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Adiós al mito del limón: no ayuda a adelgazar, pero tiene otra función beneficiosa

Incorporarlo esta fruta puede mejorar la absorción de nutrientes y contribuir a hábito más saludables

Adiós al mito del limón: no ayuda a adelgazar, pero tiene otra función beneficiosa

Limón | Canva

Desde tiempos inmemoriales, la alimentación ha estado rodeada de creencias y prácticas que prometen resultados casi milagrosos. Entre ellas, el consumo de ciertos alimentos se ha convertido en un ritual diario para quienes buscan mejorar su bienestar y, en muchos casos, perder peso. Uno de los hábitos más populares en este sentido es el de beber agua con limón en ayunas, una costumbre que ha ganado adeptos en todo el mundo gracias a su aparente sencillez y a las múltiples propiedades que se le atribuyen.

Las redes sociales, los consejos de familiares y amigos, e incluso algunos medios de comunicación han contribuido a la difusión de esta práctica, presentándola como un aliado en la lucha contra el sobrepeso y otros problemas de salud. No obstante, es fundamental cuestionarse hasta qué punto estos beneficios son reales o si, por el contrario, forman parte de una lista de mitos que han perdurado con el tiempo sin una base científica sólida.

El interés por encontrar soluciones rápidas para perder peso ha llevado a que muchos alimentos y bebidas sean considerados casi como elixires mágicos. Pero, ¿qué hay de cierto en estas afirmaciones? ¿Realmente el limón posee propiedades adelgazantes o estamos ante una creencia errónea? Según Aitor Sánchez, dietista-nutricionista y divulgador, “el zumo de limón no sirve para adelgazar“. A pesar de ello, su consumo sí ofrece beneficios, como la mejora en la absorción de hierro y un efecto saciante.

Un aliado en la absorción del hierro

Uno de los principales beneficios del limón radica en su impresionante concentración de vitamina C, un nutriente esencial para diversas funciones vitales en el cuerpo. Esta vitamina, conocida por sus propiedades antioxidantes y su papel fundamental en el refuerzo del sistema inmunológico, también desempeña un rol crucial en la absorción del hierro, especialmente del tipo no hemo. El hierro no hemo se encuentra en alimentos de origen vegetal, como legumbres, frutos secos, cereales y verduras de hoja verde. Aunque estos alimentos contienen mucho de este mineral, el organismo no lo absorbe tan fácilmente como el hierro que proviene de fuentes animales, como la carne o el pescado.

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Limones

Aitor Sánchez, dietista-nutricionista y divulgador, señala que la combinación de alimentos ricos en hierro no hemo con vitamina C mejora considerablemente la absorción de este mineral. Según explica, “si acompañas la carne, el pescado, el huevo o las legumbres con zumo de limón, todo su hierro se absorberá mucho mejor”. Esto se debe a que la vitamina C ayuda a transformar el hierro no hemo en una forma más accesible para el cuerpo, facilitando su asimilación en el intestino. De hecho, estudios científicos han demostrado que consumir alimentos ricos en vitamina C junto a fuentes vegetales de hierro puede aumentar significativamente los niveles de este mineral en la sangre, lo que resulta especialmente beneficioso para personas con riesgo de deficiencia de hierro, como aquellas que siguen dietas vegetarianas o veganas.

Mitos sobre el limón y la pérdida de peso

El agua con limón ha sido promocionada como una bebida milagrosa para la pérdida de peso, pero la evidencia científica no lo respalda. Según Medical News Today, aunque el limón es bajo en calorías y rico en vitamina C y flavonoides, no tiene un efecto directo sobre el metabolismo ni quema grasa de manera significativa. Desde la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) se han desmontado muchos de los mitos en torno a esta bebida. El especialista Francisco José García Fernández aclara que “no está demostrado que tenga propiedades adelgazantes”, aunque su bajo aporte calórico puede dar la impresión de ayudar a perder peso si reemplaza bebidas o alimentos más calóricos.

A pesar de no tener efectos directos en la pérdida de peso, el agua con limón sí contribuye a una mejor hidratación, lo que ayuda a regular el apetito. Su sabor ácido puede proporcionar frescura a las comidas y reducir la necesidad de añadir azúcar o sal en ciertas preparaciones. Además, en aderezos y vinagretas, su toque ácido puede prolongar la sensación de saciedad, lo que podría influir en la cantidad de comida ingerida.

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