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Opinión

Tamara Falcó en pelotas

Lo de rechazar hacer un vestido a alguien que lo paga me parece una canallada. Ir de elegantito rechazando clientes es de un snob que no se aguanta

Tamara Falcó en pelotas

Tamara Falcó llega a casa de Íñigo Onieva y enseña orgullosa su anillo de pedida, a 23 de febrero de 2023. | Europa Press

O «compuesta y sin vestido», que le ha dicho ella misma a su revista de cabecera. No creo que quede nadie hoy en España que no se haya enterado ya de que el martes a mediodía las diseñadoras de la firma Sophie et Voilà cancelaron su contrato con Tamara Falcó para hacerle el vestido de novia. Ellas insinúan que les pedía que plagiara diseños de otras marcas. Ella lo niega. Pero a 53 días de la boda tiene que empezar el proceso de cero. Un drama del primer mundo en toda regla, que dirían muchos. 

Yo con este tipo de problemas nada graves empatizo fenomenal porque a mí todas las semanas me pasa que hay un día que me queda el pelo maravilloso justo cuando no grabo ningún programa ni hago nada de vida social. No hago ninguna cosa especial, de hecho he repasado mis costumbres de alimentación y lavado-secado de pelo milimétricamente a ver si daba con la clave de mi ‘pelaso’, pero no, es puro azar con Ley de Murphy: que sea un día en que no tenga nada divertido que hacer. Nunca me ha pasado conseguir esa melena perfecta una noche de sábado con cena y copeteo previstos. Y sí, no se acaba el mundo, pero disgusta mucho. A cualquiera —a cualquier mujer— nos haría pasar un malísimo rato quedarnos sin vestido a menos de dos meses de dar el «sí, quiero».

De este asunto me impactan dos cosas: lo bien que les debe ir a esas dos diseñadoras para poder permitirse el lujo de rechazar a Tamara, y que ella ya tenga en torno a quince ofertas de marcas para hacerle otro traje desde cero. La vida de rica es mucho más dura de lo que parece. Lo pude intuir el fin de semana en el Campeonato de Saltos Internacional de Madrid del circuito Longines Global Champions Tour. Comer una ensalada de vieiras de Urrechu y estar pareciendo etérea para sonreír a los jinetes alemanes no me sale natural. Seguro que Tamara Falcó lo hubiera resuelto mucho mejor, yo tengo que practicar. 

«De verdad que yo me muero de ganas de saber qué pedía Tamara que para ella era tan importante y a las diseñadoras las ha enfadado tanto»

La verdad es que alguien podría pensar que el metaverso y el Universo entero, incluso, le están mandando a la Marquesa de Griñón señales de que no se debe consumar ese matrimonio. Menos mal que ella es católica y, por lo tanto, no supersticiosa. La última novia a la que vimos teniendo muchos problemas para encontrar vestido fue Belén Esteban en 2008 y la vida marital no le fue muy bien. A ella lo que le pasó fue que tres marcas —Victorio & Lucchino, Rosa Clará y Pronovias, si no me falla la memoria— rechazaron hacerle un traje por «falta de tiempo». Al final se lo hizo El Corte Inglés, que siempre tiene un roto para un descosido. Yo que Tamara Falcó me iba a la sección de novias y me dejaba de líos. 

Desde aquello —lo de Belén— a mi esas tres marcas me cayeron gordas. Lo de rechazar hacer un vestido a alguien que lo paga me parece una canallada. Otra cosa es que no te presten ni te regalen, pero ir de elegantito rechazando clientes es de un snob que no se aguanta. Se lo hicieron a Victoria Beckham y se montó una firma desde cero que ya quisiera tenerla el que se negó a vestirla. Y a veces te ocurren desgracias como que eres una firma muy exitosa y se compra y pone un diseño tuyo que le queda como un saco Irene Montero para el 12 de Octubre, pero entonces guardas un elegante y respetuoso silencio y al poco se olvida.

A la hija de Isabel Preysler el vestido se lo iban a ‘regalar’ de aquella manera, porque habían firmado un acuerdo que ahora ha quedado roto por «incumplimiento contractual». De verdad que yo me muero de ganas de saber qué pedía Tamara que para ella era tan importante y a las diseñadoras las ha enfadado tanto. A mi cuando me hacían mi vestido solo se me ocurrió pedir un poco más de encaje en una manga. Igual me estaba jugando casarme «en pelotis», que dice mi hijo pequeño, y yo sin saberlo. Tamara: para redactar el contrato de las pruebas de maquillaje y peluquería lleva un abogado experto en divorcios, no vaya a ser que te cases pintada como Marilyn, pero no Monroe, Manson. 

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