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Opinión

Ocho rubíes para Tamara Falcó y tres despedidas de soltero para Íñigo Onieva 

«Nunca es tarde si la dicha es buena o si tu suegra va a regalarte un Patek Philippe valorado en 50.000€, entonces la paciencia puede ser una virtud fácilmente desarrollable»

Ocho rubíes para Tamara Falcó y tres despedidas de soltero para Íñigo Onieva 

Iñigo Onieva y Tamara Falcó. | José Oliva (Europa Press)

A tres meses del gran día siguen saliendo a la luz nuevas «amigas especiales» de Íñigo Onieva que podrían estar convirtiendo lo que tendría que ser un momento dulce para Tamara Falcó en una prueba de obstáculos. 

Según las últimas informaciones, el empresario madrileño y mujeriego reformado podría haber estado manteniendo conversaciones poco adecuadas para un ‘novio fiel’ por redes sociales, que habrían llegado en formato «pantallazo» a amigos cercanos de los futuros novios y que estarían poniendo en riesgo la boda y de paso también la segunda temporada de la marquesa en Netflix.

Desde el beso de la traición de Íñigo con una modelo en el festival «Burning Man», al que probablemente nunca volverá a asistir o al menos no mientras esté casado con la hija de Isabel Preysler, Tamara Falcó ha puesto especial atención en reducir las probabilidades de infidelidad y cuando tu prometido es uno de los ligones por excelencia de la noche madrileña, se vuelve casi un trabajo de jornada completa, para el que se necesita, entre otras cosas vocación de espía ruso.

 La estrategia anti tentaciones pasa por modificar la lista de invitados a la boda, dejando fuera a todas esas amigas o novias de amigos que no estén casadas. Aunque todos sepamos que por las ganas nuestra Tammy de España, se hubiera quedado mucho más tranquila colgando en las puertas de «El Rincón», un letrero de «guapas abstenerse». Aun así, el recorte de invitados fue para algunos una medida demasiado drástica, que choca con el hecho de que la marquesa haya permitido que le organizaran tres despedidas de soltero a su prometido, de momento no se ha celebrado ninguna, pero fuentes cercanas a la pareja aseguran que una de ellas tendrá lugar en Argentina. Un destino no conocido en concreto por la fealdad y poca labia de sus mujeres… pero como decía Luis Miguel en una de sus canciones: «Más quién le pone puertas al campo». 

Partiendo de que ya solo el concepto de «despedida de soltero» tiene un olor como a perfume de Bustamante, de esos que venden en los supermercados y que siempre tienen nombres como «audaz», «seductor» o «feroz». Y eso que dudo mucho que los amigos de Sotogrande de Íñigo le vayan a plantar una diadema con forma de aparato reproductor, aun así todas las despedidas son en mayor o menor medida una horterada. 

Entre las actividades obligatorias de una despedida, no suelen faltar aquellas que tienen como objetivo poner a prueba la fidelidad del novio. Repito, una horterada y también una incongruencia, considerando que los que hoy están jugando a que el novio le ponga los cuernos a la novia, mañana estarán leyendo discursos lacrimógenos en la celebración. Y cuando tu amigo es Íñigo Onieva es incluso peor, te convierte en ese que le ofrece una cerveza a su amigo que se acaba de graduar de alcohólicos anónimos. 

Aún sabiendo esto, la marquesa a la que todavía le dura el efecto de la reconciliación en el Polo Norte sigue dando pasos hacia delante en la organización de la boda, la misa en la Iglesia de Santa Bárbara, la celebración en el palacio que le dejó su padre el Marqués de Griñón y la fiesta de pedida recientemente celebrada en la casa Preysler, a la que se trasladó el clan Onieva y a los que sorprendió la impuntualidad de sus anfitrionas, según contó Tamara entre risas: «Yo a lo mejor tardé cinco minutos, mi hermana bajó media hora tarde y mi madre cuando pudo…».

Pero nunca es tarde si la dicha es buena o si tu suegra va a regalarte un Patek Philippe valorado en 50.000€, entonces la paciencia puede ser una virtud fácilmente desarrollable. Pero la diseñadora, chef y marquesa no se fue con las manos vacías, su suegra, Carolina Molas, le regaló una pulsera conformada por ocho rubíes, cada una representando a un hermano de Tamara, cuatro de padre y cuatro de madre. Diseñada por Íñigo y su tío escultor, hecha a mano con la piedra que representa el amor. Esperemos que no tenga en el futuro que añadir otra que represente el perdón. 

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