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«Yo soy así»: la frase que los expertos indican como falta de responsabilidad y madurez

Aquí radica la verdadera responsabilidad: en dejar de justificarse, asumir el poder de cambiar y elegir, día a día, quién queremos ser

«Yo soy así»: la frase que los expertos indican como falta de responsabilidad y madurez

Psicología | Canva pro

Cuando las cosas se complican, lo más habitual es buscar refugio en lo conocido. Quejarse, justificarse, lamentarse y, al final, pronunciar una frase que parece inocente, pero encierra una gran trampa: “yo soy así”. Lo que parece una afirmación de identidad, en realidad, suele ser un muro frente al cambio. Así lo explica el escritor y conferencista Álex Rovira, experto en desarrollo personal: «Tú no eres así. Decides, en cada momento, lo que eres, lo que quieres ser y lo que puedes llegar a ser». Para Rovira, la frase se ha convertido en el comodín perfecto para eludir responsabilidad. «Cuando alguien dice ‘es que soy así’, está eligiendo no transformarse, no cambiar, no actuar», asegura. Su reflexión, compartida en redes sociales y recogida en varios de sus libros, invita a mirar de frente la comodidad y la inmadurez que se esconden detrás de esa actitud.

«Yo soy así», la frase que es un refugio para muchos

Decir “yo soy así” no es una declaración de autenticidad, sino un escudo que protege del esfuerzo y del compromiso que implica cambiar. La «pereza y la comodidad son los verdaderos obstáculos del crecimiento», explica Rovira. «No es tanto el miedo al cambio lo que nos paraliza, sino la resistencia a salir de la inercia». Desde la psicología moderna, esta idea tiene un respaldo claro. El doctor Rob Yeung, psicólogo británico especializado en comportamiento humano, coincide en que «nuestras personalidades no están escritas en piedra». En sus estudios sobre desarrollo personal, Yeung sostiene que quienes repiten la frase “yo soy así” suelen estar atrapados en una narrativa de inmovilidad que refuerza sus propias limitaciones. «Cada vez que te defines de manera rígida, refuerzas esa identidad y reduces tu margen de acción. Pero la neurociencia demuestra que el cambio es posible si modificas tus comportamientos y tu lenguaje interno», apunta.

Terapia

El cerebro también puede cambiar

La neurociencia respalda esta visión. La experta en entrenamiento cerebral Ana Ibáñez explica que «podemos cambiar nuestras conexiones neuronales para cambiar lo que sentimos, pensamos y hacemos». Este proceso, conocido como neuroplasticidad, demuestra que incluso los patrones más arraigados, como la impuntualidad, la desorganización o la pasividad, pueden transformarse si se trabaja de forma consciente. Ibáñez insiste en que el cambio no depende de “ser” o “no ser” de una determinada manera, sino de entrenar al cerebro para responder de otro modo. «No somos esclavos de nuestro carácter. Podemos entrenar nuestra mente igual que entrenamos un músculo», subraya.

Rovira, en sintonía con esta visión científica, recuerda que «la vida no se construye con palabras, sino con acciones». Cada decisión, cada hábito y cada pequeña elección moldean nuestra identidad. Si alguien se define como “desorganizado”, no es que lo sea por naturaleza, sino que ha elegido, consciente o inconscientemente, no dedicar tiempo a organizarse. En palabras de Einstein, a quien cita Rovira: «Si siempre haces lo mismo, no esperes resultados distintos». La transformación personal no surge del deseo, sino del acto de hacer algo diferente.

Sentirse estancado

El “yo soy así” ofrece comodidad, pero cobra un alto precio: el estancamiento. Cuando una persona se aferra a esa idea, renuncia a su poder de elección. Lo que en apariencia es una defensa del carácter, termina siendo una cárcel. «La frustración de no avanzar y de no crecer viene precisamente de esa comodidad», escribe Rovira. Yeung lo formula con crudeza: «Cuando eliges no cambiar, eliges quedarte en una versión obsoleta de ti mismo». Esa falta de responsabilidad emocional, añade, es una de las principales causas de insatisfacción crónica.

Cómo romper con la excusa

Los expertos coinciden en que asumir responsabilidad es el primer paso para romper con el “yo soy así”. No se trata de culpa, sino de conciencia. Para lograrlo, proponen varias estrategias:

  1. Cuestionar la narrativa personal. Sustituir “yo soy así” por “hasta ahora he actuado así” abre la puerta a la evolución.
  2. Practicar la autoobservación. Identificar los momentos en los que usamos esa frase revela las áreas donde más resistimos el cambio.
  3. Entrenar la acción. Como dice Rovira, «cada paso que das, por pequeño que sea, redefine quién eres».
  4. Reeducar el lenguaje interno. Yeung aconseja evitar las etiquetas definitivas y optar por verbos de acción: «estoy aprendiendo”, “estoy mejorando”, “estoy cambiando».
  5. Persistir en el esfuerzo. Ibáñez recuerda que el cerebro necesita repetición para consolidar nuevas conexiones, por lo que la constancia es clave.
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