THE OBJECTIVE
EL BLOG DE LUCÍA ECHABARRIGA

La sociedad de la Nieve frente a la sociedad del muro

«La convivencia de una diversidad de posturas es un logro de las sociedades democráticas y el establecimiento de un muro es propio de sociedades autocráticas»

La sociedad de la Nieve frente a la sociedad del muro

Fotograma de 'La sociedad de la nieve'.

«La sociedad de la Nieve» se ha convertido en sólo dos días en la película más vista de todo el mundo en Netflix y por eso me ha parecido interesante explicar por qué algunas películas triunfan en determinados contextos. La película está impecablemente dirigida,si; tiene una fotografía de Óscar, sí; los actores son todos creíbles, sí  y además guapos, sí. Pero hay muchas otras películas bien hechas y bien dirigidas y con unos actores increíbles (sin ir más lejos, la propia película que reseñé el otro día en este espacio, Io capitano ).

La cuestión es que si ahora mismo esa película ha llamado tanto la atención es porque en un clima extremo de polarización como el que vivimos todos necesitamos una historia en la que lo que prime sea la cooperación y no el enfrentamiento. De la misma forma que después del crack bursátil de 1929 el público deseaba ver a las chicas del Ziegfeld Follies o que la industria de Bollywood existe porque en un país, India -que  sigue siendo el país con el mayor nivel de pobreza del mundo, en el que el 30% de la población vive por debajo de los mínimos internacionalmente aceptados- y la población ansía sueño y escapismo, no va al cine a ver más pobreza.

El 13 de octubre de 1972 un avión se estrelló sobre la cordillera de los Andes. Hoy en día, merced a los nuevos instrumentos de navegación aérea y los radares de seguimiento de vuelo con mapas de rastreo en directo, una tragedia así sería imposible. Pero probablemente también sería imposible que los supervivientes estuvieran colaborando en equipo tal y como lo hacen en el libro y en la película. Todos sabemos que el no binarie estaría insultando a la feminista llamándola terfa, que los proindigenistas estarían insultando al católico por antiabortista, que una parte del avión estaría llamando a la otra fachapobre, esbirro de Katz y la otra le estaría llamando a la primera progre de m*****, lameculos de Boric, y que entres unas broncas y otras se habrían muerto todos antes de los primeros diez minutos de metraje de la película enredados en una una lógica maniquea de amigo/enemigo que les habría incapacitado para la cooperación y por lo tanto para la subsistencia.

La virtud del filme de Bayona estiba en que si bien el material del que parte (una historia real en la que los supervivientes de un accidente de avión acaban recurriendo al canibalismo para sobrevivir) se prestaría a una explotación escabrosa, el realizador aborda los acontecimientos con el máximo respeto, centrándose principalmente en el espíritu de cooperación entre los personajes. En este sentido, la película no está interesada en idear un drama artificial como Alive de 1993, una película basada en el mismo episodio histórico, pero que describía un escenario de olla a presión entre los supervivientes, desde individuos que se quejaban sobre quién había asumido el mando hasta otros que se derrumbaban emocionalmente .

La Sociedad de la Nieve, por el contrario, presta poca atención a las cuestiones de jerarquía, y si bien entre los supervivientes existe el debate lógico sobre la opción de recurrir al canibalismo, la resiliencia colectiva casi nunca se fragmenta y la historia hace hincapié , sobre todo, en la determinación del grupo de perseverar. De perseverar juntos.

La Sociedad de la Nieve encuentra un equilibrio entre los obstáculos aparentemente insuperables de la terrible experiencia de los supervivientes y la ternura, el afecto,  el respeto, con los que los integrantes del grupo  se tratan entre sí a medida que los días pasan a semanas y las  semanas a meses.

Ciertos momentos transmiten este equilibrio (la imagen solitaria de un joven que encuentra un zapato en la nieve y se lo vuelve a poner silenciosamente en el cuerpo de su amigo muerto, o las escenas de los amigos abrazándose unos a otros para darse calor) hasta que una escena de avalancha al final de la película pone esta dicotomía en claro relieve. Después de que la nieve entierra simultáneamente el exterior del avión e inunda el interior donde se habían refugiado los supervivientes, la película desnaturaliza su paleta de colores en tonos sepia y cambia a lente de ojo de pez. El efecto es una pesadilla sofocante que parece desprovista de vida, hasta que los supervivientes empiezan a intentar salir. Y llama la atención el extremo cuidado con que lo hacen. Les importa salir, sobrevivir, pero también les importa no herir a otros en su salida, en su carrera hacia la supervivencia. 

Si usted me lee ya sabe que trabajo con una psicóloga clínica y que organizamos talleres (si quieres saber sobre los próximos talleres presenciales lea al final de este artículo). En estos talleres y en las sesiones que imparto un privado lo que me ha llegado sobre todo en estas navidades han sido testimonios de mujeres que han quedado atrapadas en el muro que se ha erigido entre miembros de sus familias. La polarización política ha llegado hasta los comedores familiares, y el clima de polarización, el famosos «muro» del que hablaba Pedro Sánchez, le ha permitido a las personalidades narcisistas poder insultar y atacar a otras personas con toda la tranquilidad sabiendo que todo quedará legitimado desde el momento que utilicen frases como «facha», «transfoba» , «terfa» ( si están de un lado) o «progre» o «rojo» ( si están del otro). Todo lo que he recibido este mes han sido cartas desesperadas de mujeres que no se atrevían a ir a la cena de Nochevieja porque la cena de Nochebuena o la cena de Navidad había sido prácticamente insoportable.

La convivencia de una diversidad de posturas ( sean religiosas políticas, morales, estéticas…)  es un logro de las sociedades democráticas y el establecimiento de  un muro entre una postura y otra es propio de sociedades autocráticas. Una sociedad democrática debe proteger la estabilidad. Y llamar discurso de odio a cualquier cosa o enfrentar a unas posiciones con otras es todo lo contrario de la estabilidad. La polarización se convierte en un problema porque cuando empuja a unos ciudadanos hacia una posición extrema y les enfrenta contra otros ciudadanos se produce un cisma en la convivencia y también un bloqueo institucional.  Como sostiene el filósofo Michael Sandel, autor del aclamado ensayo La tiranía del mérito: «Hoy la polarización es tan profunda que es una incógnita si la democracia podrá recuperarse». Y la polarización, añade, «se debe en parte a que hemos perdido la capacidad de escucharnos».

Pongamos el ejemplo del tema trans. Un sector político está totalmente decidido a defender un concepto radical (el sexo biológico no existe, es mujer o es hombre quien desee serlo), tan radical como para que sea  totalmente inasumible ya no solo por su adversario sino por un enorme sector de la población. Desde el momento en que ese sector amenaza con multas e incluso cárcel a cualquiera que te lleve la contraria la posibilidad de llegar a acuerdos disminuye considerablemente y la democracia se paraliza. Pero es que, además, cuando se pierde el tiempo en debates así se dificultan enormemente la solución de problemas que realmente importan a la ciudadanía como la viviend, o el paro o el precio de los alimentos. 

Lo que nos enseña esta película es que la supervivencia solo se logra a través de la cooperación (y ya no sé cuántas veces llevo escrita en este texto la palabra «cooperación»…), que el talento puede ganar un partido pero es el espíritu de equipo el que gana un campeonato. Y el espíritu de equipo solo se consigue cuando todos los jugadores trabajan juntos hacia una visión común. No es casualidad que los supervivientes pertenecieran a un equipo de rugby. Los que sobreviven lo consiguen porque todo el equipo ha cooperado en ello, porque en ningún momento hay peleas entre ellos. Si fuéramos capaz de extrapolar esta lección a nuestra vida diaria nosotras seríamos más felices y los que nos rodean también.

Si quieres participar en una de nuestros talleres en Madrid recuerda que son los días 13, 20 y 27 de enero en Madrid. Que duran dos horas y cuestan treinta euros…
Si quieres participar en el taller online de cuento terapéutico que dura un mes y empieza el pasado mañana o si quieres más información sobre lo que hacemos en ABRECAMINOS, qué es la alianza profesional que hemos establecido entre Mónica Manrique y yo, escríbeme a [email protected] , que estaré encantada de atenderte.

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