Esta es la carne de cerdo más baja en grasas y más saludable que puedes tomar
Desde la moderación, este tipo de productos también pueden formar parte de una dieta equilibrada
Es una costumbre cada vez más extendida la que persigue a la reducción de carnes, tanto blancas como rojas, a nivel nutricional. Sucede a menudo en favor de las denominadas proteínas de origen vegetal. De esta manera, lo nutricional suele entrar en cierto conflicto con lo sostenible, dos patas de una misma realidad que, por ejemplo, implican a la carne de cerdo.
Convertida en una de las fuentes de acceso a proteína animal más asequibles, la carne de cerdo quizá sea –junto a huevo y pollo– la manera más barata de comer proteínas de alto valor biológico. Sin embargo, también al cerdo le persigue otra realidad: ser una carne rica en grasas.
Pero no todo, como popularmente se dice, ha de ser blanco o negro. En este sentido, importa mucho no solo que se trate de carne de cerdo, sino el despiece del propio producto. De esta manera, hay una realidad evidente que apunta a que hay una carne de cerdo más baja en grasas de la cuenta, lo cual la hace más recomendable nutricionalmente.
Cómo entender las carnes blancas y las carnes rojas
En THE OBJECTIVE ya te contamos cuáles son las diferencias que se establecen para considerar carne roja o carne blanca a un producto. Todo ello tiene que ver con una pequeña proteína que se encuentra en los tejidos de las carnes de origen animal. Nos referimos a la mioglobina.
No es una casualidad y tampoco su concurso es baladí. La mioglobina tiene como función primordial en el tejido muscular de los animales: la retención de oxígeno. Por este motivo, las carnes más ricas en mioglobina adquieren una coloración rojiza, más intensa cuanto mayor es la concentración de esta sustancia totalmente natural.
De esta manera, se establece tradicionalmente una distinción entre carnes rojas y carnes blancas. En el caso de las primeras, además de la caza, del vacuno y de la carne de cerdo, también se añade la carne de cordero. Distinto porvenir en el ejemplo de las carnes blancas, donde se suelen incluir las carnes de ave como pavo y pollo, o el conejo.
El perfil de la carne de cerdo
La pertenencia de la carne de cerdo a las carnes rojas parece indicarnos la necesidad de reducir su consumo. También, como mencionábamos antes, a una realidad que va más allá de las proteínas: la grasa. La mayor parte de la grasa que se encuentra en la carne de cerdo blanco, el que más se consume en España, es saturada. Además, la concentración –en términos generales– de este tipo de grasa en el cerdo es mayor que en otras carnes frescas como la ternera o el pollo.
Sin embargo, hay una realidad igual de fehaciente y tozuda que debemos comprender: no todos los despieces son igual de grasos. Sucede también con el pollo, por ejemplo, pues no es igual el porcentaje de grasa de la pechuga que de un muslo. Lo mismo que acontece con la ternera, pues tampoco es el mismo cálculo de grasa para el lomo alto que para el jarrete.
No obstante, pensamos con frecuencia que la carne de cerdo, independientemente del tipo de corte, es tradicionalmente rica en grasas. Hay ejemplos para creerlo como sucede con la panceta, el tocino o en las propias chuletas. Eso no quiere decir que toda la carne de cerdo sea rica en grasas. Tampoco que no tenga beneficios nutricionales.
Cómo es nutricionalmente la carne de cerdo
Además de ser un alimento de alta densidad nutricional, la carne de cerdo aporta proteínas de calidad a nuestra dieta y vitaminas y minerales relevantes. Hablamos, en el caso de las primeras, de algunas representantes del grupo B como la vitamina B6 y la B12. En el caso de los segundos, el contenido mayoritario procede del hierro y del zinc.
Por eso, también conviene comprender que luego no todas las carnes de cerdo son igual de grasas. De hecho, hay algunas que se pueden considerar carnes magras. Razón por la que las carnes más recomendables del cerdo serían los cortes del lomo y del solomillo, piezas con muy poca grasa y muy magras, que sí podrían formar parte recurrente de una dieta equilibrada. Algo que avala la American Heart Association, citando el solomillo y el lomo como productos Heart Check, es decir, cardiosaludables. También de ello se hace eco la Fundación Española de la Nutrición al avalar las «carnes más magras».
Por recurrente entendemos que, aún siendo una carne roja, sí se podrían consumir al menos una vez por semana, como suelen indicar las tablas nutricionales como la de Harvard. En este sentido, lo que recomienda esta institución estadounidense es la reducción de los procesados, no de los frescos.