THE OBJECTIVE
Opinión

O somos más competitivos o seremos más pobres

«La falta de competitividad tiene un impacto muy negativo en la atracción de inversión y la generación de oportunidades»

O somos más competitivos o seremos más pobres

Ilustración de Alejandra Svriz.

En el último Índice de Competitividad Regional (ICR) publicado por la Comisión Europea la economía española se encontraba un 7,5% por debajo de la media de la Unión Europea de los 27, ocupando la posición 16 de 27. No es una buen dato, y su significado es aún peor teniendo en cuenta que la crisis derivada de la covid-19 llegó a nuestro país cuando aún no se había superado la crisis de 2008: el paro en 2020 era del 13,4% frente al 8% de 2008, la deuda pública estaba alrededor del 100% del PIB, muy superior al 40% del PIB de 2008, y con un PIB que no recuperó valores de 2008 hasta 2016, ocho años después.

Es decir, la crisis económica derivada de la pandemia llegó a nuestro país cuando aún no habíamos superado la de 2008. A esta coyuntura económica, ya de por sí dramática, hay que añadir la crisis de inflación, que está lastrando la capacidad económica de los hogares. 

Desde la óptica de la eficiencia, la competitividad es la capacidad de un país de producir determinados bienes y servicios en mejores o iguales condiciones que otras economías. En el caso de la economía española, los datos arriba enunciados muestran que 15 países de la UE son mejores que nosotros a la hora de producir bienes y servicios. Este hecho tiene un impacto sumamente negativo en la atracción de inversión y la generación de nuevas oportunidades, especialmente pensando en los jóvenes.

«El crecimiento del PIB per cápita, uno de los principales indicadores de crecimiento económico real de una sociedad, no es posible sin incrementos de competitividad»

Una mejor competitividad genera una mayor atracción de inversión empresarial, una reducción del desempleo y un incremento de los salarios para retener o captar nuevos trabajadores. Este impacto en el mercado de trabajo genera una espiral positiva en el mercado de bienes y servicios, provocando un mayor consumo gracias al incremento de poder adquisitivo de los trabajadores. Por el contrario, una economía con una baja competitividad generará una espiral negativa de signo inverso.

¿Qué elementos pueden generar mejoras en la competitividad? En el caso de España, las grandes diferencias existentes entre las comunidades (la Comunidad de Madrid fue un 19,5% superior a la media de la UE, mientras que Cataluña se situó sólo un 1,9% por encima de la media y Extremadura un 29,1% por debajo) obedecen fundamentalmente a tres razones: la primera, un marco fiscal estable y competitivo impulsa el crecimiento económico y la calidad de vida; la segunda, una activa atracción de inversión empresarial favorece la creación de empleo y mejoras salariales en la población que recibe esa inversión, aunque no esté directamente relacionada con ella; y tercera, el crecimiento del PIB per cápita, uno de los principales indicadores de crecimiento económico real de una sociedad, no es posible sin incrementos de competitividad.

Y, por el contrario, aquellas economías con una mayor intervención estatal, rigidez en el mercado de trabajo o escasos incentivos a la atracción de inversión son aquellas cuyo PIB per cápita menos crece y, por lo tanto, sus habitantes son, en relación a las sociedades vecinas, un poco más pobres, o un poco menos ricos, si es que el PIB per cápita se ve incrementado, aunque sea menos.

Albert Guivernau Molina es doctor en Economía y director general de la Fundación Civismo.

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