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Opinión

Vasile y Carlotti: los 'signori' que demostraron que se podía ganar dinero haciendo televisión

Las televisiones privadas en España nacieron en 1990 como fabulosas máquinas de quemar dinero y arruinar a sus accionistas en tiempo récord

Vasile y Carlotti: los ‘signori’ que demostraron que se podía ganar dinero haciendo televisión

El ex consejero delegado de Mediaset España, Paolo Vasile, interviene durante una rueda de prensa de la película 'Way Down'. | Europa Press

«¿Quién puede fiarse de quiénes se introducen en un negocio tan poco rentable como el de los medios de comunicación?». Esta afirmación es repetida últimamente por los agitadores del discurso anti-medios que estigmatiza a todo habitante del sector en aspirante a Rasputin en la política española (aparentemente la opción de la vocación de informar o explicar no es contemplada). Pero, si algo caracteriza tanto a Maurizio Carlotti, ‘jubilado’ de Atresmedia en 2019, como a Paolo Vasile, cuyo final se anuncia ahora, es justo lo contrario.

Las televisiones privadas en España nacieron en 1990 como fabulosas máquinas de quemar dinero y arruinar a sus accionistas en tiempo récord. En el caso de la primera Antena 3 TV (1990-1992) ni siquiera pudieron tener el consuelo moral del liderazgo de audiencia. Toda la maestría que Manuel Martín Ferrand demostró fundando publicaciones o triunfando en la Frecuencia Modulada no le sirvió en el mercado de la televisión, donde juegan otras reglas. Entre ellas, lo letal de no tener apalabrado con ningún imperio norteamericano la emisión en España de sus series y películas, como sí tenían sus dos competidores de la época. 

La tetacinco de Valerio Lazarov tampoco pudo tirar cohetes. Sí lideró en audiencia, pero no cuadraron los números en la cadena de Fuencarral en el periodo 1990-1994. Una arriesgada práctica que llevó al extremo Antonio Asensio Pizarro cuando, con Mario Conde en el sidecar, reventó todos los precios del mercado de la televisión para la segunda Antena 3 TV. Asensio triunfó en el share, pero a base de hipotecarse en una estrategia que, a la larga, supondría la caída del Grupo Zeta.

Fue a finales de 1994 cuando la guillotina berlusconiana activada por Confalonieri y Dell’Utri decapitó a Lazarov y encargó al equipo de ‘vendedores de publicidad’ de Carlotti, al que después se incorporaría Vasile, la misión de enseñar a hacer televisión a los empresarios españoles. Carlottis y Vasilianos recuerdan la primera reunión del nuevo equipo directivo con sus competidores españoles de la época en una reunión sobre Hispasat (a saber, Jordi García Candau de TVE, Jesús Polanco por Canal Plus y el mencionado Asensio Pizarro por Antena 3). Cuando les explicaron su objetivo de que «aspiraban a ganar dinero con Telecinco» la respuesta fue humillante: carcajadas, carcajadas y más carcajadas. Acostumbrados a lidiar con las pérdidas del sector editorial y, dados los precios de todo lo audiovisual –cientos de millones de facturación, miles de empleados con variantes modelos de contrato, infinitos gastos- aquello de ‘ganar dinero’ sólo podía ser una ingenuidad de unos romanos que aterrizaban en la península ibérica sin conocer el mercado que pretendían conquistar. Se entendía como algo normal para un gestor de televisión recibir anualmente el aporte de unos cuantos millones que habían perdido ese curso. Polanco, zorro astuto, huyó del abierto y optó por la vía francesa de la televisión de pago. 

Para ‘los vendedores de publicidad’ la prioridad no era ganar audiencia, sino ganar dinero. Hay pocas cosas menos objetivas que los números, y los de Telecinco fueron arrolladores: 1995 equilibrar las pérdidas, 1996 subir 5.000 millones de pesetas, 1997, 14.000 millones en ganancias, 1998, 18.000 en ganancias. Carlottis y Vasilianos no buscaban sólo grandes fichajes de talonario, que también, sino introducir en España la gestión económica de empresas audiovisuales que los distintos gestores de TVE no habían querido o podido aplicar. Vasile bien podía jactarse en 2008 de ingresar 1.037 millones anuales por publicidad que, al hacer las cuentas, se quedaba en 350 millones de beneficio neto, esto es, 317 millones de distribución. «¿Quién se ríe ahora?», pensarían los italianos recordando aquel episodio de Hispasat. 

«Vasile no tiene problemas en decirte a la cara esto es una mierda cuando le enseñas un capítulo piloto»

El tándem Vasile de consejero delegado y Carlotti de vicepresidente duró poco. Carlotti regresó a Italia a principios de siglo y las cosas no debieron acabar bien con la familia Berlusconi – alguna palabra dada no cumplida – y Mauricio se pasó a la competencia quedando al timón de Antena 3 e iniciando uno de los periodos más apasionantes de la competencia en la televisión privada en abierto. Carlotti vs Vasile. Lucha de titanes. Cuatro y La Sexta jugaron a meterse en medio y ya se sabe cómo acabaron. Vocento, que pudo haber compartido el botín de Telecinco quiso jugar por su cuenta pensando que ‘si los italianos han podido, nosotros también’, algo que debió también pensar Polanco cuando trató al igual que los vascos entrar en la guerra de la televisión en abierto. No tenían los guantes para colarse en ese ring

En el estilo de Carlotti y Vasile se aprecian algunas diferencias. Carlotti consintió más subjefes, como Lejarza, Bardají o Alessandro Salem. Vasile optó por concentrar todo el poder en su persona hasta el punto de que hasta Tringali le sobró. Sus ‘formas’ a las malas son innegables. Cuando su principal presentadora estrella se le puso chula, la puso de rodillas ante toda la audiencia y si tenía que cargarse a un tertuliano por no bajar la cabeza ante una de sus regañinas telefónicas, lo hacía y no había vuelta atrás. Cuando consideró interesante para su negocio atender las ‘peticiones’ gubernamentales, las atendió (casos Luis Fernández etapa Aznar, o ‘Pecado Original’ con Zapatero) y cuando consideró más interesante para su negocio enfrentarse a los gobiernos, también lo hizo.  

Donde más sacó el látigo fue en doblegar a las productoras. «Vasile no tiene problemas en decirte a la cara esto es una mierda cuando le enseñas un capítulo piloto», cuenta el fundador de una de las productoras líderes en ficción de nuestro país. Vasile pinchó a Globomedia, noqueó a Boomerang y arrasó a Gestmusic aniquilando a sus fundadores cuando lo consideró preciso. Aquel modelo de productoras de ‘magos de la televisión’ de los noventa pasó al de productoras sumisas de dedicación exclusiva a la casa (de acuerdo al último informe anual son Unicorn, Telecinco Cinema, Alea Media, Mandarina Producciones, La Fábrica de la Tele, Bulldog TV, Alma Producciones, Fénix Media Audiovisual, Megamedia, Supersport y Eldesmarque si, de aquí a la próxima junta, no crean una más).

El largo mandato de Vasile también incluye un considerable censo de enemigos. ¿Cuántos críticos no han dedicado piezas y piezas contra él? Pedro J. Ramírez hizo campaña desde su periódico para que Zapatero no renovara la concesión a Telecinco en 2010… y fracasó. La productora de José Miguel Contreras y ‘Bropi’ emitió un programa de ataque diario a su persona usando perdigonadas robadas y Vasile les retiró las perdigonadas causando el desplome de audiencia de aquel. La APM de Urbaneja llegó a sugerir que Vasile fuera ‘extrañado’ de España, cuando en realidad Vasile nunca dejó de tener un pie en Italia, siempre obediente a las indicaciones de la casa madre. El hecho es que Vasile sobrevivió a todos sus enemigos. En la duda quedará siempre qué hubiera pasado si el Gobierno Rajoy no hubiera torpedeado aquel ambicioso proyecto de fusión Telecinco-Publiespaña-El País-SER-Digital Plus. Cebrián se quedó con las ganas, los italianos pasaron página. 

El mandato de Vasile en Mediaset ha finalizado, cuatro años después de la jubilación de su colega Carlotti en Atresmedia. Inevitablemente se verán muchos reportajes negativos de este dúo, presentándoles como ‘los reyes de la telebasura’. Reportajes de esa naturaleza aparecen de manera cíclica. Y la derrota en audiencia de las últimas temporadas debe haber dolido en Mediaset, pero quien limite su gestión a los programas del corazón demostraría similar ignorancia que aquellos que se reían en la reunión de Hispasat de finales de 1994. Basura hubo, a montones, como generales que ordenan inhumanidades en sus batallas. Pero a la hora de hacer las crónicas no se puede eludir la distinción entre los generales que ganaron las batallas y los que las perdieron. 

Que me perdonen Quinteros y Hermidas, Balbines y Tolas, y también los que firmaron sus cientos de merecidos panegíricos, pero no se me ocurren dos personas que hayan cambiado de verdad, en el sentido más estricto del término, la historia de la televisión en abierto en España que ese par de vendedores de publicidad. 

Ahora han caído. El modelo cambia, la lucha por la audiencia para la obtención de beneficios de publicidad se reemplaza por la pugna de los operadores tradicionales por retener al público ante la alternativa de las plataformas a la carta, pero cuando se estudie la historia de la televisión en abierto en España en serio deberá destacarse el triunfo de los dos generales que bien pudieron decir ante sus emperadores en Roma (o Milán) tras volver de la guerra – dejando cierto número de cadáveres por el camino – y con la cabeza bien alta al hablar de su labor en España: «Veni, vidi, vici». 

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