una trampa y eso genera mucha frustración»
Esta palabra tan manoseada por la sociedad quizá no sea más que vivir en coherencia con tu deseo y tu verdad, desde la honestidad

Carolina Yuste | Redes sociales
Carolina Yuste, a sus 33 años, no solo se ha consolidado como una de las actrices más brillantes y comprometidas del cine español contemporáneo, sino que también ha sabido romper con los moldes convencionales sobre qué significa realmente tener éxito. En una reciente entrevista para La Ser, la actriz extremeña lanzó una reflexión que invita a replantear el valor social que se le da al éxito: «El concepto de éxito es una trampa y eso genera mucha frustración». Con una carrera que abarca desde el teatro hasta la gran pantalla, incluyendo el premio Goya a la Mejor Actriz de Reparto por Carmen y Lola, y Goya a la Mejor Actriz Protagonista (2025) por su interpretación de una agente infiltrada en ETA en La infiltrada, Yuste sostiene una idea clara y liberadora, que pone en jaque los estándares tradicionales.
El éxito: una trampa que genera frustración
Para Carolina Yuste, el éxito que nos ha inculcado la sociedad está demasiado ligado al ámbito laboral y económico, y se ha convertido en un parámetro único que genera ansiedad y frustración cuando no se alcanzan esas metas establecidas. «Ese concepto de éxito que nos han inculcado es una trampa porque solo tiene que ver, sobre todo, con lo laboral y económico. Entonces ahí generas muchas frustraciones, muchas ansiedades», explica con honestidad. En contraste, ella defiende que el éxito es algo mucho más pequeño, íntimo y personal: «Es estar donde quieres estar y ser honesta con tu deseo». Este enfoque invita a una liberación del peso que el sistema impone, reconociendo que cada persona puede definir qué significa triunfar desde su propia experiencia.

Más allá de la fama: el éxito desde la autenticidad
Durante una residencia de la Academia del Cine en Vigo, Carolina profundizó en esta idea al hablar de las múltiples posibilidades dentro de su oficio. «Dentro de este oficio hay un montón de posibilidades y no todas son hacer una serie internacional en una plataforma», dijo, poniendo en valor otros caminos menos visibles, pero igualmente valiosos. «A lo mejor tu deseo tiene que ver con montar una compañía de teatro e ir por los pueblos, y eso es hermosísimo también». Este planteamiento desmonta la noción de que el éxito solo se mide con la proyección masiva o la fama, y reivindica la diversidad de sueños y metas que conviven en el mundo artístico.
Carolina Yuste sabe de primera mano lo que implica seguir el propio deseo. Desde Badajoz, decidió dejar su ciudad natal para buscar nuevas formas de expresión y para «poder mirar a lugares que normalmente no miramos». Sin embargo, insiste en que eso no la hace más exitosa que quien eligió quedarse para construir su vida en casa. El verdadero triunfo, según ella, está en ser lo más honesta posible con lo que uno quiere, con su deseo y con su verdad. Esta perspectiva es un mensaje poderoso en tiempos donde la comparación y la presión social están a la orden del día, especialmente en sectores como el artístico, donde el éxito suele medirse en términos muy concretos y visibles.
Un llamado a recuperar el control de nuestras propias historias
En un mundo dominado por las redes sociales, donde el éxito se muestra como algo que se puede ver y contar, la mirada de Yuste resulta refrescante. Nos anima a pensar que no hay una única forma válida de llegar a nuestras metas. Su mensaje propone dejar de medirnos con lo que esperan los demás y empezar a escucharnos más, a conectar con lo que de verdad queremos. Algo que cobra aún más sentido hoy, cuando la presión social puede afectar seriamente nuestra salud mental y hacernos sentir que no somos suficientes.
Carolina Yuste plantea un modelo de éxito que no impone estándares universales, sino que reconoce la pluralidad de caminos y la legitimidad de cada uno. En ese sentido, el éxito puede estar en los pequeños logros cotidianos, en la coherencia con el propio deseo, en encontrar el lugar donde uno quiere estar y en construir una vida que refleje la verdad personal. Este enfoque no solo es válido para el mundo del arte, sino para cualquier ámbito de la vida.