Ni tan refrescante, ni saludable: por qué no deberías dormir con el pelo mojado
A priori, una idea brillante. A posteriori, una pésima noticia para tu cabello más allá de la estética

Una mujer en la ducha. | ©Freepik.
Llegas a casa tras una jornada de calor sofocante. El aire parece no moverse y, aunque has sobrevivido al día, te queda una última decisión: refrescarte con una ducha antes de dormir. El agua fría cae como una bendición sobre tu cabeza, y cuando terminas, piensas que no hay necesidad de secarte el pelo. Total, así el frescor te durará más en la cama. Así que dicho y hecho: nada mejor que irte a dormir con el pelo mojado.
Te tumbas con el cabello empapado, pensando que has encontrado un truco perfecto para combatir el bochorno nocturno. Al fin y al cabo, ¿qué daño puede hacer un poco de agua? En ese momento, la idea de secarte el pelo parece absurda, casi una pérdida de tiempo. La sensación de frescura y limpieza parece valer cualquier posible consecuencia. Incluso, podrías creer que estás haciendo lo más lógico para regular tu temperatura.
Sin embargo, lo que puede parecer una ocurrencia brillante, casi de premio Nobel casero, tiene más riesgos de los que imaginas. Dormir con el pelo mojado puede parecer inocente, pero sus efectos, tanto para la salud como para tu aspecto, no son en absoluto despreciables. Ni tan refrescante, ni tan buena idea: tu cuero cabelludo y tu melena podrían pasarte factura.
La parte poco saludable de dormir con el pelo mojado
Aunque el gesto parezca trivial, dormir con el cabello húmedo afecta directamente a su resistencia. El pelo mojado es más vulnerable, porque las hebras se hinchan con el agua y su estructura se debilita. Si durante la noche se produce fricción contra la almohada, esa humedad acumulada puede favorecer la rotura. Lo que ocurre es que el cabello, ya más frágil de lo normal, no resiste bien los roces, y eso se traduce en puntas abiertas, fibras quebradas y pérdida de densidad. Por eso, irse a dormir con el pelo mojado tiene más de idea de bombero que de genialidad.
Pero el problema no se queda solo en la estética o la fragilidad capilar. La humedad mantenida durante varias horas, en una zona donde no corre el aire, es el entorno perfecto para hongos y bacterias. Si a esto se suma el sudor, el calor corporal y unas condiciones de ventilación poco óptimas, las infecciones no tardan en aparecer. Algunas de las más comunes son la dermatitis seborreica, ciertas formas de foliculitis y la conocida tiña capilar, una infección fúngica que puede llegar a ser contagiosa.
Además, no conviene olvidar que la cabeza es una de las zonas por las que más calor corporal se pierde durante el sueño. Si está mojada, el proceso de enfriamiento se acelera, especialmente si la temperatura ambiental no es alta. Ten en cuenta, además, que durante la noche el cuerpo también rebaja su temperatura. En este escenario, el contraste térmico puede debilitar las defensas del organismo. Y si en el ambiente circulan virus, como el del resfriado común, podríamos ser más propensos al contagio. Es decir, mojarse la cabeza puede ser el primer paso hacia una congestión nasal inesperada. Algo de lo que te hemos alertado en THE OBJECTIVE incluso en verano.
La parte antiestética de irse a la cama con el pelo mojado

Más allá de la salud, tu melena también sufre las consecuencias estéticas de esa aparente buena decisión nocturna. Dormir con el pelo mojado significa levantarse con un peinado digno de pesadilla. La humedad durante la noche provoca que el cabello se seque de forma irregular y sin control. Como resultado, el encrespamiento, la pérdida de forma y la electricidad estática hacen que domarlo al día siguiente se convierta en una tarea titánica.
Ese efecto maraña no solo arruina cualquier intento de estilo, sino que también puede ser síntoma de un problema más profundo: la pérdida de brillo y vitalidad. Al secarse en contacto con la almohada, el pelo pierde parte de su capa lipídica natural. Esta capa es esencial para mantener la hidratación y la suavidad. Sin ella, el cabello se vuelve áspero, sin vida y mucho más difícil de peinar.
Además, los tejidos de las fundas de almohada, especialmente si son de materiales poco transpirables, pueden actuar como una lija contra el cabello mojado. Este roce constante, sumado a la fragilidad de la fibra capilar empapada, puede favorecer la pérdida de densidad con el tiempo. Es decir, no solo te despiertas con el pelo descontrolado, sino que estás contribuyendo, noche tras noche, a un cabello más fino, más débil y con menos cuerpo.