Cambio de la DGT en los radares: fin a la «regla del 5 y del 7»
La nueva ley de tráfico afecta al funcionamiento de los instrumentos de medición de velocidad de la Dirección General
Un radar es un dispositivo que utiliza ondas de radio para medir la velocidad de un objeto, generalmente un vehículo, y registrar su posición. El término «radar» es un acrónimo de «Radio Detection and Ranging» (Detección y Medición por Radio). Los radares tienen distintas aplicaciones, aunque su uso más común es para controlar el tráfico y vigilar la velocidad en carreteras.
En tráfico, un radar emite una señal de radio hacia un vehículo en movimiento. Cuando esa señal rebota en el vehículo y regresa al radar, se calcula la velocidad del vehículo basándose en el cambio de frecuencia de la señal reflejada. Si la velocidad del vehículo supera un límite preestablecido, el radar registra la infracción y posteriormente los operarios emiten la multa.
Además de su uso en el control de tráfico, los radares tienen otras aplicaciones como en navegación aérea, en meteorología, en defensa, y en muchos otros ámbitos donde es importante medir distancias y velocidades de objetos a distancia.
Radares en España
La Dirección General de Tráfico (DGT) dispone de más de 1.300 dispositivos distribuidos por todo el país. Desde que se instalaron, estos radares han tenido cierto margen de error, que algunas personas aprovechan para jugar con los límites de velocidad permitidos.
La práctica común de la «regla del 5 y del 7» se ha vuelto popular entre aquellos que buscan no ser multados, pero tras una recalibración, ya no será efectiva para evitar sanciones.
¿En qué consiste la regla del 5 y del 7?
Esta regla sugiere que los radares tienen un margen de error en su medición de velocidad, por lo que si conduces solo unos pocos kilómetros por hora por encima del límite de velocidad, es menos probable que te capturen.
Por ejemplo, si se circula por encima de 100 km/h se relaciona con el 7%, por lo que si estás en una vía de 120 km/h el radar hace la foto si se pasa sobre los 128,4 km/h o superior.
Nueva ley de tráfico
Con la implementación de la Orden ministerial que establece las normas de control metrológico del Estado, se cambia la forma en que se homologan los nuevos radares. En el caso de los radares fijos que están instalados de forma permanente, se permite un margen de error de 3 km/h para mediciones por debajo de 100 km/h y un 3 % para mediciones por encima de ese límite de velocidad.
Para los radares móviles, se admite un margen máximo de error de 5 km/h en mediciones por debajo de 100 km/h y un 5 % en mediciones por encima de esa velocidad.
Los radares de tramo, por otro lado, siguen el mismo estándar que los nuevos radares. Permiten un margen de error de +/-3 km/h o +/-5 km/h en mediciones por debajo de 100 km/h, y de +/-3 % o +/-5 % en mediciones por encima de 100 km/h.
Nuevas tecnologías para supervisar la circulación de vehículos
La DGT ha incorporado cámaras de videovigilancia ubicadas en los semáforos. Estas cámaras tienen diversas funciones, aunque la principal es vigilar que ningún conductor se salte un semáforo en rojo.
Se trata de radares «foto-rojo» equipados con una cámara de vigilancia que supervisa si los vehículos se detienen correctamente cuando el semáforo está en rojo y no lo cruzan. Estos dispositivos de vigilancia se instalan en una estructura fija ubicada aproximadamente a 25 metros antes de la línea de parada en el semáforo.
De acuerdo con la información proporcionada por el Ayuntamiento de Madrid, cada radar de semáforo en la ciudad está equipado con dos cámaras a color que capturan dos imágenes del vehículo. La primera imagen se toma antes de que el vehículo cruce la línea de detención en el semáforo, y la segunda imagen se captura una vez que el vehículo ha cruzado completamente el paso y el semáforo aún está en rojo.
La instalación de este sistema de control «foto-rojo» se ha llevado a cabo con la intención de sensibilizar a los conductores acerca de la importancia de cumplir con las señales de los semáforos, con el propósito de mejorar la seguridad en las carreteras, especialmente para peatones y para prevenir accidentes entre vehículos, en particular motocicletas, que son más susceptibles a sufrir daños en caso de colisiones.