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Varios países se plantean ya imponer limitadores de velocidad en los vehículos

Al igual que los coches son cada vez más largos, anchos, pesados y mejor construidos, también son más potentes

Varios países se plantean ya imponer limitadores de velocidad en los vehículos

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Hace unos meses, tres jóvenes de Washington cogieron un taxi de vuelta a casa tras una pequeña fiesta en casa de unos amigos. Ninguno de ellos sabía que diez minutos más tarde estarían muertos. La causa fue que el conductor de un SUV Lexus, un vehículo de alta gama, se los llevó por delante en un exceso con el acelerador.

Esta fue la consecuencia, pero el problema es que se sabía que esto acabaría ocurriendo. El causante del accidente era una bomba de relojería andante. En los diez meses anteriores había acumulado 43 multas de tráfico, todas menos una, por exceso de velocidad.

El Gran Premio de Mi Barrio

El tipo usaba las calles y carreteras de la capital norteamericana como si fueran el circuito de Mónaco, y que acabase ocurriendo algo así era de esperar. Ahora muchos se preguntan que como semejante peligro público podía seguir al volante y violando las regulaciones impunemente.

La respuesta es porque podía. Los más de 12.000 dólares que acumulaba en multas no se pagaron, y cuando esto ocurre por aquellas latitudes, se embarga el vehículo a partir de la segunda sanción no atendida. Fue una verdadera lástima que los mecanismos que lo ejecutan no funcionasen. El sistema falló, sobre todo para los pasajeros de aquel taxi. Pero esto puede que tenga una solución de aquí a poco.

El gobierno local de la capital estadounidense acaba de aprobar un paquete de medidas en materia de tráfico que incluyen algo nuevo. A falta de firma por parte del alcalde y la aprobación del congreso, se han otorgado la capacidad de instalar reguladores de velocidad en los vehículos de los conductores condenados por infracciones graves de velocidad.

El llamado Programa de Asistencia a la Velocidad Inteligente será obligatorio para los infractores agravados por conducción temeraria. Los que se excedan por primera vez, se verán obligados a pasar un año con un limitador de velocidad instalado en su coche, que tendrán que abonar de su bolsillo.

Será ilegal que dichos conductores manejen un vehículo sin este dispositivo. Si fueran atrapados de nuevo —una vez que no tuvieran este limitador— añadirían un año más al plazo obligatorio en el programa, hasta tres años. Si reincidiese, el periodo de limitación de velocidad se podría prolongar más allá del periodo en principio previsto.

El dispositivo se basa en sistemas que utilizan cámaras a bordo y control por satélite para detectar el límite de velocidad de la carretera y restringir el vehículo en consecuencia. La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte ha recomendado que los fabricantes instalen este moderno sistema de seguridad en todos los vehículos nuevos que se vendan en Estados Unidos, pero de momento es sólo una recomendación.

El caso europeo

Al igual que los coches son cada vez más largos, anchos, pesados y mejor construidos, también son más potentes. Hace tres décadas, un coche mediano solía tener una potencia de alrededor de 100 caballos. Hoy es fácil que dupliquen esa cifra, y los amigos de pisar el acelerador tienen más a mano abusar de las capacidades de su mecánica.

El viejo continente posee unas de las tasas más bajas de accidentalidad de todo el mundo. Sus carreteras son bastante seguras, y sus coches son más modernos que en otros lugares; con ello fallan menos y llevan instalados sistemas de seguridad más avanzados.

De un tiempo a esta parte, el parque móvil europeo se está avejentando más de lo que gustaría a las autoridades. Sin embargo, el acoso que padecen los vehículos más antiguos a base revisiones tipo ITV, y la exclusión en las llamadas zonas de bajas emisiones, fuerzan a cambiarlo con más premura de la que muchos usuarios desearían por cuestiones económicas.

Limitadores de fábrica

Esto, y la inclusión de manera forzosa de los llamados ADAS —asistencias electrónicas a la conducción— pueden estar llevando a los fabricantes que vendan sus productos en Europa a instalar por defecto este tipo de sistemas limitadores. De momento ayudan al conductor, pero que condicione el pilotaje es cuestión de que alguien en Bruselas empiece a pedirlo.

Uno de los mecanismos más sorprendentes de los coches actuales es que son capaces de saber la limitación de velocidad de un tramo concreto de una carretera. Para ello leen los discos de velocidad, las señales verticales situadas a los lados o encima del asfalto.

No solo eso, sino que pueden confrontar esos datos con señales GPS de posicionamiento, y saben qué tipo de carretera es, sus características —si es autovía, zona urbana, periurbana, carretera comarcal, etc—. Incluso pueden adivinar si el vehículo está en una zona escolar, o tiene la capacidad de leer los semáforos, o los ‘prohibido el paso’.

La caja negra

Autoridades, y sobre todo aseguradoras, serán felices cuando todos esos datos se almacenen en las Event Data Recorder (EDR) o ‘cajas negras’ que los coches tendrán que llevar instaladas por mandato de Bruselas a partir de 7 de julio de este año.

De esta manera, los vehículos que se vendan en Europa llevarán por defecto el sistema propuesto en Washington para sus conductores más díscolos. Aunque a este lado del Atlántico solo tendrán funciones informativas a la persona que empuñe el volante, es una mera cuestión de actualización de software, que puedan ejecutar órdenes de limitación al sistema operativo del vehículo que los porte.

Si a todo esto añadimos que los coches de última generación como los Tesla o el Ford Mach-E ya disponen de sistemas de conducción autónoma que obedecen órdenes preprogramadas… el salto que hay entre que el coche haga solo aquello que tenga permitido es mínimo.

Los excesos como el del conductor del Lexus en Washington han de perseguirse. No hablamos de un despistado vecino que se ha excedido en una ocasión o dos al pasar a 100 por una zona de 80 en una autovía, sino de un reincidente con un vehículo de altas prestaciones. Tampoco sería de extrañar, y hay proyectos en varios países (como en Australia), de exigir un carnet de conducir específico y un examen correspondiente para poder llevar vehículos de altas prestaciones.

Mejores coches, viajes más lentos

Si los coches son más avanzados, más seguros, y mejores en todo, ¿por qué hay cada vez más limitaciones a la velocidad? El paradigma del pie a fondo está en Alemania. Con velocidad libre y sin límite alguno en su legendaria Autobahn, una autopista construida por Hitler y de una calidad constructiva tal que supera al de muchas pistas de aeropuerto en la que aterrizan Boeings 747.

A pesar de poder ir tranquilamente a 300 por hora de manera legal, su índice de accidentalidad entra dentro de unos parámetros aceptables. En 2022 fallecieron en sus carreteras 2.788 personas, porcentualmente menos en Austria, poco más que en Portugal y Bélgica, y no muchas por habitante más que las cifras españolas.

El problema no parece ser tanto la velocidad por exceso, como la velocidad inadecuada para el espacio y circunstancias en la que se produce. A fin de cuentas, todo apunta a lo mismo: la ausencia de una educación vial apropiada de los conductores. La solución está en más formación cívica, ética, y consciencia situacional de los que conduzcan; la alternativa es que el coche te lleve a ti, y no tú al coche, y aunque sea más seguro, será infinitamente más aburrido.

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