Alimentos que producen pesadillas: cuáles son, por qué lo hacen y cómo evitarlos
Aparte del cuándo cenar, también importa –y mucho– lo que entre en el menú de cada noche por inofensivo que sea
La relación entre la alimentación y la calidad del sueño es un campo de estudio que ha cobrado cada vez más importancia. Algunos alimentos pueden inducir la aparición de pesadillas o sueños vívidos. Estos fenómenos oníricos se caracterizan por ser más intensos y emocionalmente cargados que los sueños normales, y pueden interrumpir el descanso nocturno. La conexión entre lo que comemos y cómo dormimos es compleja. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que ciertos alimentos y hábitos alimenticios pueden tener un impacto significativo en la estructura y calidad del sueño.
La alimentación juega un papel fundamental en nuestro descanso nocturno. Para lograr un sueño reparador, es esencial mantener una dieta equilibrada y seguir ciertas pautas. Por ejemplo, es recomendable evitar comidas pesadas y ricas en grasas justo antes de acostarse. Básicamente porque pueden provocar una digestión lenta y pesada, interfiriendo con la capacidad del cuerpo para relajarse y entrar en un sueño profundo. Se sugiere cenar al menos dos o tres horas antes de dormir, permitiendo al cuerpo el tiempo necesario para digerir adecuadamente los alimentos consumidos.
Ciertos tipos de alimentos pueden ayudar a mejorar la calidad del sueño. Los alimentos ricos en triptófano, como el pavo, los plátanos y la leche, pueden promover la producción de melatonina, una hormona que regula los ciclos de sueño. Además, mantener un nivel adecuado de magnesio mediante el consumo de nueces, semillas y vegetales de hoja verde puede ayudar a relajar los músculos y el sistema nervioso, facilitando un sueño más profundo y reparador.
Por otro lado, es crucial evitar estimulantes como la cafeína antes de dormir, como ya te contamos en THE OBJECTIVE. Principalmente porque que pueden alterar los ritmos circadianos y dificultar la conciliación del sueño. Del mismo modo, aunque el alcohol sea un neurodepresor, su ingesta nocturna debería evitarse. Se conoce que, aunque inicia el sueño, luego propicia que el sueño sea fragmentado.
Alimentos y pesadillas: ¿causa o efecto?
La percepción de que determinados alimentos provocan pesadillas tiene una base científica. Estudios han demostrado que ciertos alimentos pueden alterar los ritmos circadianos. También provocar malas digestiones o estimular en exceso el sistema nervioso central. Todo ello aumenta la actividad cerebral nocturna y, por ende, la probabilidad de tener pesadillas. Un estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology encontró que el consumo de alimentos ricos en grasas y azúcares antes de dormir está asociado con una mayor frecuencia de sueños perturbadores.
Los alimentos que provocan una digestión lenta, como los platos muy condimentados o ricos en grasas, pueden causar molestias gastrointestinales. Esto, habitualmente, se traduce en un sueño menos profundo y más fragmentado. La mala digestión puede activar el sistema nervioso simpático, incrementando la frecuencia cardíaca y la actividad cerebral, lo que favorece la aparición de pesadillas. Un artículo en el Journal of Clinical Sleep Medicine destaca que la indigestión nocturna está estrechamente relacionada con una mayor incidencia de despertares nocturnos y sueños vívidos.
El consumo de estimulantes también juega un papel crucial en la calidad del sueño. La cafeína, presente en el café, té, chocolate y algunos refrescos, puede permanecer en el sistema durante varias horas, retrasando el inicio del sueño y disminuyendo la cantidad de sueño profundo. La nicotina, otro estimulante encontrado en productos de tabaco, también puede causar interrupciones en el sueño. Un estudio de la Sleep Research Society encontró que las personas que consumen cafeína o nicotina antes de acostarse tienen una mayor probabilidad de experimentar pesadillas y despertares nocturnos.
Hormonas, azúcares y estimulantes: un ‘cóctel’ peligroso para irse a dormir
Los alimentos que afectan la producción de serotonina y melatonina también pueden influir en la calidad del sueño. La serotonina es un neurotransmisor que se convierte en melatonina en el cerebro. Alimentos ricos en triptófano, como el queso, los frutos secos y las semillas, pueden aumentar los niveles de serotonina y melatonina. Así mejoran la calidad del sueño.
Sin embargo, el exceso de estos alimentos o su consumo en momentos inadecuados puede provocar desequilibrios. Incluso afectando negativamente al ciclo del sueño. Algo que corroboró un estudio publicado en Nutrients, basándose en la dieta de varios atletas.
Finalmente, las comidas ricas en carbohidratos simples, como los dulces y el pan blanco, pueden causar picos y caídas en los niveles de azúcar en sangre. Estos cambios abruptos pueden desencadenar respuestas hormonales que afectan el sueño. Una investigación en el American Journal of Clinical Nutrition encontró que las dietas altas en carbohidratos refinados están asociadas con una mayor prevalencia de insomnio y alteraciones en el sueño REM. Fase en la que ocurren la mayoría de los sueños y pesadillas.
Por tanto la relación entre la alimentación y las pesadillas es compleja y multifacética. Los alimentos que alteran los ritmos circadianos, provocan malas digestiones o estimulan en exceso el sistema nervioso pueden incrementar la actividad cerebral durante la noche y aumentar las probabilidades de tener pesadillas.