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El Vinfast VF8 tiene un título mundial: es el coche más apaleado por la crítica del siglo

La riada de críticas es de tal calibre que incluso han llevado a los tribunales a algún periodista a tenor de lo leído

El Vinfast VF8 tiene un título mundial: es el coche más apaleado por la crítica del siglo

Vinfast VF8.

Hoy día es complicado encontrar coches verdaderamente malos. Los controles de calidad, de tecnología, y las exigencias del mercado ha llevado a las marcas a crear productos excelentes. Pero hay un fabricante, con un modelo concreto, que podría llevarse la palma en justo lo contrario y está siendo el vehículo con las peores críticas del siglo: el Vinfast VF8. 

El modelo, de los cinco que tiene en su catálogo la marca vietnamita, no se vende en España. En Europa está disponible solo en el mercado alemán, y es por esto que apenas hay reflejo en medios de nuestro idioma. La veda en la lengua de Cervantes la ha abierto el reputado youtuber JFCalero, remitiéndose a medios estadounidenses, donde padecen este coche desde marzo de este año. No existe publicación, web, blog, canal de vídeos o comentarista especializado por cuyas manos haya pasado el VF8 que no le haya recetado unas críticas superlativas, pero en el peor de los sentidos, algo bastante poco habitual. 

Errores de bulto

Cuando una marca pone a disposición de analistas, y medios especializados alguno de sus vehículos, tiende a ceder los coches más altos de su gama. Equipados con los motores más potentes, sus neumáticos más anchos, y bien equipados, son revisados para que todo funcione a la perfección y proyecten la mejor imagen posible. Sin embargo, la riada de críticas denunciando fallos, problemas mecánicos básicos, o averías inexplicables es de tal calibre, que incluso en su país de origen, Vietnam, han llevado a los tribunales a algún periodista a tenor de lo leído.

La retahíla de problemas saltaron desde el primer día. En la pasada primavera, Vinfast llevó cuarenta y cinco unidades de su VF8 al primer concesionario que lo puso a la venta en suelo yanqui. Con la promesa de la construcción de una fábrica en Carolina del Norte que crease 7.500 empleos, hicieron ruido, y se dieron a conocer. De manera instantánea comenzó la cascada de malas reseñas, que de entrada provocaron la retirada del mercado de varios vehículos a los que se les quedaba en blanco la pantalla principal de 15 pulgadas, y desde la que se controla la mayoría de las funciones básicas. 

A los orientales les encantan las señales sonoras en sus coches, algo que tiende a exasperar a los conductores de otras latitudes. Los chicos del popular canal Donut de YouTube, que se dedica con bastante gracia a probar coches, contaron 22 pitidos, campanitas y zumbidos en los primeros quince minutos. El copiloto no daba abasto para suspenderlas porque los estaban volviendo locos. La potencia descendía en orden de marcha de forma aleatoria, los intermitentes fallaban, o el coche vibraba y se agitaba al engranar la marcha atrás. 

Son fallos, en algunos casos, críticos, pero una de las quejas fue bastante exótica. Hay coches en los que el tarado de las suspensiones y el bamboleo de la carrocería, puede provocar mareos en los asientos traseros. Es raro que ocurra en los delanteros, y en esta ocasión, tanto piloto como copiloto se marearon. Todo hace indicar que la combinación de muelles e hidráulicas de los amortiguadores necesitan una profunda revisión. 

Más problemas

El proceso de puesta en marcha es farragoso y está muy lejos de darle un botón para echar a andar como hace con cualquier otro vehículo eléctrico. Para conseguir que el coche se mueva hay que ejecutar varias maniobras so pena de conseguir que no se desplace ni un metro. Si el cinturón puesto, el freno pisado, o el selector de marcha no está en la posición adecuada, el coche se negará a moverse. En principio parecen buenas ideas relacionadas con la seguridad, pero hay ocasiones en las que estas circunstancias impiden un manejo en condiciones básicas y despista al que no conoce el procedimiento.

Vinfast VF8.

Las ayudas al conductor resultaron caprichosas o sencillamente no funcionaron. El sistema de corrección de carril se les activaba y desactivaba de forma aleatoria, la calidad de la conducción dejaba bastante que desear, y la aceleración les resultó muy lejos de los estándares establecidos por coches del mismo segmento. El acelerador tardaba entre uno y dos segundos en cerciorarse que lo habían pisado a fondo; en caso de una emergencia, escapar de alguna situación de peligro, esto llevar a la catástrofe. A otro periodista, Tom Peg, se le encendieron todas las luces del cuadro cuando iniciaba la marcha, lo que reflejaba un fallo total del sistema rector del vehículo, algo que no tuvo reflejo en esta prueba. La conclusión final fue sencilla: «Este coche tiene todas las cosas molestas que albergan los eléctricos y ninguna de las buenas».

A Scott Evans, el analista de Motor Trend, se le atascó el freno de mano en un aparcamiento y tuvo que pelear con él un buen rato para liberarlo. Le falló la visualización del navegador, y el sistema que le advertía de los límites de velocidad. Lo que le ocurrió con el climatizador fue más curioso. Cada vez que detenía el coche se le reiniciaba el sistema de aire acondicionado y se le iba a 27 grados. Daba igual a que temperatura lo hubiera dejado; se le ponía a esa temperatura de vuelta. Esto también ocurría con las alarmas iniciales. Una vez silenciadas todas, y son muchas, cada vez que se habían reajustado volvían de nuevo a la vida tras la puesta en marcha. 

Los de Road & Track dejaron por escrito que tras un trayecto de unos 90 minutos, habían hecho uno de los peores viajes en años. El VF8 no hacía más que agitarse y flotar como una barca con cabeceos constantes del tren delantero, incluso sin que hubiera baches de por medio. Un coche de algo más de 2.500 kilos debería caer a plomo sobre el asfalto y este lo hacía, pero la carrocería, con sus ocupantes en el interior, se agitaba como una atracción de feria, lo que acababa en mareos y molestias. Los coches de este fuste —casi 50.000 euros en su versión básica— tienden a delegar el sistema de sonido a alguna marca de cierto prestigio como Bose, Harman-Kardon o Blaupunkt, por ejemplo. Lo peor del VF8 probado no es que carezca de un responsable, que resulta anecdótico; lo que resulta más llamativo es el ruido blanco, o zumbido permanente que emana de sus altavoces aunque no haya sonido alguno activado. 

Errores de diseño, ahorro de costes

Hay más dislates. Los tiradores de las puertas son de aspecto barato, y los acabados interiores están lejos de los estándares en los que dicen estar inspirados: Tesla y Mercedes. Los mecanismos internos tras el salpicadero zumban y emiten sonidos eléctricos de forma periódica sin haber ejecutado acción alguna sobre los controles. Los limpiaparabrisas proyectan al interior un sonido rítmico propio de coches baratos de hace décadas, cuando esto está ya muy superado, o desde el puesto de los pasajeros en el asiento de atrás, pueden verse la estructura por los huecos de los cinturones de seguridad. 

Otra queja es que la pantalla muestra, al encenderse, la temperatura en grados Celsius —medida standard en Vietnam—, y luego se pasa a los Farenheit estadounidenses que tiene programados por defecto. Algo similar ocurre con el navegador, en el que a veces aparecen ‘direcciones fantasma’ no programadas, como un recurrente giro a la izquierda en la calle Nguyen Chi Thanh en Hanoi, aunque estés en pleno Rodeo Drive de Los Angeles.

El diseño alberga un detalle extraño. El VF8 es más bajo en su parte trasera que en la delantera, lo que le otorga el aspecto de ir sobrecargado en el maletero. Algunos periodistas acabaron haciendo chistes acerca de la de veces que te iba a parar la policía de carreteras en zonas fronterizas. 

Verde, verde

La marca VinFast nació en 2017, presentó en el Salón de París sus dos primeros modelos —de combustión— en 2018, y rápidamente decidieron tirarse de cabeza a la fabricación de eléctricos. En un tiempo récord han sido capaces de poner coches en el mercado, y ese es su problema. Tras haber fichado a remarcados ingenieros europeos a golpe de talonario, su problema han sido las prisas. El coche eléctrico parece haberse convertido en la Carrera del Oro en el viejo oeste, y el aluvión de nuevas marcas, sobre todo orientales, resulta apabullante. VinFast se ha autoimpuesto un cronograma excesivamente agresivo, y se ha saltado varios pasos importantes. 

De manera habitual, y aunque los chinos digan que un coche puede estar listo en un par de años, se suelen tardar entre cuatro y cinco años en pasar de una idea a estar en los concesionarios. La mayor parte de ese tiempo consiste en someter a una larga lista de pruebas a cada modelo. Comprueban los ruidos que emiten, las vibraciones, si las suspensiones crean molestas resonancias, o chequean la resistencia de sus piezas. Los llevan a desiertos o al Polo Norte, para observar su comportamiento en temperaturas extremas, de acuerdo con el trato que les darán sus propietarios en el futuro. La sensación que proyecta el VF8 es la de un coche inacabado, algo que se ha puesto en el mercado sin haber pasado por los test debidos. Algunos de los comentaristas afirmaron haber estado subidos en prototipos mejor acabados que este coche puesto a la venta. 

La respuesta de los vietnamitas

En 2022 la marca colocó 24.000 coches en todo el planeta y sus planes son ambiciosos, pero su debut internacional no ha podido ser peor. Los problemas de software —muy comunes en coches de todas las marcas cuando se han electrificado—, se podrán ir puliendo a través de actualizaciones. La marca ha declarado que tiene un programa de revisión de software para muchos de estos problemas, pero sin dar detalles. Con los de la propia estructura física del coche es bastante más complicado. Tanto que desde que se lanzó el modelo, han tenido que retirar más de 1.000 unidades cuya reparación era en exceso costosa. 

El mes pasado, el fabricante presentó un programa de posventa en el que los exigentes clientes norteamericanos serían indemnizados con ‘cheques regalo’ de hasta 300 dólares si encontraban problema graves en sus vehículos; para los que causen incomodidades, pero no afecten la usabilidad del vehículo, recibirán uno de 100.

Que las marcas nuevas tengan problemas en sus inicios es normal. Los primeros Toyota eran terribles, y han acabado dando lecciones a los alemanes con sus Lexus. O las coreanas Hyundai y Kia, que arrancaron con coches muy poco deseables, y hoy dominan a placer en muchos mercados con vehículos excelentes que son bien aceptados en el exigente mercado europeo. Aprendieron, crecieron y acabaron haciendo buenos productos. A los vietnamitas parecen haberles devorado la impaciencia. 

Pertenecientes al grupo empresarial más grande de su país, el VinGroup, tienen inmobiliarias, compañías tecnológicas, astilleros, el sistema educativo más grande de Vietnam, con escuelas y universidades, y hasta parques de atracciones. Su creador, Pham Nhat Vuong, se convirtió en el primer multimillonario de Vietnam gracias a los tallarines. Después llegó todo lo demás, así que mejorar un producto que tiene campo libre para correr no les resultara difícil, porque estructura empresarial y fondos, tienen de sobra. Pero tendrá que echarle un poco de paciencia, y probar un poco mejor las cosas. Eso o quedarán en el doloroso olvido fagocitados por uno de los mercados más excitantes y revueltos en años. Ya lo afirmó el aserto chino, «ojalá vivas tiempos interesantes». Estos lo son, pero divertidos, para VinFast, no. 

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