The Objective
Lifestyle

Llorar no es debilidad: la clave para criar niños emocionalmente fuertes, según una psicóloga

Aprender a mostrarse vulnerable desde la infancia favorece el desarrollo de adultos emocionalmente resilientes

Llorar no es debilidad: la clave para criar niños emocionalmente fuertes, según una psicóloga

Adolescente | Canva pro

En una entrevista con Actualidad con AS, la psicóloga Conchita Sisí explica por qué llorar no es un signo de debilidad y cómo la expresión emocional en la infancia ayuda a formar adultos más responsables y capaces de canalizar sus emociones de manera saludable. Además, analiza cómo iniciativas como la campaña #yotambiensoyunlloron, con los famosos Bebés Llorones, promueven la normalización del llanto y la sensibilidad emocional desde pequeños.

Durante décadas, hemos asociado la fortaleza con la autosuficiencia y el control emocional, promoviendo una cultura que premia la rapidez y la productividad por encima del bienestar. «En los niños, estas creencias se refuerzan porque muchos adultos temen que mostrar sensibilidad haga a los niños ‘vulnerables’ ante un mundo exigente», explica Sisí. Sin embargo, advierte que minimizar la sensibilidad responde más a inseguridades o patrones aprendidos que a necesidades reales del desarrollo infantil.

Riesgos de ocultar las emociones en la infancia

Educar a los niños bajo la idea de que ser fuerte significa no mostrar emociones puede tener consecuencias a largo plazo. Según Sisí, esto provoca que los niños se desconecten de lo que sienten, oculten miedo o dolor y consideren sus emociones como fallos personales. La represión emocional puede generar dificultades para identificar lo que se siente, problemas de ansiedad, somatizaciones o relaciones rígidas donde expresar necesidades se vive como amenaza. «La persona puede volverse muy competente a nivel externo, pero con un mundo interno inestable o poco acompañado», afirma.

Un adolescente llorando

Expresar emociones, incluyendo llorar, es un mecanismo natural para aliviar tensión, regular estados internos y pedir apoyo. «Transmitir a los niños que esto es válido fortalece su autoestima, reduce la vergüenza emocional y les permite relacionarse con sus emociones sin miedo ni culpa. Es un acto de autocuidado, no un signo de debilidad», subraya Sisí. Juguetes como los Bebés Llorones cumplen un papel pedagógico al enseñar que llorar es normal y que atender estas emociones es parte de sentirse mejor.

Beneficios de la alfabetización emocional

Los niños que aprenden a reconocer y gestionar emociones desde pequeños muestran:

  • Mejor regulación y tolerancia a la frustración.
  • Más habilidades sociales y empatía.
  • Mayor autoconfianza y capacidad de pedir ayuda.
  • Menor impulsividad y mejor resolución de conflictos.

La sensibilidad permite captar matices, conectar con el propio mundo emocional y comprender el de los demás, lo que fortalece la empatía y la resiliencia: comprender las propias emociones permite gestionarlas y recuperarse mejor de las dificultades.

Cómo usar los juguetes para enseñar emociones

Sisí señala que los padres pueden aprovechar juguetes como los Bebés Llorones para reforzar mensajes positivos sobre la sensibilidad: nombrar emociones, enseñar estrategias de regulación y validar la expresión emocional convierte el juego en un espacio seguro para aprender habilidades que luego se trasladan a la vida diaria. «Si desde pequeños los niños aprenden que sentir no es un error, llegan a la adolescencia con menos vergüenza emocional, más comunicación y menos miedo al juicio, lo que contribuye a romper estereotipos de género y roles rígidos», explica Sisí. Enseñar a expresar emociones desde la infancia ayuda a prevenir la internalización de estigmas que podrían dificultar el desarrollo emocional en etapas posteriores.

Un cambio cultural en marcha

Aunque todavía persisten presiones sociales que premian la autosuficiencia extrema, Sisí percibe un cambio cultural: las nuevas generaciones valoran cada vez más la autenticidad y el cuidado emocional. Recomienda que marcas y educadores trabajen juntos para normalizar pedir ayuda, expresar necesidades, visibilizar modelos de crianza respetuosa y emocionalmente saludables y colaborar con profesionales para generar mensajes rigurosos. Iniciativas como la campaña de los Bebés Llorones demuestran que llorar no es debilidad, sino un paso hacia adultos emocionalmente conscientes y resilientes.

Publicidad