Ese Sánchez del que usted me habla
«Sánchez daba la sensación de que Sánchez ya fue, porque no hizo ni un par de referencias a un futuro con él»
Reconozcámoslo. Enfangados en la atmósfera mediática los periodistas somos muchas veces un aburrimiento soporífero. Hablamos de cosas de periodistas, nos enamoramos de periodistas, somos amigos de periodistas. Un clan de juntaletras con un ego desproporcionado con respecto a nuestro sueldo. Somos, como diría Yolanda Díaz de los hombres de izquierda, un peñazo. La entrevista de Jordi Évole a Pedro Sánchez en La Sexta ha sido una conversación que ha interesado a los periodistas que tuiteaban alegremente este domingo noche, pero dudo mucho que le haya interesado demasiado al resto del personal. La autónoma, el conductor de autobús, mi señora madre, el cajero o la policía local de turno, están a otras cosas. Quitémonos el velo.
Tiene uno la sensación después de ver la entrevista que nuestro presidente bien podría dedicarse a ejercer como crítico televisivo. Pedro Boyero Sánchez. Un presidente que cada día acude socorrido al visionado de los programas matutinos de televisión, que es fiel seguidor de El hormiguero, que escucha las tertulias radiofónicas, que analiza toda la prensa desde bien pronto. Se sabe Sánchez acorralado ante tamaños enemigos. La prensa, siempre la prensa. La pérfida Ana Rosa. Pablo Motos, ese blanqueador del fascismo. Un peligro que anda suelto por las noches llamado Vicente Vallés. El Mundo, el ABC, La Razón. Periodistas y medios a los que Sánchez, bien se lo ha recordado Évole, lleva sin dar una entrevista desde hace cuatro largos años. Nuestro crítico (televisivo) presidente ha esgrimido en su defensa que no ha parado de trabajar. Asume su error y ahora quiere ir a todo. Para frenar esa «fuerza corrosiva que se ha ido extendiendo en estos medios de comunicación».
«La entrevista de Évole a Sánchez ha sido una conversación que ha interesado a periodistas, pero dudo mucho que le haya interesado demasiado al resto del personal»
Fue Casa Labra, hogar donde se fundó el PSOE, el lugar elegido para mantener la conversación. Entraba Sánchez con ese andar que tienen los guapos al caminar. Saludaba, se sentaba, no sabía que ya le estaban grabando. Pero Pedro siempre actúa como si le grabaran. Él ya ha acudido, lo sabemos luego por redes, a comprar libros a una librería madrileña con un séquito de cámaras. Como también ha tomado un café con un par de jóvenes en Parla, cuando de repente estaban allí en mitad del salón un set de televisión montado para grabarle. Está acostumbrado a ello nuestro telegénico presidente. Venía con el argumentario aprendido. Críticas a los acuerdos PP-VOX, defensa de lo suyo con Bildu, el trumpismo de nuestros compatriotas, las manipulaciones en torno a su figura. La maldad para con él. De nuevo, esos maléficos poderosos contra él. Con un Pedro cobardón que se excusaba en su figura de presidente para no decir nombres. De nuevo, preguntándome, ¿y a un ciudadano de a pie le interesa mucho ver al presidente victimizándose? Sánchez daba la sensación de que Sánchez ya fue, porque no hizo ni un par de referencias a un futuro con él. Todo era hemeroteca, todo fue Sánchez contra ese Sánchez del que usted me habla.
«¿Mentir qué significa?», se preguntó grandilocuente Sánchez, al ser cuestionado por sus constantes cambios de criterio. «Mentir es el 11 de marzo y ETA», se respondió él mismo. Ha cogido tablas de entrevistador con las preguntas que les hace ahora a sus ministros. Pronto, quién sabe, un Sánchez contra Pedro. No le hará falta ningún periodista mínimamente crítico, ¿Por qué quién le hará las mejores preguntas y le dará mejores respuestas? Él, ese llanero solitario (como dice Évole) que cabalga contra todas las encuestas para revalidar el cargo. En el amplio tramo dedicado a los medios de comunicación, o sea, casi toda la entrevista, Sánchez sí se posicionó a favor de un comunicador. Salió en defensa de Jorge Javier Vázquez, «un monstruo de la televisión». ¿Y qué opinión tiene de María Patiño?, ¿y de Belén Esteban?, ¿Qué opinión le merece el final de Cuéntame cómo pasó? El pueblo quiere saber, Pedro.
Si esperaban una gran autocrítica, aparte de no ir a las entrevistas en los medios mínimamente críticos, sumó a la lista la parte técnica, especificó, de la ley del Solo sí es sí. Irene, esto va por ti, y lo sabes. Más allá de eso, la nada. Él se mostró convencido para intentar convencer a los votantes de que ganará el 23 de julio. Haga calor, mucho calor o se derritan los votantes por la calle. «Habrá una participación del 73 al 76%», pronosticó. De lo más destacado, una defensa a la monarquía marroquí y a su postura del Sáhara. Que nunca pensó en cesar a Irene Montero. Que debemos seguir la pista del dinero de los poderosos. Él debe ser poco poderoso, vaya usted a saber. Y una anécdota para humanizar al presidente. Un Sánchez en plena pandemia que se despertaba por las noches empapado en sudor por el estrés. Sánchez, empapado. ¿Acaso no le parece algo trascendente para las elecciones?