Sumisión, trumpismo antitrumpista y la flor en el culo de Sánchez
«La lección más amarga del sanchismo es comprobar cómo en España un Trump antitrumpista puede gobernar»
1. Proliferan los manifiestos de veteranos del PSOE en favor de Sánchez: en Andalucía, en Asturias, en Madrid… Triste espectáculo de sumisión. No lo hacen por primera vez en su vida, sino que hacen lo que han hecho siempre. Ya fueron sumisos a Felipe González y a Alfonso Guerra (con fuego cruzado cuando se enfrentaban felipistas y guerristas, pero sumisos al jefe de su facción). La diferencia con González y Guerra es que estos nunca necesitaron ser sumisos, puesto que eran los que mandaban. Esta ausencia de educación en la sumisión es quizá la que les permite ahora no ser sumisos a Sánchez.
2. La lección más amarga del sanchismo es comprobar cómo en España un Trump que se declare retóricamente antitrumpista, que tenga un aspecto más presentable y que esté en el partido político adecuado, no solo llegará al poder, sino que contará con el respaldo del periódico más influyente del país, de la cadena de radio de mayor audiencia, de la élite intelectual y académica, del mundillo literario y artístico, y además con el silencio cómplice de figuras que se ganaron su prestigio moral no precisamente callando como con Sánchez.
3. Pancismo generalizado en el, así llamado, mundo cultural. Tienen que pintarle muy bien, muy señaladitas con las etiquetas al uso, qué es represión y censura, amenaza, coacción, tienen que ejercerlas los malos oficiales, para que mueva un dedo. Si no, se lo traga todo sin masticarlo siquiera. Cuando no participa abiertamente de aquello que, en los otros, le parece condenable.
«Sí, los desprecio por ser unos abyectos y repulsivos cómplices que jamás tendrán ni la lucidez ni el coraje de verse como son»
4. No deja de regocijarme el énfasis con que se ven obligados a reaccionar (¡esa delatora sobreactuación!) ante un movimiento netamente fascista como Desokupa aquellos que le han llamado fascista a todo (¡hasta a Ciudadanos!), malversando la palabra y por lo tanto desarmando la efectiva lucha antifascista y facilitando el surgimiento y la expansión impunes del fascismo de verdad. Pero el regocijo es el efecto más suave que me producen: por encima está el desprecio. Sí, los desprecio por ser unos abyectos y repulsivos cómplices que jamás tendrán ni la lucidez ni el coraje de verse como son.
5. Vox no es solo una desgracia, sino la desgracia absoluta. Vox es la flor en el culo de Sánchez: su amuleto de la suerte, su garantía, la chiripa que tal vez le permita seguir gobernando. Ninguna suerte superior, en ese hombre con suerte que es Sánchez, que Vox. Es repulsivo lo que Vox es. Y es particularmente repulsivo lo que está montando desde las elecciones del 28-M. El circo de despropósitos, ese desatamiento esperpéntico de sus esencias, con sus Millán-Astrays bailoteando con guirnaldas y matasuegras y expandiendo con aerosoles el pestazo de sus atavismos y pedruscos ideológicos. Y el PP tragando.
6. Sordidísima la reaparición de Zapatero, el primer responsable de casi todo lo que nos pasa; no tanto por él mismo, como por que desató lo que casi siempre nos había pasado en nuestra puta historia y desde él nos vuelve a pasar. Su primer error, pura bobaliconería, fue pensar que los consensos de la Transición los iba a poder romper solo por un lado.
7. Solo aguanta la calle. La calle sí es respirable (¡vivible!) aún. Pero me da miedo saber lo que la historia nos enseña: que todo es frágil. Que basta unos cuantos patanes (y en España tenemos en estos momentos más de unos cuantos) para que todo se vaya al garete.
8. En los carteles electorales solo Feijóo mira (con gafas) al votante. Abascal mira a su derecha, Díaz arriba y Sánchez a sí mismo y su grupo, en la pantalla del selfie.