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Tres rasgos de personalidad que aumentan tu ansiedad, según la psicóloga Ángela Fernández

No se trata de resignarse ni de aceptarla como algo inevitable, sino de identificar estos patrones y aprender a manejarlos

Tres rasgos de personalidad que aumentan tu ansiedad, según la psicóloga Ángela Fernández

Mujer con ansiedad | Canva Pro

La ansiedad no se reduce solo a síntomas visibles como palpitaciones, insomnio o tensión constante. Detrás de este malestar, muchas veces existen patrones de personalidad que predisponen a ciertos comportamientos y reacciones emocionales, influyendo en cómo se perciben y manejan los desafíos del día a día. Lo curioso es que muchos de estos rasgos, lejos de ser “defectos”, son cualidades socialmente valoradas: responsabilidad, empatía, sensibilidad y compromiso. El problema surge cuando estas características se llevan al extremo, transformándose en exigencias internas, perfeccionismo o vulnerabilidad emocional excesiva, creando un caldo de cultivo para la ansiedad que puede afectar tanto la vida personal como profesional, e incluso las relaciones interpersonales.

Tres patrones de conducta que la disparan

La psicóloga Ángela Fernández explica en un vídeo viral de TikTok cuáles son los tres rasgos más comunes entre las personas que sufren ansiedad, y ofrece estrategias para gestionarlos sin que afecten la vida diaria.

1. Autoexigencia: el perfeccionismo que desgasta

El primer rasgo que señala Fernández es la autoexigencia. Estas personas suelen ser muy disciplinadas, meticulosas y responsables. Desde pequeñas, muchos reciben elogios por su rigor y capacidad para cumplir con estándares altos, pero esta autoimposición constante de perfección tiene un coste emocional. «Cuando todo debe salir perfecto, cualquier error se siente como un fracaso monumental», explica Fernández. Este patrón puede derivar en rigidez mental, frustración y dificultad para adaptarse a los cambios. La psicóloga aconseja trabajar la flexibilidad, permitirse equivocarse y comprender que no todo está bajo nuestro control. Técnicas como planificar sin obsesionarse con cada detalle o practicar la autocompasión frente a los errores son claves para reducir la ansiedad asociada a la autoexigencia.

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2. Amabilidad excesiva: cuidar de todos y olvidarse de uno mismo

El segundo rasgo que Fernández destaca es la amabilidad extrema. Ser generoso, cooperativo y empático son cualidades positivas, pero cuando se llevan al límite, pueden poner en riesgo la salud emocional. Quienes tienen ansiedad suelen priorizar constantemente las necesidades de los demás por encima de las propias, les cuesta decir “no” y toleran más de lo que deberían. Este comportamiento genera desgaste emocional, resentimiento y sensación de incapacidad para manejar la propia vida. Fernández insiste en la importancia de establecer límites claros, aprender a decir “no” sin culpa y reconocer que cuidarse a uno mismo no es egoísmo, sino una necesidad para mantener el bienestar. Estrategias como planificar momentos de autocuidado diario o escribir una lista de prioridades personales pueden ayudar a equilibrar esta tendencia.

3. Neuroticismo: alta reactividad emocional

El tercer rasgo común es el neuroticismo, entendido como una alta sensibilidad a estímulos externos y cambios imprevistos. Estas personas reaccionan con intensidad ante pequeñas frustraciones, críticas o alteraciones en su rutina. Un comentario negativo, un imprevisto o un cambio de planes pueden generar malestar desproporcionado. Fernández recomienda incorporar actividades que fomenten la calma y la estabilidad emocional, como la meditación, la respiración consciente, el yoga o el ejercicio regular. También sugiere reflexionar sobre los desencadenantes de estrés y practicar técnicas de regulación emocional, de modo que la reacción inicial no se transforme en ansiedad sostenida.


Reconocer estos rasgos no significa aceptar la ansiedad como inevitable, sino comprender los patrones que la alimentan y aprender a gestionarlos. La clave está en hablarnos con compasión, soltar el perfeccionismo, establecer límites y cuidar la propia salud mental. Aprender a equilibrar la responsabilidad, la empatía y la sensibilidad emocional permite que estas cualidades se conviertan en fortalezas, en lugar de fuentes de malestar. Fernández concluye que la ansiedad no es un defecto, sino una señal: una invitación a mirar nuestras tendencias con atención y transformar hábitos para vivir con mayor bienestar y serenidad.

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