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OPINIÓN

Georgina, querida, tu adicción al chándal te delata

«Tras ver la serie y aunque me vaya a enemistar con el feminismo, entiendo menos por qué hemos satanizado una figura tan envidiable como es la de ‘mujer florero’»

Georgina, querida, tu adicción al chándal te delata

Georgina Rodríguez paseando junto a sus hijos. | José Ruiz (Europa Press)

Si durante una invasión alienígena tuviera que explicar qué es un nuevo rico, les pondría la serie de Georgina. Cumple con todos los requisitos: les gusta mucho hablar de dinero, aun cuando nadie se lo pregunte, un new rich siempre intentará reconducir la conversación para acabar contándote todos los detalles económicos de su más reciente inversión o de su última compra millonaria. Otro rasgo característico es que a pesar de tener mucho dinero, consideran un triunfo personal el haber encontrado alguna oferta o algo con descuento por muy insignificante que sea, es como su manera de decirte «soy rico, pero no tonto». 

Después de ver la serie y aunque me vaya a enemistar (aún más) con el feminismo, cada vez entiendo menos por qué hemos satanizado una figura tan envidiable como es la de «mujer florero», y quien diga que no es una vida atractiva es porque no ha visto la serie. Yo no tendría problema en dedicarme a mis hijos sin prisas y gestionar al personal de mi casa cuando no estoy vigilando las obras de mis otras mansiones.

Pero Gio también trabaja, pero lo hace «por disfrutar e ir sumando experiencias»… yo pensaba que era justo al revés. Ella llega a su sitio de trabajo en jet privado con barra libre de ibéricos y yo en la línea 4 de metro escuchando la flauta peruana sonar al ritmo de «Despacito», esos pequeños detalles hacen que el trabajo sea o una experiencia casi de ocio o un acto de supervivencia.

Pero no todo es glamour en los seis capítulos de la nueva temporada de Soy Georgina. La mujer que levantaría de un disgusto de sus tumbas a Lady Di, Grace Kelly o Audrey Hepburn en uno de los capítulos invita a su grupo de amigos o como ella les llama, a «las queridas», a Cerdeña, y ahí no solo se va de compras y se gasta en una sola tienda 30.000 euros o come jamón ibérico con agua de coco, también se mete a nadar con ropa… y yo lo siento, pero alguien que se mete a una piscina en vestido no debería de poder ser un referente de estilo o de elegancia. Pero no seré yo quien le diga a 48 millones de personas que se han equivocado de diva.

«Un caso de éxito que habla también de la extraña necesidad del ser humano de mirar por la ventana de la vida de la gente que no conoce»

Gio también viaja siempre acompañada de su mejor amiga transformada en asistente, que se encarga entre otras cosas de hacerle las fotos para sus redes sociales, y esto conlleva una gran responsabilidad considerando que Georgina es la española con más seguidores de Instagram. También la acompaña Serpiente y no, todavía no ha sido poseída por el espíritu de medusa. Serpiente es su estilista, el cual comparte con Rosalía.

Excentricidades varias, pero la reina de Decathlon parece haber nacido para ello. Un caso de éxito que habla también de la extraña necesidad del ser humano de mirar por la ventana de la vida de la gente que no conoce. Georgina es como París, una ciudad sin persianas, que cuando llega la noche nos enseña, incluso nos deja imaginarnos inquilinos de esa habitación con la luz encendida, que suele ser una estancia con techos altos y bonitos.

Pero lo que vemos no solo es una habitación, es una casa que tiene otras habitaciones, pero están a oscuras y alguna puede no ser tan bonita. No todo es oro lo que reluce y mira que si algo tiene la mujer de CR7 son varios quilates encima. A lo largo de la serie se abre la puerta a una de esas habitaciones en ruinas para hablar del dolor de perder a un hijo y ahí es cuando la protagonista conseguía que todos fuéramos un poquito Georgina.

Cuando veíamos a alguien de apariencia frívola y a ratos prepotente hablar entre lágrimas de los miedos que llegan con el nacimiento de un bebé, ya no importaba si esas visitas nocturnas para comprobar la respiración de un recién nacido eran en la habitación de una casa en La Finca o en un piso de 35 metros cuadrados o si el trayecto a urgencias con un hijo con fiebre era en un Rolls-Royce o en transporte público. El miedo que trae el amor a un hijo es igual y da igual tu cuenta corriente. 

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