Las cuatro señales de que estás sobrepasada, según la experta Patricia Ramírez
No se trata de rendirse ante la vida, sino de vivirla de manera consciente, equilibrada y disfrutándola plenamente

Patricia Ramírez | Cedida
Patricia Ramírez, psicóloga reconocida en el ámbito del bienestar emocional, alerta sobre una realidad que muchas personas suelen ignorar: el agotamiento físico y emocional no siempre llega de manera evidente, pero sus señales están ahí, esperando ser atendidas. Durante su intervención en Tiene Sentido Pódcast, la especialista explicó que cuando no prestamos atención a estas alertas, el cuerpo termina enviando un “zambombazo” que nos obliga a detenernos, generalmente en forma de enfermedad o colapso físico y mental.
Cuando tu cuerpo te pide frenar: señales que no puedes ignorar
La experta en psicología te invita a reflexionar sobre nuestra relación con el estrés y la exigencia personal. Estos signos no son debilidades, sino alertas que merecen ser escuchadas. Atenderlas a tiempo, equilibrando trabajo, descanso y cuidado personal, puede marcar la diferencia entre un colapso inevitable y una vida plena y saludable.
1. Fatiga cognitiva y pérdida de ilusión
Según Ramírez, existen signos claros de que estamos sobrepasadas, aunque a menudo los desestimemos. Uno de ellos es la fatiga cognitiva, una sensación de cansancio mental que va más allá del simple agotamiento físico. «Es cuando sientes que tu cerebro no da más, que cada decisión, cada tarea, incluso las más simples, requieren un esfuerzo descomunal», explica la psicóloga. Este cansancio mental puede acompañarse de la pérdida de ilusión por cosas que antes nos motivaban, una especie de desconexión con actividades, hobbies o proyectos que antes nos generaban alegría y satisfacción.
2. Irritabilidad constante y cambios de humor
Otro indicador de alerta es la irritabilidad constante. Ramírez apunta que muchas personas empiezan a notar que su humor cambia, se tornan más gruñonas o “vinagres”, como lo describe ella. Esta irritabilidad puede manifestarse en conversaciones con amigos, familiares o incluso desconocidos, reflejando un malestar interno que no se está atendiendo adecuadamente. «Hay gente que dice ‘antes era más divertida y ahora soy un vinagre’. Eso es una señal clara de que algo no está funcionando en tu vida emocional», enfatiza.

4. Mecanismos de escape: comida, alcohol y compras
El uso de mecanismos de escape también forma parte de los signos de sobrecarga. Comida, alcohol, compras por internet o cualquier tipo de comportamiento que funcione como anestesia emocional indica que estamos intentando manejar el estrés de manera inadecuada. «Si tu vida estuviera equilibrada, seguramente no andarías pintando con el coche, yendo a toda prisa o gritando a la gente con la sensación de que tu cabeza va a explotar», afirma Ramírez. Este tipo de conductas revelan un desajuste profundo entre lo que necesitamos y lo que nuestra rutina nos exige.
El riesgo de ignorar las señales
La psicóloga destaca que muchas personas se esfuerzan por aparentar que “pueden con todo”, alimentando un ego que las lleva a sentirse imprescindibles. Sin embargo, forzar la máquina tiene un costo real y tangible: enfermedad física y emocional. «Cuando ignoramos estas señales, generamos cortisol innecesario, aceleramos el envejecimiento y debilitamos nuestro sistema inmune. Terminas con catarros, virus o incluso herpes porque tu cuerpo simplemente no da más», advierte. La acumulación de estrés crónico no solo afecta el estado de ánimo, también impacta la salud física, revelando la interconexión entre mente y cuerpo.
Equilibrio y autocuidado: la clave del bienestar
Para Ramírez, la clave está en equilibrar la vida. Esto no significa renunciar a las responsabilidades, sino encontrar un espacio para cada dimensión de nuestro bienestar. «Tienes que tener tiempo para trabajar, para cuidarte, para descansar y para establecer hábitos saludables. Eso es autocuidado, y es lo que permite que tu vida no se desborde», señala. El autocuidado implica prestar atención a las señales de nuestro cuerpo, regular las emociones y asumir que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de inteligencia emocional.
El mensaje de la psicóloga resuena en un contexto donde la sobrecarga emocional se ha convertido en una epidemia silenciosa. La vida moderna, con su ritmo acelerado y demandas constantes, hace que muchas personas ignoren síntomas iniciales de agotamiento hasta que se vuelven imposibles de ignorar. Reconocer los signos de sobrepaso y actuar a tiempo puede prevenir consecuencias graves y promover un bienestar integral.