Francine Gálvez: «España no es racista porque el español viene mezclado de origen»
La primera mujer negra que presentó un informativo en España repasa su carrera en THE OBJECTIVE
Fue la primera mujer negra que presentó un Telediario en la historia de TVE, pero «no tenía la percepción de que estaba pasando algo extraordinario». Nacida en Camerún —de padre exmisionero español y madre comadrona camerunesa—, Francine Gálvez se ríe hasta de su nombre, que de niña se cambió varias veces —«Primero me puse Francis, pero salió aquello de la mula Francis y me lo tuve que quitar, y entonces lo cambié por Paquita»—, y de lo mal que lo pasó el día que se subió al coche de Carlos Sáinz en el Rally de Cataluña.
Sólo se pone seria cuando habla de racismo y de los comportamientos excepcionales de algunas personas —«Siempre está el tonto de turno»— que han intentado menospreciarla por el color de su piel. Otra cosa es que lo consiguieran.
Porque Francine Gálvez, sin pretenderlo, es un referente para otros profesionales que, como ella, intentan abrirse paso en el mundo de la televisión. Presentadora de informativos en TVE y de programas de entretenimiento en distintas cadenas, ha encontrado en el programa Madrid directo (Telemadrid), del que ya había sido reportera entre 1997 y el año 2000, la horma de su zapato.
Aquella becaria que llegó con toda la ilusión del mundo a Torrespaña y Ramón Colom le ofreció presentar el Informativo de la Segunda Cadena (ahora La 2) ha cambiado de cometido cada vez que se lo pedía el cuerpo, sin merma alguna de sus ganas de contar lo que está pasando. «Me pone muchísimo el programa que estoy haciendo ahora», afirma en Fuera de micrófono, mientras prepara un documental sobre Lola Flores y trabaja en otro proyecto relacionado con los viajes que llevará por título Lujo y lujuria. Según ella, son dos conceptos que van unidos.
PREGUNTA.- ¿Qué sensación te produce haber sido la primera mujer negra que ha presentado un Telediario en la historia de TVE?
RESPUESTA.- Te voy a contestar desde la sinceridad, porque hace muchos años de aquello y yo era muy jovencita. Tan inconsciente era que la primera vez que me llamó Ramón Colom para ofrecerme ese puesto de presentadora le dije que no. Estaba entonces haciendo el programa Buenos días, con un montón de gente joven, y me lo pasaba bomba. Tenía 22 añitos y para mí entrar en los Informativos era pasarme al lado de la gente mayor, de la gente seria. Ramón me dijo: «Tú veras, pero ese programa se va a acabar».
Así que le contesté: «Si se va a acabar Buenos días, entonces sí». No tenía ninguna percepción de que estaba pasando algo extraordinario. Lo tomé de una manera muy natural, pensando que era la consecución lógica de todo lo que me había pasado: estudiar Periodismo, ganar una beca en TVE… Lo veía normal. No era consciente de que aquello era muy importante como referente para esa gente negra, aunque todavía éramos pocos en España. De eso he tenido conciencia muchísimos años después.
«Hay que pedir una cuota para que la variedad de razas se vea representada en los medios»
P.- Sin embargo, por esa puerta que abriste han entrado muy pocas personas como tú.
R.- No existe una cuota, porque no hemos luchado por ella. Llevo años hablando de estos temas en foros profesionales. Por ejemplo, se hizo un curso auspiciado por la Secretaría de Estado de Igualdad, en el que se trataba este tema. La publicidad sí está muy expuesta a la racialización diferente que existe en España, pero en los programas de televisión no. Fíjate que ni siquiera hay gitanos, que están mucho antes como grupo racial o grupo étnico distinto al predominante. Es un asunto que merece la pena enfocar, porque esta sociedad cada vez es más mestiza, más mezclada. Va siendo hora de pedir una cuota para que esa variedad de razas se vea representada en los medios de comunicación y, en este caso, en la televisión.
P.- En proporción al número de inmigrantes de diferentes procedencias…
R.- Exactamente. Hay una chavala del Este en los Informativos de TVE, Nadia Kolotushkina, y me hizo muchísima ilusión verla cuando empezó. Sin la diferencia racial, pero hay mucha gente del Este que vive en España y que se verá representada en ella. Hace unos reportajes estupendos en TVE.
P.- Tu padre fue misionero, conoció a tu madre en Camerún y después se trasladaron a España.
R.- Nos trasladamos a España cuando yo tenía dos años. Mi padre se había salido de cura y coincidieron en una misión. Mi madre era comadrona y mi padre estaba colaborando también en esa misma misión. De hecho, volvieron hace pocos años a Camerún y todavía tenían el mismo microscopio, porque mi abuelo, por parte de padre, era médico en España en los años cincuenta y le dio a mi padre todo el material médico que tenía para que se lo llevar a África. Y allí está todavía ese material: las inyecciones, las jeringuillas y el microscopio.
P.- De pequeña, creo que no te importaba que te llamaran Paquita en lugar de Francine.
R.- El nombre de Paquita me lo puse yo. Ya estaba harta de que no supieran decir mi nombre. Luego, fue derivando. Primero me lo pasé a Francis, pero salió aquello de la mula Francis y me lo tuve que quitar. Imagínate en tercero de EGB, la mula Francis, la mula Francis… Entonces, lo cambié por Paquita, pensando en Paca Gabaldón, una actriz que en aquella época hacía muchas series en TVE. Dije: yo como esta señora tan guapa.
«María Antonia Iglesias era una gran periodista, pero en su etapa se tapaban las bocas»
P.- En televisión se utilizó durante algún tiempo la expresión busto parlante como sinónimo de presentadora.
R.- De hecho, yo nunca quise ser presentadora. El primero que me dijo si quería presentar un programa fue Luis Tomás Melgar y yo no quería. Efectivamente, era ser un poco busto parlante. Lo de mujer florero a mí tampoco me va.
P.- ¿Es cierto que dejaste el Telediario, en los años noventa, por la falta de libertad para informar de ciertas cosas?
R.- Sí, sí. Cuando eres joven, no tragas. Luego, con la edad, te vuelves más tolerante. Que utilizaran mi imagen para, de alguna manera, hurtar la verdad a los españoles, no podía con ello. No entendía que no se pudiera hablar de Juan Guerra en los Informativos de TVE, cuando estaba saliendo en toda la prensa. ¿Cómo hurtas esta realidad, cuando toda España lo sabía? Profesionalmente, estás quedando como un inútil. María Antonia Iglesias era una gran periodista, pero en su etapa de directora de Informativos se tapaban las bocas.
P.- A finales de los noventa, fuiste reportera de Madrid directo (Telemadrid), el programa que ahora estás presentando.
R.- ¡Las vueltas que da la vida! Lo que más me puede gustar, y que además es la esencia del periodismo, es el contacto con la noticia, con la calle. Encima, me tocó hacer cosas muy bonitas, relacionadas con el mundo de la cultura y los espectáculos. Me lo pasé bomba. Disfruté como una auténtica enana.
P.- Has hecho de todo, incluido un programa de famosos, Mamma mía, que tuvo gran éxito y que presentabas con Víctor Sandoval.
R.- Hay gente que piensa: mira cómo se lo ha montado de bien. No, yo soy franca y sincera. Estoy en esta profesión por pura vocación. Creo que he nacido para ser periodista y comunicadora. Me encanta y lo disfruto. Creo que el periodismo cumple una función social absolutamente necesaria, en un momento duro. Por eso me gusta THE OBJECTIVE. En la cabecera está puesta la que debería ser primera norma del periodismo. Hoy en día está todo teñido de política, por desgracia, y el público muchas veces no sabe que es verdad y qué es mentira, porque todo obedece a intereses espúreos. Dejé Madrid directo, un programa muy exigente, y me cambié a Mamma mía por puro confort. Me quitaba de salir a la calle todo el verano, con todo el calorazo, y encima tenía de compañero a un amigo que conocía desde la infancia, Víctor Sandoval. No pensaba que el programa se convertiría en un bombazo.
P.- ¿El trato que se les daba en Mamma mía a los famosos era distinto al de ahora?
R.- Dábamos información y nos reíamos, porque la información del corazón es para tomártela a broma, aunque algunas cosas le puedan molestar a los protagonistas. Es como lo del robo de las joyas de Tamara. Yo pensaba: escucha las señales, porque ya te han robado hasta las joyas que te ibas a poner en tu boda. Ella puede estar en su casa echa polvo, pero, como público, lo vemos de otra manera. Tamara también ha entrado en ese juego de exponer su vida para entretenimiento de la plebe.
P.- ¿Se pagaba a los famosos?
R.- No, nunca hemos pagado. Lo hacíamos todo con agencias, a las que dábamos de comer. Trabajábamos con Europa Press, Efe y Korpa, llevando humor a las casas. Yo creo que ese es el recuerdo que tiene la gente: lo bien que se lo pasaba cuando me ponía como un basilisco, porque me rompía las muñecas. Éramos muy gamberros.
P.- En aquellos años de popularidad, ¿qué tal llevabas el contacto con la calle?
R.- Como empecé en Informativos, la gente me tiene como cierto respeto. Es verdad que la distancia con el público se acorta, pero tengo que decirte que a mí la gente que se me acerca, en el 99,9% de los casos, es educadísima, encantadora y me adula, cosa que en mi casa no se permite. Mi madre me pone la verdad en la cara. Me dice: «lo has hecho fatal, hablabas muy deprisa, no se te entendía…». Mi madre, mi padre y mis hermanos me dan un baño de realidad. De hecho, en mi casa me forzaron a que dejara Mamma mía. Decían que para ese trabajo no me habían pagado la carrera de periodismo.
«Me pone muchísimo ‘Madrid directo’»
P.- Has trabajado con Jorge Javier Vázquez, Víctor Sandoval, Isabel Gemio… ¿Qué tal te entendiste con cada uno de ellos?
R.- Con Jorge Javier, como era el primer programa que hacía, me entendí deliciosamente. Era un Jorge muy joven, con muchas ganas de triunfar, y la veterana en ese caso era yo, que tenía más bagaje. Siempre hemos tenido una relación extraordinaria. Le guardo mucho cariño porque a mí siempre me trató con generosidad y muy bien. Me parece un tipo interesante. Es verdad que luego su trayectoria ha derivado en algo diferente. Ser el dueño del cortijo durante tantos años (Sálvame) te pone en otra tesitura. Es una persona inteligente que se va a saber reinventar perfectamente.
P.- ¿Con Isabel Gemio…?
R.- [Silencio] Cuando no voy a hablar bien de una persona, prefiero no decir nada de ella.
P.- ¿Cómo es Madrid directo por dentro?
R.- Me encanta. Madrid directo son 24 horas al día. Yo voy por la calle mirando cosas, por si encuentro algo nuevo que le podamos contar a los madrileños. Es estar al tanto de todo lo que pueda pasar. Ese compromiso lo tenemos, al cien por cien, todos los compañeros del programa. Es increíble como te despierta las ganas de contar cosas. Es un formato estrella, con treinta años en antena, que se ha contagiado a todas las comunidades autónomas. Nació en Madrid, de la mano del gran Ricardo Medina, y hoy existe Andalucía directo, Extremadura directo… Lo ha copiado hasta TV3. Cuando realmente pasa algo grave, a los cinco minutos te tienes que enfrentar a un programa especial de tres o cuatro horas de duración. Es un reto maravilloso. Me pone muchísimo mi programa (risas).
«En los hombres se dice: es veterano. En las mujeres: ya está vieja»
P.- Has hecho muchos programas y en distintas cadenas. ¿En dónde te has encontrado más a gusto?
R.- Yo estoy en los sitios que me gustan. Si no me gustan, no estoy. Entonces, me he sentido bien en cada uno de ellos. Incluso el programa Noche y día, de Antena 3, fue una experiencia maravillosa porque hacía reportajes de deportes, desde el otro lado del deporte. Algo que no había hecho nunca. ¿Cómo me voy a olvidar de haberme subido al coche de Carlos Sáinz en el Rally de Cataluña? Y, encima, estoy tan loca que no se me ocurrió otra cosa que decirle: «Oye Carlos, a ver si ahora, porque soy una chica, vas a ir a uno por hora». Entonces dijo: «Perdona bonita, espérate». Eso hay que vivirlo. No puedo quedarme con una etapa, porque todo forma parte de mi vida profesional y lo repetiría exactamente igual.
P.- Entres tus hitos profesionales tengo anotada una entrevista a Madonna y otra a Tom Cruise.
R.- A Tom Cruise se la hice en la cama, perdona, perdona. Mi etapa de reportera en Madrid directo me ha dado un montón de regalos, como poder conocer a John Malkovich. En esa época venían muchas estrellas a Madrid y no se las quedaba El Hormiguero, como ocurre ahora.
P. – Todo cambia muy rápido, pero en los Informativos es raro ver a una mujer mayor de presentadora. ¿Por qué?
R.- La televisión es como la política. Cuando la gente critica a la política y a la televisión, yo digo: es que son fruto de la sociedad. No estamos separados. Efectivamente, el edadismo existe en las mujeres, pero no en los hombres. En los hombres se dice que es veterano y en las mujeres que ya está vieja. Hay que cambiar la sociedad para que pueda cambiar la televisión. La televisión no cambiará, si no lo hace antes la sociedad.
«Siempre está el tonto de turno que intenta despreciarte porque no eres como él»
P.- Al hilo de un debate reciente, ¿España es racista o no es racista?
R.- Yo creo, de verdad, que España no es racista. Cuando ves, históricamente, como se desarrollaron las colonizaciones, te das cuenta de que, probablemente, en Latinoamérica es donde hubo más mestizaje. El español viene ya mezclado de origen. Hubo ocho siglos de árabes o de magrebíes, porque vinieron del norte de África más que de Arabia. Antes estuvieron los visigodos, en otra época los judíos… Este es un país mestizo en su historia, aquí no hay Ku Klux Klan; está en el Mississippi, gracias a dios. Luego, también hay gente racista. Te encuentras de todo, y yo me he encontrado con situaciones de racismo, obviamente. Son hechos puntuales que todos los de nuestra raza hemos sufrido alguna vez. Porque siempre está el tonto de turno que intenta hacerte sentir menos porque no eres como él. Pero una cosa es que lo intente y otra que pueda conseguirlo.
P.- Cuenta alguna situación desagradable que haya vivido por culpa de este tipo de gente.
R.- Hace poco recordaba con mis compañeras de Instituto lo que nos ocurrió en una ocasión. Yo estudiaba en el Instituto Isabel la Católica y un día fuimos a tomar algo en un bar, y resulta que era un local neonazi. Entonces, el de la puerta me dice: «Tú no puedes entrar». «¿Por qué no puedo entrar?», le pregunto. «Porque eres negra». Fue una situación que no me esperaba. Entonces, mis amigas le gritaron: «Pues nos vamos todas y no pensamos volver nunca más». Es desagradable, porque te están impidiendo el paso por tener un determinado color de piel. Aquel portero sí que quería que esto fuera Mississippi.
P.- ¿Quiénes eran las periodistas a las que tú querías parecerte en tus comienzos?
R.- Yo me acuerdo de Concha García Campoy, Olga Viza, Ángeles Caso, Carmen Sarmiento, Paloma Gómez Borrero, con aquellas crónicas… ¡Qué bien lo hacían! Hay muchísimas mujeres que son mi inspiración y que además me llevaron a que quisiera ser periodista.
P.- ¿Qué tiene Madrid que no tengan otras ciudades?
R.- He vivido en Madrid, en Nueva York y en Alicante, ciudades variopintas. Madrid es una ciudad absolutamente abierta. Es mi casa, te lo pasas bomba, está llena de vida, la gente es simpatiquísima, todo el mundo es bienvenido, resulta superfácil vivir en ella. Me gustó mucho la experiencia de vivir en Nueva York y la gente piensa que es una ciudad hostil. En Madrid te encuentras a gente de todas las partes del mundo, que puede estar haciendo cualquier trabajo que ni te puedes imaginar, el mundo artístico que tiene… Y, luego, estás a dos pasos de la naturaleza. A una hora y pico tienes Manzanares el Real, La Pedriza o el Pantano de San Juan. No hay mejor lugar para vivir que Madrid.
P.- ¿Qué sueño te queda por cumplir?
R.- No te puedes imaginar la cantidad de cosas que me quedan por hacer. Tengo el compromiso de sacar un documental sobre Lola Flores. Quiero hacer también un programa de viajes que se va a titular Lujo y lujuria.
P.- ¿Por qué lo de lujuria?
R.- Porque la lujuria y el lujo van un poco unidos. Y, también, porque a la gente hay que enseñarle cómo pasárselo bien en esos momentos de disfrute con tu pareja o tu amor propio. Hay muchas cosas que son lujuria, o que te ayudan a tener esa lujuria, pero en el sentido más poético de la palabra. Esas imágenes de El último tango en París o Pretty woman, la película de Julia Roberts y Richard Gere con las fresas, que es un poco como la lujuria. Pero la lujuria en sentido poético, no el guarrerío, que yo tengo ya una edad y soy una señora fina.
P.- ¿Dónde te refugias, cuando quieres desconectar?
R.-Me gusta mucho ir a Alicante. En Madrid está la guerra, en el mejor sentido, y en Alicante la paz. La cara y la cruz. En Alicante me gusta nadar, ver los pececitos y pasear.
P.- Telemadrid ha mejorado la audiencia en los últimos años. ¿Vuelve a ser una cadena querida por los madrileños?
R. – La cadena ha conseguido recientemente su mejor dato de audiencia en los últimos catorce años. Es una televisión que pasó un momento crítico, cuando se hizo aquel ERE, y poco a poco se está recuperando. El equipo directivo sabe muchísimo de televisión y tenemos compañeros con una gran calidad periodística. María Rey me tiene embobada. Es una mujer que tiene una ecuanimidad que cualquier persona que sea justa lo va a ver. Es periodista. No se casa ni con unos ni con otros. Hace las preguntas incómodas desde esa educación que todos quisiéramos tener.