Ejercicio contra la resaca: ¿se recomienda hacer deporte para vencer al alcohol?
Ni activar la marcha legionaria, pero tampoco iniciar el modo ermitaño de sofá es lo más recomendable
Tras una noche de excesos con el alcohol, la mañana siguiente suele estar marcada por los remordimientos y los propósitos de enmienda. La resaca, con su desfile de dolor de cabeza, náuseas y cansancio, nos invita a buscar soluciones rápidas. Y en medio de ese torbellino de malestar, puede surgir la tentación de enfundarse las zapatillas de deporte pensando que sudar los excesos será la mejor manera de resetear el cuerpo. Pero, ¿es realmente una buena idea? ¿Qué dice la ciencia sobre la relación entre el ejercicio y la resaca?
Muchos creen que enfrentarse a un entrenamiento intenso ayudará a eliminar más rápido las toxinas del alcohol. La idea parece lógica: moverse, sudar y oxigenarse suena como un remedio infalible. Sin embargo, la resaca no es tan simple como parece y el cuerpo, lejos de necesitar sobreesfuerzos, podría estar pidiendo justamente lo contrario: descanso, hidratación y cuidados básicos. Algo de lo que hemos hablado en varias ocasiones en THE OBJECTIVE.
Si bien es cierto que el ejercicio tiene múltiples beneficios para el bienestar general, su papel en el alivio de la resaca no es tan claro ni directo. Antes de lanzarse al gimnasio con una botella de agua y unas aspirinas, merece la pena entender qué le ocurre al cuerpo durante una resaca y cómo el ejercicio podría influir, tanto positiva como negativamente.
Ejercicio contra la resaca, la letra pequeña
Pese a que pueda sonar tentador, hacer ejercicio con resaca no es una práctica recomendada desde el punto de vista médico. El malestar general que acompaña a la intoxicación etílica no es algo que pueda simplemente sudarse. Por el contrario, forzar al cuerpo en estas condiciones puede agravar los síntomas, ralentizar la recuperación e incluso causar lesiones. Algo que avalan ciertas investigaciones clásicas.
El alcohol afecta profundamente al organismo, provocando deshidratación y alteraciones en los niveles de azúcar en sangre. Esto debilita la capacidad de los músculos para funcionar de forma óptima y reduce nuestra coordinación. Si a eso sumamos el cansancio acumulado de una noche de mal dormir, es evidente que el rendimiento físico estará lejos de ser el ideal. Además, la deshidratación combinada con el esfuerzo físico puede aumentar el riesgo de calambres musculares o incluso de mareos y desmayos. Por eso, también conviene saber cómo se desarrolla la resaca y por qué.
El hígado, que ya está trabajando al máximo para metabolizar el alcohol, no puede centrarse en equilibrar otras funciones esenciales del organismo, como regular el almacenamiento de energía. Por este motivo, realizar ejercicios de alta intensidad podría generar una mayor fatiga sin aportar beneficios reales. En este contexto, lo mejor es darle al cuerpo un respiro y evitar las actividades extenuantes.
El ejercicio que sí podemos hacer con resaca
Sin embargo, no todo está perdido para quienes prefieren no pasar el día completamente inactivos. Si bien los ejercicios de alta intensidad están descartados, optar por actividades de bajo impacto puede ser beneficioso. Salir a caminar al aire libre, realizar ejercicios suaves de estiramiento o practicar yoga son alternativas más seguras y adecuadas para estas circunstancias. Comprendiendo mejor los factores que la causan, podremos remediar su aparición en cierto modo.
Moverse de manera ligera puede ayudar a mejorar la circulación, aliviar la sensación de hinchazón y despejar la mente. Un paseo tranquilo en un entorno natural no solo favorece la oxigenación, sino que también puede contribuir a reducir el estrés que a menudo acompaña a la resaca. Además, el aire fresco y la exposición a la luz natural pueden tener un impacto positivo en nuestro estado de ánimo.
El yoga, por su parte, combina estiramientos suaves con técnicas de respiración que pueden aliviar dolores musculares y reducir la sensación de náusea. Esta disciplina no exige grandes esfuerzos físicos y permite conectar con el cuerpo desde la calma. Eso sí, siempre es fundamental escuchar las señales que nos da el cuerpo y detenerse si el malestar aumenta.
En resumen, si la resaca te alcanza, no hace falta que te conviertas en un ermitaño del sofá, pero tampoco es momento de aspirar a ser un campeón olímpico. Un enfoque moderado, adaptado a tus capacidades y centrado en actividades suaves, puede ser la clave para sentirte un poco mejor sin sobrecargar tu cuerpo.