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Nutrición

Natalia Durán, nutricionista: «El estrés altera el azúcar en sangre y causa diabetes emocional»

En una sociedad que vive acelerada, la tensión constante puede pasarnos una seria factura física y emocional

Natalia Durán, nutricionista: «El estrés altera el azúcar en sangre y causa diabetes emocional»

Natalia Durán | Cedida

No está reconocida oficialmente como una enfermedad, pero cada vez más expertos utilizan el término “diabetes emocional” para describir un fenómeno real y medible: cómo las emociones intensas y el estrés sostenido pueden alterar los niveles de glucosa en sangre. Desde THE OBJECTIVE nos hemos puesto en contacto con la nutricionista Natalia Durán, especializada en nutrición integrativa, quien explica que este concepto no es un diagnóstico médico, sino una forma de entender la relación entre la mente y el metabolismo.

Cuando atravesamos etapas de ansiedad, tristeza o presión constante, el cuerpo reacciona liberando cortisol y adrenalina, las llamadas hormonas del estrés. Estas sustancias preparan al organismo para la acción, aumentando la glucosa en sangre para proporcionarnos energía inmediata, como si necesitáramos “luchar o huir”. El problema, según Durán, aparece cuando esa respuesta se repite con frecuencia o se mantiene durante demasiado tiempo. «El cuerpo puede acostumbrarse a funcionar con el azúcar elevado y responder peor a la insulina, la hormona que regula la glucosa», explica.

Señales que podrían indicar una diabetes emocional

Aunque no existe una prueba específica para diagnosticar esta condición, hay signos que pueden alertar de que el estrés está afectando al metabolismo. La nutricionista Natalia Durán enumera algunos de los más frecuentes:

  • Cansancio constante, incluso después de dormir bien.
  • Necesidad de comer dulce o picar entre horas, especialmente en momentos de nerviosismo o tristeza.
  • Irritabilidad o cambios de humor sin un motivo claro.
  • Dificultad para concentrarse o sensación de “mente nublada”.
  • Somnolencia o bajón de energía tras las comidas.
  • Niveles elevados de glucosa o hemoglobina glicosilada en los análisis, sin haber modificado la dieta.

«Desde la nutrición integrativa entendemos que estos síntomas aparecen cuando el cuerpo vive en modo alerta, liberando continuamente hormonas del estrés. Eso provoca picos y caídas bruscas de azúcar, que a su vez influyen en el estado de ánimo y el apetito», señala Durán. Por eso, más allá de los análisis, recomienda escuchar las señales del cuerpo y revisar el estilo de vida emocional, la calidad del sueño y los niveles de estrés, factores que también forman parte del equilibrio metabólico.

¿Temporal o crónica?

En la mayoría de los casos, la llamada diabetes emocional es una respuesta temporal del organismo ante una etapa de carga emocional intensa. Cuando el estrés disminuye y se retoman rutinas saludables, descansar bien, comer equilibrado, moverse con regularidad, los niveles de glucosa suelen normalizarse.

Alimentos saludables

Sin embargo, Durán advierte que «el problema aparece cuando el estrés se cronifica». El exceso continuado de cortisol y adrenalina puede hacer que las células se vuelvan menos sensibles a la insulina, aumentando el riesgo de desarrollar prediabetes o incluso una diabetes tipo 2. «El cuerpo no distingue entre un peligro físico y un conflicto emocional; en ambos casos reacciona igual, elevando la glucosa en sangre», recuerda la experta. Por eso, abordar el estrés de manera integral es clave para evitar que un desequilibrio temporal se convierta en un problema metabólico persistente.

Un tratamiento que va más allá de la dieta

A diferencia de la diabetes tipo 1 o tipo 2, el enfoque para la llamada diabetes emocional no se centra únicamente en la glucosa o la insulina. «Aquí el objetivo es restablecer el equilibrio del sistema nervioso, endocrino y metabólico», explica Durán. Desde una visión integrativa, el tratamiento combina varias estrategias complementarias:

  • Gestión del estrés: técnicas de respiración consciente, meditación, yoga o paseos al aire libre ayudan a reducir el cortisol y estabilizar los niveles de azúcar.
  • Alimentación antiinflamatoria: priorizar verduras, proteínas de calidad, grasas saludables y huevos, evitando ultraprocesados, azúcares refinados y alcohol.
  • Ejercicio regular: la actividad física mejora la sensibilidad a la insulina y libera tensión emocional.
  • Sueño reparador: dormir bien es esencial, ya que la falta de descanso eleva la resistencia a la insulina.
  • Apoyo psicológico: en algunos casos, el acompañamiento de un terapeuta especializado en gestión emocional puede ser determinante.

El objetivo no es solo reducir la glucosa, sino tratar a la persona como un todo, entendiendo que mente, emociones y cuerpo funcionan de manera interconectada. Cuando se abordan todas las piezas del puzzle, los niveles de azúcar tienden a normalizarse de forma natural. Durán concluye con un mensaje optimista: «Si se detecta a tiempo y se corrige el estilo de vida, la diabetes emocional puede revertirse completamente. Pero si el estrés se cronifica, también puede hacerlo el desequilibrio metabólico. La clave está en escucharse, cuidar el cuerpo y la mente por igual».

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